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“Con nuestro primer disco sabíamos que si no funcionaba nos tendríamos que dedicar a otra cosa”

Los miembros del grupo Vetusta Morla (i-d) Jorge González, Pucho, Guille Galván, Álvaro B.Bagllietto, David 'El Indio' y Juanma Latorre.

José Lara

Echamos la vista atrás once años. Era un 23 de enero y amaneció un Día en el Mundo (2008) que no iba a ser cualquiera. Empezó a esquivar el viento la última bala de Vetusta Morla para dar un salto mortal definitivo después de comenzar a volar como hicieron desde la infancia, siendo casi niños. Pues son veinte los años que llevan los de Tres Cantos (Pucho, Juan Pedro Martí, a la voz; David García, el Indio, batería y coros; Álvaro B. Baglietto, bajo; Jorge González, percusiones y programaciones; Guillermo Galván, guitarras, teclados y coros; Juan Manuel Latorre, guitarras y teclados) dedicados a este arte. En 2011 trazaron Mapas que les ayudaron, con esa maldita dulzura que les caracteriza, a encontrarle sentido a todos los días raros que en su travesía pudieron encontrar. Es así como llegaron a La Deriva (2014) mágica que les permitió subir el Tourmalet, y a través de un golpe maestro coger aire para encontrarnos de nuevo en el Mismo sitio, distinto lugar.

Hacemos repaso con Guille Galván de las claves que los han llevado a este punto sin retorno en el mundo de la música, en su mundo en general.

¿Quiénes son Vetusta Morla?

Vetusta Morla es una banda de seis amigos que intentan hacer canciones y compartirlas con la gente desde los escenarios. Tratamos de poner ilusión y transmitir al público la adrenalina que nuestra propia música nos hace sentir a nosotros. Esto lleva pasando desde hace veinte años, últimamente con más repercusión mediática, pero en definitiva lo que nos une y lo que nos lleva a hacer canciones es lo mismo que entonces: la necesidad de hacer algo juntos y compartirlo con la gente.

¿Qué es lo mejor y lo peor de todos estos años?

Lo mejor, sin duda, es dedicarnos a lo que nos gusta y hacerlo con nuestros amigos. El hecho de poder viajar, de conocer el mundo gracias a la música. Y lo peor supongo que tiene que ver con ciertas pérdidas de tu vida personal. Está claro que hay ciertas circunstancias que si se ven desde un punto de vista aislado pueden resultar negativas, pero si las ves con otra perspectiva, todo analizado en su conjunto, pues al final merece la pena. Todo lo que tiene que ver con la exposición, la presión, la obligación constante de tener que estar pendiente y presente en redes sociales más allá de nuestro trabajo es algo que está a la orden del día. Es algo intrínseco al tiempo en el que vivimos.

Y en ese ir y venir en el que lleváis tanto tiempo inmersos, ¿no os sentís un poco como Alicia sin ciudad?Alicia sin ciudad

Muchas veces me preguntan en el entorno donde vivo: “Bueno, ¿y cuánto te queda de gira? A ver cuando vuelves a la vida normal”, y siempre les digo: “¡No, es que mi vida normal es esta!”. Tanto en la vida de estar fuera mucho tiempo, como en la vida de estar dentro de casa, tratamos de hacer de nuestro trabajo algo compatible con nuestro entorno, con aquellos que nos rodean y que nos quieren. Y para ello tenemos que aprender a hacer del sitio en el que estemos nuestro hogar, rodeados de nuestra gente de confianza y que nos ha visto crecer. Y al final, aunque parezca muy metafórico, las canciones son las paredes de nuestro hogar. Con ellas nos sentimos en casa, con ellas estamos rodeados de aquello que hemos estado construyendo durante tanto tiempo.

