Toyota vuelve la vista al hidrógeno sin dejar de mirar al coche híbrido
No son pocos los fabricantes que, de forma recurrente, vuelven la mirada a los años previos a la gran crisis financiera, cuando se hizo común señalar al hidrógeno como panacea para un futuro sostenible. Un famoso libro de Jeremy Rifkin, La economía del hidrógeno, fue esencial en aquella línea de pensamiento según la cual la red eléctrica de cada país, y quizá del mundo entero, se convertiría a la vuelta de pocos años (la obra se publicó en 2002) en una gigantesca malla interactiva de millones de pequeños proveedores y usuarios de este combustible.
Toyota, pionera y líder en la comercialización de coches híbridos, es seguramente la marca que más atención sigue prestando al hidrógeno. Ha sacado al mercado un modelo dotado de pila de combustible (fuel cell), el Mirai, y está probando en entornos reales su camión propulsado por hidrógeno. Ahora, además, anuncia dos prototipos para el próximo Salón de Tokio, que se inaugura el 27 de octubre.
La primera propuesta es una especie de monovolumen, llamado Fine-Comfort Ride, que se caracteriza por su forma de diamante, más ancho en el frontal que en la zaga, y por un habitáculo para seis ocupantes dispuestos en tres filas de asientos, las dos primeras con butacas independientes que se giran 360º. El concept destaca también por una gran luminosidad y por disponer de pantallas en lugar de ventanillas, en el sobrentendido de que en el futuro el conductor será un pasajero más que podrá desentenderse del volante.
La gran ventaja de un coche de este tipo con respecto a un eléctrico no es otra que el tiempo de repostar los tanques donde se aloja el hidrógeno. Toyota anuncia tres minutos para una carga completa que permitiría recorrer alrededor de 1.000 kilómetros. Nada que ver con las horas que precisa para recargarse la batería de los vehículos eléctricos que conocemos hoy.
La utopía de descarbonización soñada por Rifkin adquiere proporciones colosales en el segundo prototipo desvelado por Toyota, el Sora, primer autobús de hidrógeno fabricado por la marca y del que se van a producir 100 unidades que darán servicio a la ciudad de Tokio con vistas a los Juegos Olímpicos de 2020.
Así como el camión que ya recorre –de forma limitada– la ruta entre los puertos de Los Ángeles y Long Beach utiliza dos motores de Toyota Mirai, el Sora se valdrá también de una pila de combustible semejante que, en su caso, desarrollará 310 caballos. Sus 10 depósitos podrán albergar unos 600 litros de hidrógeno.
Con capacidad para 79 pasajeros, el autobús incorporará otros adelantos muy interesantes que no guardan relación con su sistema de propulsión. Por ejemplo, un control de aceleración que evitará o paliará los incómodos y peligrosos tirones que sufren quienes viajan de pie.
El Sora estará conectado de manera permanente con la infraestructura, llámese control de tráfico o central de la propia compañía, de manera que conocerá en todo momento las incidencias de la circulación y podrá cumplir mejor con los requisitos de puntualidad.
Por último, dispondrá de ocho cámaras de alta definición que vigilarán la presencia de peatones o ciclistas en el entorno del bus para avisar al conductor mediante señales acústicas y visuales, además de un sistema de aproximación automática con el que el vehículo quedará siempre a la misma distancia de los bordillos, para mayor seguridad de las personas con problemas de movilidad.