Si, ya sé que el tema de Rubiales está muy manido, y que se han escrito y se seguirán escribiendo ríos de tinta. Pero es que yo quería ir más allá, el 'caso Rubiales', no es solo el affaire de un gañán y machista que hasta esta mañana presidía la Federación Española de Futbol. Es el caso de todo el fútbol español y, si me apuras, de una parte de nuestra sociedad tramontana y trasnochada.
Basta con haber escuchado estos días algunas de nuestras tertulias radiofónicas deportivas, haber visto algunos programas futboleros de televisión o haber leído determinadas portadas de prensa escrita deportiva para que a cualquier observador imparcial, con un mínimo de sentido común, se le caiga la cara de vergüenza, cuando no le den directamente ganas de vomitar.
Por no hablar del silencio cómplice, hasta casi el último minuto de la inmensa mayoría del mundo del futbol. Futbolistas, entrenadores, presidentes de clubs, presidentes de federaciones….
Es verdad, por no ser injusto, que desde el primer minuto se han producido honrosísimas excepciones como la de Ángel Torres, presidente del Getafe, que pidió su dimisión o la de Manuel Camino, presidente del San Andreu que, literalmente, dijo en el programa de Onda Cero, Radio Estadio que “las territoriales están compradas. Hay que limpiar la Real Federación Española de Futbol y todas las territoriales están contaminadas. Es ahora o nunca. Los clubes tenemos miedo. El Gobierno tiene que tomar medidas, si nos abandona tendremos represalias con arbitrajes, documentación, etc”.
Y es que el ínclito ya expresidente de la federación, en un último intento de aferrarse al cargo, convocó una Asamblea extraordinaria de las federaciones territoriales para este viernes. Con el objetivo de recabar apoyos y para que los respectivos presidentes cerraran filas en torno a él. Y, probablemente, si no es por la presión mediática y social, esta maniobra le hubiera salido bien. Pero a última hora del día de ayer, la Federación Vasca se desmarcó de esta farsa y con ella la Real Sociedad y, a partir de ahí, la bola de nieve se fue haciendo tan grande que la previsible Asamblea a la búlgara se ha terminado volviendo en su contra.
Desde luego, la imagen que hemos dando en el exterior no es precisamente la de un país moderno, avanzado e igualitario que pretende organizar un mundial masculino de futbol en 2030. Lo bueno, es que se ha reaccionado a tiempo y, finalmente, el personaje, no por voluntad propia, sino por la presión social, se ha visto abocado a dimitir. Pero aún nos quedan muchos pasos por dar en materia de igualdad, y no pequeños.
Por otro lado, dicen que a grandes males, grandes remedios. Y es que estos últimos episodios del personaje, siendo gravísimos e inaceptables, no habían sido los primeros ni los únicos. De hecho, el ya expresidente de la Federación Española de Futbol, llevaba tras de si una larga retahíla de escándalos (me faltaría artículo para enumerarlos todos), en los que muchos de nuestros dirigentes deportivos, y muchos voceros del deporte han mirado para otro lado, cuando no los han tapado, como seguramente también hubieran pretendido hacer ahora. ¿Qué tendrá este deporte y lo que mueve? El opio del pueblo que le llaman. Pero en este caso, la última palabra ha sido pronunciada precisamente por la gran mayoría del pueblo soberano, bien representado en este caso, al César lo que es del César, en las personas sus dirigentes. Y hemos sabido estar a la altura como país. Ahora queda entrar con una pala hasta el último rincón de este putrefacto mundo del futbol, tan endogámico y que ha quedado retratado.
P.D. De un futbolero avergonzado.
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