Vamos un poco atrás, al principio del comienzo: Un día en el mundo. Tremenda repercusión en su momento que se extiende a nuestros días. ¿Supuso un listón muy alto para futuras creaciones? ¿Sentís presión por mejorar?Un día en el mundo

Sentimos presión por mejorar, sí, pero esta viene de lo que tienes entre manos antes de grabar el disco. Es decir, la presión viene de las expectativas artísticas, por lo menos en nuestro caso, y no tanto de las comerciales, porque hemos estado mucho tiempo trabajando en la trastienda y pensando en música más allá del marketing y todo lo que hay detrás. Pese a ser nuestro primer disco, Un día en el mundo ha sido con el que más presión hemos tenido, aunque en aquel momento se viviese sin gente preguntando por él, por su despegue y por su respuesta ante el público. Con él sabíamos que si no funcionaba probablemente nos tendríamos que dedicar a otra cosa. Llevábamos ya bastante tiempo trabajando en la música, compatibilizándola con otros trabajos, y no podíamos seguir pidiéndole a nuestros jefes que nos dieran el día libre para grabar discos o tocar. Si se ve con perspectiva, el disco en el que realmente teníamos una sola bala era Un día en el mundo. A partir de ahí hemos jugado muchas finales, en ellas constantemente ha habido presión, pero yo creo que siempre hemos salido con esa sensación de decir “Vamos a disfrutar de la suerte y del privilegio de estar aquí y de poder seguir sacando discos”. Nuestra carrera musical nos ha llevado a lugares tan maravillosos como Berlín, donde grabamos el último disco (Mismo sitio, distinto lugar), Estados Unidos, México o Argentina. Al final, detrás de toda presión realmente hay un gran logro o un momento que si lo ves desde los ojos de aquel chaval que empezaba lo puedes entender desde la fascinación, desde el disfrute.

En otros sectores la presión viene marcada por el aspecto de la competencia. ¿En vuestro mundo esa presión se ve también por este asunto o por el hecho de no defraudar, a vosotros mismos en primer lugar, o a vuestro público en segunda instancia?

Si alguien vive la música con un espíritu de competencia yo le recomiendo que se compre un caballo y que se vaya al hipódromo a apostar por las carreras. Para mí la música es otra cosa muy distinta; no tiene nada que ver con mirar por el rabillo del ojo cómo va tu rival.

¿Hay alguna canción de la que no estéis especialmente orgullosos?

Todas tienen algo que cambiarías y en todas hay algún logro. Hay canciones en las que no te sale lo que quieres y otras que las ves más cerradas y fáciles desde principio y, sin embargo, al cabo de un tiempo te despegas un poco de ellas. Al final en toda canción hay un proceso y en todo proceso hay un aprendizaje, por ello no hay ninguna canción de la que no nos sintamos contentos.

En ocasiones, a los grandes os da por dejarnos con la miel en los labios en algún que otro concierto… ¿Recuerdas cuál fue la primera canción que decidisteis dejar de tocar en un concierto y por qué?

Las canciones van dando un paso al lado muchas veces, principalmente porque entran otras que van pisando fuerte. Cuando presentas un disco, la adrenalina y la ilusión de presentar los temas nuevos hace que por una cuestión física y de tiempo haya canciones del disco anterior que se tienen que quedar fuera. A veces no son las decisiones más justas. Depende mucho del contexto también, de si es un sitio más íntimo y pequeño, o de si es un festival… Hay canciones más adecuadas para unos espacios que para otros. Pero, fíjate, creo que somos un grupo que no se ha hecho a base de pelotazos radiofónicos y por tanto no estamos obligados a hacer sonar esas canciones que tanto se oyen en radio. Todo nuestro repertorio de canciones ha sido tocado alguna vez en directo y todas ellas se han recuperado en distintos formatos. Ellas son nuestro legado y hay que cuidarlas. Están vivas, y enfrentarnos a ellas en cada gira es lo bonito de nuestro trabajo.

Los días raros es uno de vuestros himnos. ¿De qué habla la canción?Los días raros

Es una canción en la que pasan muchas cosas más allá de lo lírico. Los días raros está hecha a base de etapas, no solo de texto sino también musical. Es una de las letras de las que más orgulloso estoy como compositor, pero también como parte de Vetusta Morla, porque creo que hicimos un trabajo con ella muy especial y que fue fruto de juntarnos y de desarrollarla. La letra tiene que ver con la ilusión de abrir un regalo y que luego esté vacío. Se escribe en un contexto donde parece que ese regalo para los jóvenes, que era el futuro que teníamos delante, en realidad no existía y era puro eco. Pero eso es una interpretación, puede haber muchísimas más.

