Raúl Real, escritor: “He usado en mis textos a las mascotas como una sátira de la posmodernidad”
Raúl Real (Santander, 1976) aprovecha su presencia en el Congreso de Artes y Diversidad de Murcia para presentar el próximo martes 21 de febrero en Libros Traperos su 'Sopa de Batman' (La Marca Negra, 2021), una colección de cuentos (la segunda que publica) ambientados en la pandemia de covid en los que se ponen a rodar las vidas y las muertes de unos personajes puestos al límite.
Empecemos por el principio, en Wuhan días antes del primer caso de covid. El protagonista trabaja disfrazado de Batman y es el primero de otros muchos justicieros repentinos. ¿Reivindicas la acción en una sociedad amansada o es una reflexión sobre la violencia como recurso definitivo en casos de desesperación?
Este relato, que es el más extenso y da título a la colección, lo escribí a posteriori, cuando ya tenía una idea de lo que me traía entre manos. Mi libro anterior se había publicado unos meses antes y no tenía intención de escribir otro tan pronto. Comenzó como un juego: escribir cuentos cortos durante el confinamiento, una distracción para aislarme de lo dantesco de la situación. Una cosa fue llevando a otra. Usé la pandemia como un hilo conductor solo para contextualizar, nada más. El covid fue un telón de fondo, una excusa simplemente, lo que realmente me importaba era lo que les iba sucediendo a los personajes.
En cuanto a la violencia a un nivel estético sí me interesa, creo que es un interés que me viene más del cine que de la literatura. El mundo es un lugar cruel y mayormente injusto. Mis personajes, en ocasiones, se rebelan ante eso. En la vida real no suele darse el caso, así que, a través de ellos, quizás inconscientemente, procuro restablecer cierto orden de las cosas. La violencia está ahí, en cada uno de nosotros, no la reivindico, pero dejo que los personajes de los relatos hagan uso de ella llegado el caso.
En Semántica esquimal, donde los protagonistas son gatos abandonados, hay mucha recreación de los detalles más sanguinolentos y desagradables de la pelea ¿De dónde te viene el gusto por la escatología? ¿Por qué hay tanto pis, pus, sangre y escupitajos?
La verdad que a mí no me parece que lo escatológico tenga una especial relevancia en mis cuentos. En este caso le quise dar un poco de épica a la pelea, hay algo de wéstern crepuscular probablemente, Sam Peckinpah y todo eso. Los narradores somos a veces un poco efectistas, quizás de ahí el pis, la sangre y los gargajos. Son simplemente recursos, no pretendía revolver el estómago de nadie. Palabra.
Yo es que soy muy aprensiva. Uno de esos gatos se llama Duque en homenaje al creador de la canción We Can Be Heroes. Es como si el libro fuese una versión salvaje, We can be Batman. ¿Son tus personajes un Batman precario como el del primer cuento, que solo mantiene del original la voluntad de venganza?
Es interesante la pregunta. De Shakespeare a Charles Bronson, hay millones de ejemplos. Incluso la literatura puede ser una forma de venganza. Por otro lado, nunca he sido un gran lector de cómics de superhéroes, así que no había caído en ese Batman vengativo. El título de 'Sopa de Batman' viene por el murciélago infectado que supuestamente alguien se comió en aquel mercado de Wuhan. Batman me interesa más bien como icono pop. Por eso el cuento se subtitula «una improbable precuela». Pensé que estaría bien comenzar la narración en el supuesto lugar de los hechos, reiventando una historia, al menos tan inverosímil como las que nos contaron aquellos primeros días. Un tipo que se busca la vida disfrazado de Batman y vive en las calderas de un edificio enorme, explotado laboralmente por un hombre sin escrúpulos. Y sí, como apuntas, lo de Duque es un guiño a Bowie. El gato, antes de quedarse tuerto, tenía un ojo de cada color, por lo que el nombre del personaje vino rodado.
¿Cuál es tu relación con las mascotas? Parecen un tema recurrente en tus cuentos
Pues mira, no tengo mascotas, pero sí una hija pequeña (risas). La verdad que los animales siempre han estado presentes en mis relatos. Probablemente sea una influencia de las fábulas que leía de crío o de los dibujos animados que echaban por la televisión, a saber. A veces en mis textos he usado a las mascotas como especie de sátira de la posmodernidad. Si crees que solo te quiere tu gato algo mal estás haciendo. Pero sí, es cierto, tengo querencia por meter bichos en mis cuentos, incluso les doy diálogos.
