Si algo hay que agradecerle a la derecha española, es sin duda su claridad en cuestión de políticas públicas. Así que nadie se lleve a engaño si dentro de tres años, cuando está previsto convocar nuevas elecciones, (la moción de censura se aleja cada día más, al mismo ritmo que Ciudadanos se agarra a San Esteban como un clavo ardiendo), vuelve a ganar el Partido Popular y la sanidad pública, junto a la educación pública, sigue trasvasando recursos a las privadas a través de conciertos.
Todos reconocen la importancia que ha tenido la estructura sanitaria pública en la mayor crisis sanitaria que se ha vivido en los últimos cien años, de hecho, millones de personas salíamos a la calle durante semanas a aplaudir a los profesionales del Sistema Nacional de Salud por su trabajo desde lo público. Sin embargo, de manera sorprendente, empiezan a llegar las primeras encuestas, y en todas se aprecia una tendencia que, de realizarse, nos llevaría exactamente al otro lado de la orilla. Es decir, hacíamos palmas a las ocho, al mismo tiempo que cuando nos preguntaban, apostábamos por quienes, sin esconderse, pretenden desmantelar la sanidad pública.
PP y Ciudadanos, pero sobre manera VOX, no creen ni en lo público, ni mucho menos en la gestión pública. En cambio, los murcianos y murcianas seguimos haciendo palmas con una mano y cabreándonos cuando el Mar Menor escupe peces muertos, olores y fango con la otra; depositando nuestro voto y nuestras esperanzas para tener una sanidad pública decente y sentirnos orgullosos del Mar Menor en quienes apuestan por seguir esquilmando y degradando ambos recursos esenciales.
Es como si después de ver que el Ártico ha alcanzado hasta 40 grados, apostamos por quienes niegan el cambio climático como solución a nuestros problemas.
Si dentro de tres años el millón de murcianos y murcianas con derecho a voto, le damos la mayoría absoluta en la Asamblea Regional a PP y VOX, sólo les pido una cosa: sean honestos y luego no se enfaden y pongan el grito en el cielo si la sanidad pública deja paso a la privada; si aparece una sanidad de primera y otra de segunda; si la agricultura intensiva gana por goleada y los pesticidas; si los fertilizantes entran en nuestra dieta a cambio de trabajo mal pagado, pero con terratenientes más poderosos y más ricos, capaces de llenar de tractores la capital si alguien les tose.
Así que sólo me queda, de corazón, darle las GRACIAS a aquellos partidos políticos que dicen a la cara y sin esconderse que las pensiones públicas deben dar paso a los fondos de inversión y a las entidades financieras; y que, sobre todo, la igualdad, la justicia y el medio ambiente quedarán supeditadas a la LIBERTAD individual.
2