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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Los tertulianos departen sentados, los periodistas presentan de pie

Teatralización de los platós televisivos

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El pódiun

Desde la época de las cavernas, cuando el animal grande se comía al pequeño cazador/recolector, lo grande y elevado se ha quedado grabado en nuestro inconsciente colectivo como “lo importante”. El pódium del ganador, el triunfo del guerrero, la torre del rey o la tribuna del estadio son el lugar del poder y del protagonismo. Lo físicamente elevado y/o aumentado corresponde en nuestro emocionario al héroe.

La escena

En el último año hemos visto como Antena 3 y La Sexta, hasta el telediario de toda la vida de la 1, abandonaban la mesa en algunos momentos, para hablar de pie a la audiencia con un “pantallón” gigante detrás. En esta pantalla se suceden las personas, las explosiones, los ríos de lava, los migrantes, las batallas los niños muertos y las cargas policiales. En algunos de estos noticieros el colmo de la teatralización llega con las infografías 3D y la realidad aumentada, que convierten el plató en un parque temático de la sensación. Sumada al poco tiempo entre noticia y noticia, el informativo es impactante antes que reflexivo.

Al mismo tiempo Sálvame, Ya son las 8, Cuarto Milenio, Todo es Mentira y otros programas, digamos mixtos, de cotilleos y debates sobre temas variopintos, dejaban el tresillo y los decorados naif para sentarse alrededor de mesas circunspectas, con muy poco atrezzo, sobre las que se ven los móviles, las tableth conectadas y los papeles de datos o incluso bolígrafos y cuadernos. Es decir que, verdaderas o falsas, sus afirmaciones se muestran al público apoyadas por instrumentos de documentalización. 

Las y los periodistas “serios” que presentan las noticias en las pantallas gigantes, ultra coloridas y adornadas de rótulos, infografías, efectos y juegos tipográficos, se limitan a leer otras pantallas, situadas fuera del campo visual. Las noticias parecen, por esta misma ausencia de documentos o instrumentos que confirmen sus palabras, meras opiniones. Además, opiniones empequeñecidas por el personaje o acción que aparece detrás de ellos en las pantallas gigantes, que, por el tamaño y por su situación envolvente, adquieren connotaciones de protagonismo, poder e importancia, como dijimos al inicio. Todo aquello que se ponga en el “lugar elevado” recibirá nuestra atención –y la admiración de las personas menos críticas–, aunque sean asesinos o mentirosos.

Los adornos

En mayo de 2021 se publicó el análisis de Alcalá-Santaella, M., Alcolea-Díaz, G., y Navarro-Sierra, N.: “Factores de credibilidad e interés de las noticias en el paisaje (des)informativo” (Estudios sobre el Mensaje Periodístico 27) en el cual leemos: “Las narraciones de noticias con una presentación más sensacionalista en cuanto al estilo resultan menos creíbles”. Según los datos de este estudio, los encuestados interpretan los elementos estilísticos como intentos de convencer y de camuflar con apariencia de real algo que es falso.

Es decir, que cuando las cosas se nos muestran mediatizadas por adornos, ilustraciones o efectos especiales, adquieren connotaciones de escena de una película o de trama ficcionalizada. La verosimilitud del dato se pierde en estas puestas en escena presentadas, además, por un o una periodista vestidos siempre como para asistir a un evento y nunca como un trabajador. Las noticias se convierten así, en productos puestos “en bonito”, revestidos de espectacularidad, dotados de atractivo. Y un producto puede ser comprado/creído... o no.

Los serios

Por otro lado, tenemos la puesta en escena de los programas de cotilleo o de tertulias, donde actores, expolíticos, personajes de la crónica rosa o simples famosos departen sentados, rodeados de instrumentos muy serios sobre romances, famoseo, mentiras o leyendas de lo paranormal o invent–. Su conversación, que es un mero intercambio de opiniones –a veces, fundadas y a veces no–, aparenta ser un debate “duro”, “serio” animado por la vehemencia con que defienden sus posturas. Para subrayar estas discusiones, Ana Rosa y otros presentadores, usan gafas de ver, de gruesa pasta oscura, que se quitan y se ponen durante el programa, a la manera de los intelectuales en programas antiguos como Clave. Así, la tertulia se convierte en un hecho grave y formal, que empapa al espectador con los tonos de la documentación, del dato inapelable, de la auctoritas.

Resultado de esta “teatralización de los noticieros” y “formalización de las tertulias”, es que la parrilla de televisión se está convirtiendo en un abigarrado continuum de efectos especiales veloces que nos 'shokean', como predijo Naomi Klein en sus libros. Haciendo un chiste, podríamos decir que nos hemos pasado de rosca con el afán de “enseñar divirtiendo”. En definitiva, las noticias del mundo están perdiendo la verosimilitud, mientras las tertulias se acrecientan como “debates serios”. Así se explican muchas de las facilidades que tienen los mentirosos de propagar bulos y tontadas. Sin olvidar, que cuando un periodista pierde su credibilidad por una teatralización de su discurso, toda la sociedad pierde pie en la realidad. Y entonces puede ser manipulada.

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