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Erripagaña, un paseo por el barrio navarro de los cuatro alcaldes

Avenida Erripagaña dividida por la gestión municipal de Pamplona -a la izq.- y Burlada -a la dcha.-

Sol Gragera

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En poco más de un kilómetro por donde transcurre la avenida Erripagaña, los vehículos que transitan por ella deben frenar en dos tipos de badenes diferentes. Uno de ellos se ubica en un tramo de 300 metros y es un paso de peatón sobreelevado construido con material de hormigón. El último de este modelo está separado por 50 metros de distancia con otro reductor de velocidad fabricado con caucho. El primero de ellos lo ha puesto el Ayuntamiento del Valle de Egüés. El segundo corre a cargo del Ayuntamiento de Burlada. Y ambos tienen competencia en la misma calle que también pisa terreno de Pamplona. El consistorio pamplonés es, junto al de Huarte, la cuarta ventanilla a la que tienen que llamar los vecinos de este barrio fragmentado y denominado como su principal avenida. Las opiniones entre los 13.000 habitantes de la zona también están divididas: un 35% de ellos quiere la unificación con Pamplona, mientras que un 38% prefiere independizarse y constituir un municipio diferenciado.

“El querer una unidad administrativa propia muestra un mensaje muy potente a los ayuntamientos, a pesar de que los vecinos somos conscientes de que no sería viable económicamente”. Así de claro lo ve José Luis García, el secretario de la Asociación Vecinal de Erripagaña que ha impulsado la encuesta. A la misma han respondido 1.077 vecinos de un barrio con apenas 10 años de vida. En una superficie de unas 80 hectáreas, actualmente hay construidas 4.019 viviendas divididas en dos zonas residenciales separadas por espacios libres y verdes. En los edificios, en su mayoría de diez plantas, habitan sobre todo familias y personas jóvenes. La mitad de los vecinos que han respondido a las preguntas pertenecen a Burlada. Un 25% vive en la zona de Pamplona y otro 17% en el Valle de Egüés. La peculiaridad de este último municipio radica en que está conformado por diez concejos, entre los cuales se encuentra Sarriguren, que linda al oeste con el vecindario. Los resultados de la encuesta arrojan un descontento generalizado con la gestión de los consistorios que deben prestar servicio. Un 65% les da un suspenso y califican su labor como “mala o muy mala”, frente al 8% que la considera como “buena o muy buena”. Salvo Huarte, donde gobierna EH Bildu con Alfredo Arruiz como primer edil, la alcaldía del resto de municipios está liderada por Navarra Suma -coalición que aglutina UPN, PP y Ciudadanos-, con Enrique Maya en Pamplona, Ana María Góngora en Burlada y Amaya Larraya en Valle de Egüés.

En la avenida Erripagaña, en el lado del Valle de Egüés, Gabriel Latrónico regenta la ‘Taberna’. Mientras el pan se calienta en el horno cuenta cómo sirve desayunos a los operarios municipales que llegan vestidos con uniformes de distinto color, según el ayuntamiento contratante. Un otoño, relata, durante dos meses nadie apareció a limpiar esta zona de la calle mientras las hojas comenzaban a amontonarse en la acera. Pero apenas unos metros a la derecha de la puerta de su local, la vía lucía limpia gracias a los trabajadores dependientes de Burlada. Latrónico no solo se queja de los servicios prestados, también de las mayores trabas burocráticas puestas por el Valle de Egüés para tramitar y renovar su licencia de terraza cada año. Y es a este consistorio al que paga religiosamente sus impuestos.

Separado este establecimiento por apenas 300 metros, una farmacéutica también se queja de la desatención del Ayuntamiento de Burlada, al cual contribuye. Según estiman desde la asociación vecinal, los impuestos aportados por los vecinos del barrio oscilan entre los dos y tres millones de euros al año entre el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y diferentes tasas municipales. “Creo que una unificación sería una buena idea”, señala detrás de su mostrador mientras entra una clienta a la farmacia. Reconoce que muchos vecinos de la zona que acuden a que les dispense sus medicamentos les corresponde el centro de salud de Burlada, pero prefieren ser atendidos en Sarriguren. La razón radica, por un lado, en que el barrio no cuenta con un centro de salud propio. La construcción de uno está comprometida por el Gobierno de Navarra para 2023 y está pendiente de una modificación del Plan Sectorial de Incidencia Supramunicipal -PSIS-. Además, por medio de este cambio se contempla crear una gran plaza pública, una parcela para equipamiento comercial y 450 viviendas más. Otro de los motivos que esgrimen los vecinos se halla en la falta de accesibilidad de esta zona con la localidad de Burlada, con la que de hecho están separados por el río Arga. Salvar esta distancia, apunta la farmacéutica, demora casi el mismo tiempo a pie que en vehículo. Y tampoco hay línea de autobús directa que les lleve al municipio al que en realidad pertenecen.