Para Vetusta Morla la percusión y experimentar con nuevos instrumentos es una seña de identidad. ¿Seguirá siendo la tónica a seguir?

Somos un grupo de gente que busca cosas, que no nos estancamos en un estilo. Para nosotros la percusión ha sido una base fundamental, gracias sobre todo a Jorge y a David. De hecho, antes de ser batería, David fue percusionista flamenco y latino; tiene un conocimiento amplísimo de estructurar rítmicamente una canción, un aspecto también muy importante. Pero al final nos hemos criado tocando en parques y en sitios sin enchufar, de ahí que estemos acostumbrados a sonar con lo que se tiene a mano. Ello genera bases de percusión, ya sea con instrumentos tradicionales, con patrones electrónicos…, y es una de las señas de identidad de la banda, distinta a las de una banda de rock tradicional.

Son dos años los que se cumplen con Mismo sitio, distinto lugar. ¿Hay algo nuevo rondando?Mismo sitio, distinto lugar

Bueno, somos inquietos y haremos cosas, pero no va a haber disco nuevo de Vetusta en estos meses. Tenemos una gira bastante intensa y estamos haciendo cosas, pero ya os enteraréis de las que son.

Creasteis vuestro propio sello discográfico “Pequeño salto mortal”. ¿No están hechas las multinacionales para el indie, o al revés, el indie para las multinacionales?indie indie

Cuando creamos en 2007 “Pequeño salto mortal” lo hicimos por dos razones. Primero, por su mera existencia: necesitábamos un soporte para sacar nuestro disco, Un día en el mundo, y no había ninguna oferta realmente interesante ni por parte de las multi ni de las indies; y, en segundo lugar, porque siempre hemos hecho todo por nuestra cuenta, por lo que nos parecía lógico seguir así. La cosa desde el punto de vista de la industria ha cambiado mucho desde 2007, pero nosotros hemos querido seguir con nuestro sello, y estamos muy contentos de hacerlo, sobre todo de saber que lo que hacemos sale de una oficina muy chiquitita con María, con Mónica, con Estrella… Gente muy cercana que ha estado ahí desde el principio.

Estáis recién llegados de México. ¿Cómo ha ido la cosa por allí?

Bastante bien. Estuvimos en el Festival de Guadalajara “Rock X la Vida”, y luego en dos teatros muy importantes: el Diana, en Guadalajara, y el Metropolitan, en Ciudad de México. Y fue muy bien, los dos se llenaron y tuvimos un recibimiento importante. México es un sitio especial para nosotros. Hemos ido trece o catorce veces en los últimos diez años. Allí hemos seguido una evolución muy parecida a la que hubo aquí desde el principio, a base de tocar y tocar. Cada nueva vez tienes que seguir demostrando y ganándote a la gente, convenciéndole con nuestras canciones, y tenemos la suerte de tener un público muy agradecido y muy fiel allí. Es fantástico poder haber compartido con ellos estos últimos diez años y haber conocido su cultura y lo que musicalmente suena allí también.

El pasado año por estas fechas comentabais que acabasteis muy quemados por la gira de La Deriva y que Mismo sitio, distinto lugar había sido una especie de salvación. Ahora estáis a mitad de gira… ¿En qué punto os encontráis?DerivaMismo sitio, distinto lugar

No estamos en esas de momento (risas). Estamos bien, con mucha ilusión. Hemos hecho un pequeño parón en enero y en febrero y arrancamos esta fase de festivales con muchas ganas. Estamos bastante bien de coco, psíquicamente, y con ganas de hacer los festivales que no hicimos el año pasado, ya que todo fue conciertos propios. Hay mucha voluntad de empezar.

