'Canal del funcionario' es el espacio de opinión de Miguel Hernández, funcionario de la Comunidad Autónoma de Murcia y de la Tesorería Territorial, articulista y colaborador en varios medios y autor de Rincones Insólitos de la Región de Murcia.
Librilla: ¿ciudad sin ley?
Ser una ciudad pequeña no te exime de cumplir las leyes. Reconozco que no se llega a entender muy bien a un Gobierno municipal que sigue sin el más mínimo relato de la ciudad que quiere dirigir, que quiere construir, que quiere legar a futuras generaciones.
La transparencia sigue siendo su gran asignatura pendiente. Resulta curioso comprobar cómo, la nueva Ejecutiva salida de las urnas, en lugar de abrir puertas y ventanas, levantar alfombras y poner a Librilla y sus ciudadanos en el lugar que les corresponde, apuesta por políticas basadas en las dudas y las sombras.
Librilla lleva demasiado tiempo sin ser noticia por algo positivo, y eso la está lastrando a niveles nada gratificantes.
Hoy es su negativa a trabajar y elaborar de manera participativa unos presupuestos para el año 2020 (por cierto, aún están con los presupuestos de 2017 en vigor). Ayer fue su negativa a buscar soluciones a su problema educativo. Anteayer dejó pasar una oportunidad de oro para que el ministro de Cultura (no todos los días se deja ver un dirigente de ese nivel por Librilla), fuera recibido por el alcalde para pedirle que medie y apueste por recuperar su emblemático edificio de Las Posadas para la ciudad y para la Región. En cambio, se apuesta por poner piedras en el camino y palos en las ruedas del futuro, demostrando una miopía impropia de un dirigente que antepone el interés partidista al del municipio. Y mañana, quizás, será 'disparar' (y lo entrecomillo), a quien crítica sus decisiones.
La gestión del dinero público es como la mujer del César, no sólo tienen que ser honrados quienes lo manejan, sino parecerlo. Se debe dar ejemplo. Rendir cuentas es una demanda que terminará imponiendo una sociedad que estoy seguro más temprano que tarde despertará.
Ahora la Corporación municipal tiene dos salidas: mirar el dedo que apunta a la luna, o cumplir las normas y hacer del Ayuntamiento una casa de cristal. Aunque también podrian matar al mensajero, deporte muy típico en esta región. Pero eso no solucionará el problema.
Librilla y sus habitantes se merecen ya alguna alegría, dénsenla.
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