Mercedes E 220d, en primera clase de la industria
Con todas las de la ley, el Mercedes Clase E es el automóvil tecnológicamente más avanzado de la casa alemana. La décima generación de esta berlina ejecutiva incorpora las últimas innovaciones del mercado premium, superando incluso a su hermano mayor, el Mercedes Clase S. A bordo la calidad es indiscutible, y ahora, la línea exterior, sin perder su histórica elegancia, gana en frescura: si se quiere, es más un Clase C alargado que un Clase S acortado.
Con sus habituales proporciones -voladizos cortos y capó alargado- y una longitud próxima a los cinco metros (4,92 metros), la firma de Stuttgart ha conseguido que la parte frontal del último Clase E varíe en función de la línea de acabado y de equipamiento seleccionado. Así, por ejemplo, el traje AMG Line extrae el lado más deportivo de Mercedes, con la estrella presidiendo el radiador de doble lama cromada, y abandonando el capó como manda la tradición.
Esto por fuera, ya que en el habitáculo todo rezuma a la exquisitez del buque insignia de la estrella, el Clase S. Madera, aluminio, piel… y dos pantallas de 12,3 pulgadas de altas prestaciones se dan cita en el E. Sí, dos: una frente al conductor a modo de cuadro de instrumentos y una segunda contigua en el centro del salpicadero. Son configurables a través de un joystick como de un touchpad y dos superficies táctiles sobre el volante multifunción.
La mentalidad primera clase del Mercedes Clase E queda patente desde un principio. Nada mejor para comprobarlo que unos asientos ahora más ergonómicos que reducen la fatiga en desplazamientos largos; o un kit de confort térmico con apoyabrazos calefactables en las puertas, la consola y en las propias butacas. Y, por si fuera poco, ahí están su 0,23 de coeficiente de resistencia aerodinámica (Cx) y sus suspensiones perfectamente calibradas: adiós mundo exterior.
La vida a bordo es mucho más que confort y más confort. Como hablábamos al principio, la tecnología equipada por Mercedes deja al Clase E en la orilla de la conducción autónoma. El culpable se llama Drive Pilot, y lleva un paso más allá al control de crucero adaptativo. Ahora, además de acelerar y frenar en consonancia al tráfico, mantiene la velocidad máxima de la vía, modificándola en función de las señales de tráfico. Hay más, toma el control del volante manteniendo el coche dentro del carril sin intervención del conductor. Y, por último, pulsando el intermitente un par de segundos, vualà, el Drive Pilot… ¡adelanta por ti!
Los guiños a la reverenciada conducción autónoma no se detienen aquí. El rival de los BMW Serie 5, Audi A6 y compañía aparca solo. Aunque parezca una pijada más, en un coche de tamaño y visibilidad comprometidos (el puesto de conducción es bajo y el capó infinito para medir las distancias), contar con el Park Pilot te saca de algún apuro. El artilugio funciona en comunión con una aplicación del teléfono móvil, que primero te localiza un espacio libre, en batería o en línea. A través de esta app, con las llaves en la mano y fuera del vehículo a no más de dos metros de distancia, el Clase E se aparca y desaparca sin conductor a bordo.
En esta filosofía de cuidar al máximo los detalles, el último Mercedes Clase E no se ha olvidado de incluir, entre su equipamiento opcional, un sistema de audio de Burmester High-End D con 23 altavoces, algunos de ellos en el techo, logrando una experiencia auditiva de primera línea. En otro orden de cosas, aunque dentro de esta orgía tecnológica que es el Clase E, no se puede perder de vista los faros Multibeam LED de alta definición con 84 diodos que iluminan la calzada de forma automática. Casi tan extraordinarios como el precio: el Clase E, opcionales aparte, oscila entre los 48.000 y 65.000 euros.
Y en el corazón de esta gama se sitúa el Mercedes E 220d, basado en un nuevo bloque turbodiésel de dos litros y cuatro cilindros que rinde 194 CV de potencia y 400 Nm de par motor. Se combina con una caja de cambios automática de nueve velocidades (9G-Tronic) y la tracción trasera. El conjunto motriz es fantástico por empuje, refinamiento y especialmente consumo. Parece increíble que un coche de 1,7 toneladas de peso se mueva en torno a los 5,5 litros a los 100 kilómetros en una conducción ágil por vías de distinto tipo.
Aunque claro, increíble ya no es nada cuando le hemos visto aparcar solo.