Más allá de la ambientación pandémica, hay conexiones muy sugerentes entre los cuentos. La imagen del zorro paralizado por los faros aparece en un cuento de forma literal y en otro modo metafórico, como un adelanto de la catástrofe. La mujer que dice que los hombres son cuervos y el personaje A. que se convierte en uno. También repites en dos cuentos la expresión «cóctel infalible». ¿Qué buscas con esas resonancias?
Me interesa que los cuentos lleven cierta cadencia e incluso que unos inviten a otros, dejar pistas de personajes, situaciones o lugares ya transitados. Si el lector descubre alguno de esos guiños genial, pero sin interferir en la trama, quiero que la lectura pueda avanzar del mismo modo. Los recursos que citas pueden considerarse, como apuntas, adelantos de la catástrofe. Intento que el cuento se vaya tensando hasta cierto punto, que no resulte aburrido. Obviamente, no siempre se consigue. Lo de repetir cóctel, no sé, será cosa del subconsciente ¡Culparé de todo a mi editor!
En relación a lo anterior, esa «ley del mínimo esfuerzo» que dicen aplicar tus narradores está un poco en entredicho. ¿Cuál es tu relación como escritor con el trabajo de composición o documentación? ¿Eres minucioso o impulsivo en la escritura?
Me interesa más la trama que la exactitud de los datos. No escribo novela histórica. Suelo transitar lugares conocidos, situar mis cuentos en entornos cercanos y contextos que conozco bien, por lo que el margen de error no es muy grande en ese sentido. Pero, por ejemplo, si la acción va a desarrollarse en Wuhan, me documento un poco y busco que el nombre del parque donde trabaja el personaje principal exista de verdad. Aunque si tengo que poner un río, un burdel o un puesto de perritos al lado, por necesidades de la narración, los planto sin ningún problema.
Algunos de los cuentos que aparecen en el libro, los escribí de una sentada, en uno o dos días. Eso sí, luego me pasé reescribiéndolos varios meses. Ese es el proceso real de escritura para mí, el cuento aparece al final del camino. También hay que contar con la labor del editor y la correctora en este caso. Sus consejos fueron importantes para mí. Vamos, que soy una especie de minucioso compulsivo.
Casi todos los consejos para escribir cuentos insisten en conseguir una unidad de impresión, sin embargo, los tuyos son un carrusel emocional en el que se pasa de la risa a la rabia, al ridículo y a la desesperación. ¿Te divierte jugar con el lector o es una elección estilística?
Ambas cosas. Me interesa la interpelación, derribar la cuarta pared. Que el lector no sea solo un sujeto pasivo. Por eso, en ocasiones, muestro las cartas del proceso creativo en el propio relato. El libro partió como un juego, un divertimento para evadirme del sensacionalismo de los noticiarios, como una forma de abstraerme de todo lo que sucedía. Pero vamos, la interpelación, es simplemente un recurso, también hay narración bastante más clásica, un epistolario, un monólogo, cuentos de calado más social y hasta una especie de historia de terror. En este libro me interesaba que el conjunto fuera variado; en ocasiones cruel, unas veces emotivo y otras divertido. Fue algo premeditado.
Ya que también eres músico, me pregunto si en tu caso hay algún parecido en el abordaje de la literatura y la música. Tanto desde la faceta de creador como desde la lector o público.
Llevo tocando cerca de treinta años, por lo que sería imposible que no existiera, aunque fuera de rebote, cierta conexión. Existen, obviamente, paralelismos, y a veces pueden convivir, pero creo que no se debe intentar forzar esa convivencia. Si surge genial, pero se ve a la legua cuando se trata de algo impostado. A veces se ha querido meter con calzador la figura del poeta/rockero. La literatura, por ejemplo, es un camino mucho más solitario y la gracia del Rock&roll, para mí está en compartir la experiencia creativa con los compañeros de banda. Casualmente, he empezado hace unos meses a escribir nuevas canciones en castellano, que están bastante más ligadas a lo que serían mis textos literarios, por lo que puede que en un futuro cercano acabe desdiciéndome (risas). La vida sin paradojas sería un aburrimiento. Por ahora, ambas cosas me siguen apasionando y me hacen sentir bien, por lo que de momento seguiré en el empeño. Por separado o revueltas. Eso ya lo veremos.
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