Tuvimos la suerte de disfrutaros con la Orquesta Sinfónica de Murcia. ¿Cómo lo recordáis?

Es una de las cosas más alucinantes que hemos hecho nunca. El tener la oportunidad de tocar con aquella orquesta y meternos en nuestras canciones con arreglos sinfónicos, con músicos de verdad, fue alucinante. Que gente así se una en un proyecto tan bonito, con el trasfondo que tenía, era lo más completo que se podía hacer: artísticamente era maravilloso, pero humanamente era lo más. Había que estar, te sientes importante por estar allí. Lo recordamos con mucho cariño. Disfrutamos verdaderamente, y es de esas cosas que a lo largo de tu carrera cuando miras atrás, brilla.

Inauguráis vuestra gira festivalera nacional en Murcia, en el Warm Up Estrella de Levante 2019. ¿Qué nos vamos a encontrar?

Pues os vais a encontrar con la banda y el equipo técnico ya bastante rodado de toda la gira, con una versión condensada por exigencias del guion de Mismo sitio, distinto lugar, ya que el festival es más corto de repertorio, pero con una explanada ya visitada en otros años que ojalá se convierta en una bonita comunión de público y banda. Queremos que el público de Murcia disfrute y se quede con la sensación de que ha merecido la pena.

Como Guille Galván escribes, compones, tienes un libro en el mercado, Retrovisores ¿Cómo lo haces, cómo realizas ese proceso? Retrovisores

Pues… no te queda otra. Tienes cierta necesidad de escribir y cierta suerte de que lo que escribes al final es aceptado por una banda, que es tu banda, que lo hace propio y lo canta, y te sientes superorgulloso. Y el proceso de composición no viene de las musas ni de unas condiciones ideales… Al final yo he compuesto canciones en un coche, en un autobús, después de dormir a los niños y con dos horas de sueño, o en días maravillosos de reacciones. Las canciones no dependen del estudio, ni de la sala en la que estés, ni del paisaje que estés viendo. Dependen de lo que quieres contar, de lo que eres y de cómo ves el mundo. Lo que está claro es que tienes que echarle muchas horas, ninguno de nosotros somos genios, y para llegar a un poema o a una canción cerrada hay muchos descartes, muchas peleas por la palabra que utilizas…

¿Y qué va antes, la letra o la música?

Depende de la canción. Cuando llegan juntas la letra y la música es maravilloso, pero en nuestro caso no suele ser así: cerramos la canción con la letra, aunque la melodía está más o menos clara desde el principio, y la letra suele ser lo que completa la canción. Pero muchas veces, ¡y benditas esas canciones sobre todo por el tiempo que te ahorran!, la letra y la música vienen de una.

Háblanos de La apuesta y de Alice Wonder.La apuesta

La apuesta fue un proyecto que me llegó por parte de Inés de León, que me pidió que le hiciera una canción para su nueva película. Me puse a componerla y por el tipo de peli y por lo que quería contar me parecía que la letra la tenía que cantar una chica. Y bueno, habíamos estado girando con Alice Wonder el año pasado, ella fue la telonera de varios de nuestros conciertos. Me parece que es una de las voces más impresionantes que hay en el panorama actual y que tiene un carrerón por delante, y bueno… se lo propuse. Y así fue: la cantó muy generosamente y de forma excepcional. Muy contentos con el resultado y con el hecho de haber participado en una peli; siempre es algo que tienes ahí, entre tus cartas a los Reyes Magos.

Estamos recién salidos de ese Sálvese quien pueda electoral… ¿Cómo ve Guille Galván el hoy y el mañana?Sálvese quien pueda

El hoy y el mañana igual que el ayer. La vida pública hay que construirla día a día, no solo cada cuatro años. Creo que es responsabilidad de todos luchar por los derechos humanos, por la convivencia y, sobre todo, por el saber vivir y entenderte con el que piensa distinto a ti, que es lo que al final tratamos de enseñarle a nuestros hijos y lo que tan pocas veces ponemos en práctica. Para mí eso se construye día a día. Podemos decir que el otro día se salvó una bola de partido…

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