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La medalla del honor

Carlos Collado, en 2017, durante un acto del PSOE celebrado en Murcia | PSOE RM

Manuel Segura Verdú

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Carlos Collado contó en una entrevista concedida en 2017 a la Cadena SER que sus males políticos comenzaron el día en que se enfrentó a Alfonso Guerra. Fue cuando el todopoderoso vicesecretario general del PSOE convocó un cónclave secreto en Moncloa para desactivar a Felipe González. Tal y como suena. Collado no quiso participar en lo que calificó de “golpe de Estado” contra el líder de los socialistas españoles. “Conmigo no cuentes para eso, Alfonso”, fue su lacónica respuesta. Y con Guerra ya se sabía que el que se movía no salía en la foto.

El resto lo hicieron el secretario general del PSRM-PSOE, Juan Manuel Juma Cañizares, y sus adláteres, que le ganaron el congreso regional en diciembre de 1990. “Recuerdo con gran dolor el comportamiento de algunos compañeros en aquellos días, que fue, sencillamente, miserable”, recordaba el expresidente de la Comunidad Autónoma. “Me sentí traicionado y apuñalado por todas las partes de mi cuerpo”, añadía. El entorno de Juma, que era quien dirigía la potente organización socialista, entendió que poco tendría que hacer mientras Collado ostentara la presidencia de un Gobierno en el que ellos nunca estarían incrustados. Con él al frente de la candidatura del puño y la rosa, el PSOE ganó por mayoría absoluta, y de forma sucesiva, con un 45% de los votos, las elecciones autonómicas de 1987 y 1991, obteniendo 25 y 24 escaños, respectivamente.

Collado dimitió en abril de 1993 cercado por los suyos, tras el denominado escándalo de Casa Grande, un proceso judicial en el que se vio envuelto por la venta de unos terrenos para que allí se instalara la multinacional General Electric. Lo acusaron de prevaricación y malversación de fondos. El sector jumista azuzó todo aquello junto a los enanos, otra corriente interna liderada por Enrique Amat -enfrentado a Collado y partidario en 1984 de que al dimitido Andrés Hernández Ros lo sustituyera José María Morales Meseguer y no él-, hasta el punto de que tuvo que arrojar la toalla. Le sustituyó en el Palacio de San Esteban la diputada socialista y vicepresidenta de la Asamblea Regional, María Antonia Martínez, “alguien que nunca hubiera llegado ahí si no llega a ser de esa manera”, recordaba. En el nuevo Ejecutivo se instalaron los que apoyaron su caída. Y coparon la vicepresidencia y las consejerías con gente de su más absoluta confianza.

El calvario de Carlos Collado con el caso Casa Grande, “la gran excusa que se inventaron ellos para defenestrarme”, se prolongó durante varios años. Finalmente, fue absuelto por el Tribunal de Cuentas en 1997. “Actué de forma totalmente correcta”, explicó Collado. “Unos terrenos que eran mucho mejores que los de Los Camachos”, aseguraba sin dudarlo.

La crisis industrial de Cartagena fue otro de los focos a los que se tuvo que enfrentar Carlos Collado a comienzos de la década de los noventa, con el desmantelamiento de la empresa pública y unos graves incidentes que desembocaron en algo insólito: la quema de la Asamblea Regional en 1992. “Pasear aquellos años por Cartagena era pasear por el país de la tristeza”, reconoció, indicando que intentaron hacer lo que pudieron para salvar los empleos.

“Dimití porque contra el partido no se puede luchar. Eso lo aprendí rápidamente. Y más, si había perdido la confianza de quien fue mi mentor, Alfonso Guerra”, explicaba. Años después, durante un acto celebrado en Lorca ante unas 1.500 personas, el que fuera presidente de la Asamblea Regional y alcalde de la ciudad, Miguel Navarro, le pidió públicamente perdón. Navarro, que fue uno de sus hombres de confianza, también lo había traicionado en su día. “Me dijo que lo que me hicieron fue una salvajada”, rememoraba. Solo resultaron capaces de no hacerlo “cuatro o cinco, que fueron los capitostes de todo aquello”. Sin embargo, “el partido, en sí, no me ha restituido mi honor”, se lamentaba con mezcla de resentimiento y desencanto. “El PSOE se hundió en esos momentos, fue cayendo y todavía no se ha repuesto en esta Comunidad Autónoma”, concluía.

Carlos Collado cumplirá 85 años el próximo mes. Vive de forma apacible, rodeado de su familia, desde su jubilación como profesor de instituto de enseñanza secundaria. La Filosofía era su especialidad. El Consejo de Gobierno acordaba esta semana concederle la Medalla de Oro de la Región, una distinción que recogerá el próximo 9 de junio durante el acto institucional que tendrá lugar en San Javier. Ha tenido que ser un Ejecutivo con un presidente del PP el que reponga la honorabilidad de un hombre que fue víctima de la iniquidad hace tres décadas y masacrado por los suyos. Igual es que en el PSOE no ha habido tiempo en todos estos años de lavar su imagen, tan ocupados como han estado cortando cabezas a sus líderes incipientes. Y es que ya lo dijo Churchill a aquel joven y bisoño parlamentario; eso de que los adversarios son los que están en la bancada de enfrente y los enemigos, detrás tuyo.

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