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El Podemos Murcia que profetizaría Orwell
José Enrique Saura Ruiz
Murcia —
A la hora de contextualizar el final del Absolutismo y el comienzo del Estado liberal que, posteriormente, pasaría a ser también Estado de Derecho, los historiadores señalan tres revoluciones como desencadenantes: la británica en el siglo XVII, la de la Independencia de los Estados Unidos y, por supuesto, la Revolución Francesa, ambas bien entrado el siglo XVIII.
Si analizamos fríamente a los teóricos de estas revoluciones, fácilmente llegamos a la conclusión de que defender la existencia de una sociedad democrática en un Estado de Derecho pasa por reconocer que el ser humano es capaz de dar el peor trato a sus semejantes, si se le permite que dé rienda suelta al autoritarismo que pueda ser capaz de albergar, pero a la vez, está en condiciones de promover una serie de mecanismos jurídicos e institucionales que, siendo protegidos y garantizados, hacen posible una convivencia dentro de una cierta libertad, concordia y respeto. Lamentablemente, siento una de las mayores decepciones de mi vida al comprobar personalmente la espiral, a mi juicio, aceleradamente con tintes cada vez más autoritarios y antidemocráticos, en la que ha entrado Podemos en Murcia, y que le hace promover lo primero y renegar de lo segundo.
Un mecanismo básico que se resquebraja por momentos es el “principio de legalidad”. Ello es debido a que el Consejo Ciudadano Municipal, pese a ser elegido por los inscritos en Podemos, no puede atribuirse facultades ilimitadas, sino que sus potestades se concretan y dependen de los estatutos del partido, que son el reflejo de lo que la Asamblea ciudadana, es decir, el poder constituyente y el único detentador de la soberanía en este movimiento político, voluntariamente ha decidido delegarle. No por votar en un ámbito reducido -el Consejo-, se actúa democráticamente, si lo que se decide es algo para lo que no te ha habilitado el órgano superior que realmente tiene ese poder de decisión en exclusiva. Insisto, no es democracia, sino fraude y caciquismo.
En los últimos meses, el Consejo ha usurpado ilegítimamente la soberanía a la Asamblea ciudadana y, obviando que ésta ya se posicionó con un abrumador 96% de los votos a favor de apoyar la opción de Cambiemos Murcia para las elecciones al Ayuntamiento de Murcia, le retira su apoyo. La justificación dada fue, en su momento, que la candidatura de Cambiemos se había deshecho, lo cual es a día de hoy notoriamente incierto y, sin embargo, se sigue sin cumplir lo que votó la Asamblea.
Algunos miembros del Consejo afirman que Cambiemos ya no cumple sus principios fundacionales, lo cual no es compartido por muchos de los militantes de Podemos ni por este consejero. Pese a ser conscientes de su falta de legitimidad para enrocarse en esta postura, esta parte del Consejo se agarra a la aritmética, ya que suman más de la mitad del total de 25 miembros, para evitar que la decisión final de retirar el apoyo a Cambiemos Murcia la tome la Asamblea (quien verdaderamente debe hacerlo) previa remisión de una nueva consulta.
Para mayor escándalo, se forma una nueva mayoría aritmética dentro del Consejo compuesta por integrantes de la lista de Ahora Murcia y simpatizantes de la misma que ahonda en estas actuaciones antiestatutarias. Esta mayoría se extralimita hasta tal punto que, pasando por encima de una decisión que solo puede corresponder a la Asamblea ciudadana, vota apoyar públicamente a la opción de Ahora Murcia para las municipales.
Básicamente, se votan apoyarse a sí mismos sin arriesgarse a que una masa social de inscritos en Podemos pueda decir lo contrario. La coartada esgrimida es que no hay tiempo material de poner en marcha la plataforma telemática para que voten los afiliados, pero la respuesta que se les da es muy evidente: convoquemos una asamblea presencial, igual que hacíamos cuando elegíamos a quién avalar para las primarias a elecciones europeas, o antes de saltarnos irreversiblemente los estatutos, directamente, no apoyemos algo que no estamos legitimados para apoyar. Curiosamente, estos argumentos les suenan a chino a algunos mis compañeros del Consejo. De hecho, se tacha de “no serias” a estas propuestas.
Con el mayor de los respetos, confieso que esta situación me recuerda a la parte del magnífico libro “Rebelión en la granja” en la que los cerdos, una vez que acaparan el poder, deciden manipular clandestinamente el listado de normas de las que todos los animales habían decidido dotarse para vivir en una libertad material y no meramente formal. El libro de George Orwell está muy bien traído para lo que vivimos en Podemos Murcia.
Esta situación tan preocupante, se agrava de forma exponencial si tenemos en cuenta que también adolecemos de otro mecanismo tan básico y necesario como la división de poderes, es decir, el reparto de las distintas facetas del poder institucional en distintas figuras que actúan como contrapesos entre sí y que no permitirían su concentración en un solo órgano incapaz de ser controlado. Ya hemos dicho que el Consejo, órgano de carácter ejecutivo, pasa por encima del verdadero órgano decisor, pero además, el Consejo también se alía con el órgano encargado de velar por el cumplimiento de los estatutos y actuar frente a incumplimientos de éstos: la Comisión de Garantías Democráticas.
No hacía falta ser muy inteligente para sospechar que una Comisión de Garantías vinculada de antemano a la misma marca y corriente mayoritaria en los órganos políticos que debe fiscalizar, pecaría de parcialidad y falta de transparencia. Es la consecuencia lógica de que dos poderes no sean independientes entre sí. No es nada nuevo.
Hemos visto recientemente que dos compañeras han denunciado sufrir un proceso extrañamente apresurado, opaco y carente de garantías de defensa por parte de esta comisión. De este proceso, que está pendiente de resolver la justicia ordinaria, quien más se ha beneficiado han sido miembros del “núcleo duro” de la cúpula autonómica y municipal, que han logrado puestos mucho más ventajosos en la lista a la Asamblea regional del próximo 24 de mayo, en perjuicio de dos compañeras que despertaban simpatía entre las bases de Murcia, Molina de Segura y Las Torres de Cotillas pero que, sin embargo, no formaban parte de esta cúpula.
Lo siguiente es que, ante una decisión que ha de tomarse con carácter urgente, como es dilucidar si la retirada del apoyo por parte del Consejo Municipal a Cambiemos Murcia para las elecciones de dentro de unas pocas semanas es ilegítima, se deja completamente aparcada para ser tomada quizás cuando ya no tenga efectos prácticos, no antes. Lo mismo sucederá cuando les llegue la próxima denuncia por el apoyo a Ahora Murcia emitido por el Consejo saltándose los estatutos. Incluso, se llega al punto de que ante supuestas acusaciones de “pucherazos” en los tres últimos procesos de primarias organizados por Podemos en Murcia, se mira a otro lado y ni siquiera se realiza por parte de esta Comisión una mínima investigación de oficio para comprobar que los consejos ciudadanos municipal y autonómico son el resultado de un proceso limpio.
De nuevo esto me recuerda a aquella parte del libro del libro de Orwell en la que los cerdos se erigían en jueces absolutos para condenar a cualquier otro animal que discrepara de ellos y, simultáneamente, absolver a todos los cerdos que cometían abusos continuados y persistentes hacia sus compañeros de granja. Llegado a este punto, solo puedo citar al célebre Groucho Marx: “Partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cotas… De miseria”. ¿Hacemos algo ya para acabar con esto y volver a lo que nunca debimos dejar de ser?
José Enrique Saura Ruiz es miembro del Consejo Ciudadano Municipal de Podemos Murcia
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