División territorial y fragmentación administrativa

El barrio de Erripagaña constituye un núcleo de población territorialmente diferenciado. Y esta es una de las características exigidas en el artículo 14 de la Ley Foral 6/1990 para crear un nuevo municipio. Como apunta José Luis García, el barrio ubicado al sur de Burlada está también separado de este municipio por las ripas de Beloso. La única conexión existente es un puente. La distancia con Huarte asegura que es “insalvable” por el polígono industrial de Areta, donde no hay paso de peatones para cruzar la NA-2306 ni transporte público que lo haga. “Los vecinos que pertenecen a Huarte están completamente abandonados”, se queja. Una ronda al oeste separa el barrio con Sarriguren, cuya conexión para los viandantes fue mejorada recientemente con la construcción de una pasarela peatonal. Con Pamplona, al este, el acceso se realiza por la carretera PA-33.

Pese a esta división territorial y su fragmentación administrativa, García es consciente de la inviabilidad económica de constituir un ayuntamiento propio. Según recoge la mencionada ley foral, una de las condiciones es ‘que los municipios resultantes cuenten con recursos suficientes para el cumplimiento de las competencias municipales y no suponga disminución en la calidad de los servicios que venían siendo prestados’. Y Erripagaña no cuenta, entre otras cosas, con un polígono industrial que permita recaudar suficientes impuestos para dar servicios públicos de calidad a los vecinos. “No estamos recibiendo ningún servicio y estamos pagando nuestras contribuciones. Los vecinos, con razón, no entienden este requisito”, apunta García.

La única instalación municipal con la que cuenta el barrio se encuentra en la avenida Erripagaña. Se trata del Estadio de Fútbol Municipal de Burlada y los niños y niñas de Pamplona lo pueden contemplar desde los balcones de sus casas. Pero no tienen prioridad para matricularse en sus actividades. Para mayor enfado de los vecinos, este ayuntamiento ha anunciado que ubicará en el barrio un campo de béisbol. Y García se queja: “Burlada quiere renovar y ampliar todas las instalaciones deportivas que tienen en su núcleo urbano. El campo de béisbol les molesta en su actual ubicación. La sensación que tenemos es que somos el trastero del resto de ayuntamientos”. Esta instalación, apunta, ocuparía la única parcela dotacional deportiva libre en Erripagaña.

Martín pasea por el barrio con su hijo de apenas unos meses por la PA-33 en territorio de Burlada. Vive en Pamplona y, por tanto, tampoco tiene prioridad para acceder a las actividades deportivas de esta zona. “Creo que es mejor que nos juntemos para lograr más fuerza. La solución pasa o por tener ayuntamiento propio o pertenecer a uno solo”, opina. Entre otros servicios, asegura que echa en falta los ofrecidos por la capital navarra, como la programación cultural de los centros ‘Civivox’ ubicados en los principales barrios de la ciudad. En la misma línea se pronuncian otras dos vecinas. En concreto, Ana prefiere la unificación administrativa de Erripagaña con Pamplona por prestar “mejores servicios” y contar con mejores accesos que con Burlada. De hecho, en la calle por donde pasean se detienen cinco líneas en las distintas paradas del servicio comarcal de autobuses. Unen el barrio con Pamplona, Sarriguren y otros municipios más distanciados como Gorraiz, Barañain, Zizur Mayor, Príncipe de Viana y Cordovilla. Pero ninguno lleva ni a Burlada ni al núcleo urbano de Huarte.

Ni colegio público ni escuelas infantiles ni espacios multiusos ni bibliotecas. Tampoco hay cajeros automáticos. “No disponemos de ningún servicio y lo peor es que tampoco hay una hoja de ruta por parte de los ayuntamientos, a pesar de indicarles nuestras necesidades. Que actualmente son todas”, señala García. La ausencia de servicios municipales es achacada por el secretario de la asociación vecinal a un futuro administrativo incierto. “No tener dotaciones es consecuencia de esa división. Incluso porque la gestión de una dotación que se pudiese hacer también sería un problema. ¿Quién se encarga del mantenimiento si presta servicio a vecinos de distintas localidades?”, se pregunta. Con todo, apunta a que existen soluciones y mecanismos ya puestos en marcha, como es la figura del patronato. Es el caso de Burlada y Villava, que comparten mediante esta herramienta la gestión de la Escuela Municipal de Música Hilarión Eslava. “Por un lado es un problema, pero por otro hay soluciones. Y tampoco las quieren tomar”, critica.

Para dilucidar el futuro administrativo de Erripagaña, el Gobierno de Navarra, a través del departamento de Ordenación del Territorio, liderará una mesa de trabajo en el que estarán sentados los cuatro consistorios y una representación del vecindario. Esta ha sido una demanda realizada en pleno por los ayuntamientos de Huarte y Pamplona. Recientemente, este último ha instado a través de una iniciativa de EH Bildu a realizar una consulta a los vecinos para conocer su opinión sobre el futuro del barrio. Para García, lo importante es definir cómo se va a realizar la gestión diaria de los servicios municipales. “Lo que está claro es que tenemos que ir a menos ayuntamientos. No sabemos si serán uno o dos. Y más que un ayuntamiento propio, lo que se puede plantear es que seamos un concejo dentro de un ayuntamiento”, reflexiona. Esta última posibilidad les otorgaría, asegura, “cierta independencia”.

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