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Campamentos de verano, porque la conciliación no se va de vacaciones

Una actividad de una colonia urbana organizada por Cruz Roja Navarra.

Garikoitz Montañés

Llega el verano, las vacaciones estivales y, con ellas, nuevas dificultades de muchas familias por intentar conciliar vida familiar y laboral. Aunque, en realidad, esa preocupación arrancó antes, porque la demanda que acumulan los servicios de campamentos (ya sean exteriores o urbanos), ludotecas o similares obliga a las personas solicitantes a actuar con previsión. Varios colectivos que ofrecen actividades de este tipo tienen prácticamente cerradas las listas, a la par que aseguran que la oferta institucional no cubre todas las peticiones existentes. Es más, consideran que es imposible que lo haga.

El Ayuntamiento de Pamplona, por ejemplo, abrió el pasado 18 de mayo el plazo para inscribirse al Servicio de Atención Infantil para el verano y lo cerró el día 29 de ese mes. En total, están apuntados 144 niños y niñas, con una media de más de seis años de edad. Las actividades se desarrollan en el colegio público San Jorge y están dirigidas a menores de entre 3 y 12 años, con grupos en castellano y euskera. El coste, según precisaron desde el área de Bienestar Social a través de un comunicado, es de 80 euros por jornada completa (con comedor) y 45 por media jornada (sin comedor), y existe la posibilidad de solicitar una subvención para, por ejemplo, familias de dos miembros que no superen la renta de 1.248 euros al mes. A través de las unidades de barrio, se han presentado 53 solicitudes para obtener esta ayuda.

Además, también se ofrecen plazas en los campamentos urbanos de la red de centros cívicos (Civivox), que se desarrollan en agosto, este proyecto cuenta con 25 plazas por centro (hay cuatro) y los precios son de 14 euros por día o 62 euros el programa completo. Y esta misma semana el Consistorio ha anunciado que ya se ha abierto el plazo para que familias con hijos o hijas de 0 a 12 años puedan solicitar ayudas para la conciliación en el caso de que los progenitores trabajen, se estén formando o busquen empleo de forma activa, y así puedan pagar parte de una escuela infantil privada, abonar desplazamientos o conceptos similares. El presupuesto total es de 18.000 euros.

Asociaciones como Abiime, que nació precisamente hace cuatro años para atender las necesidades de las familias ante la falta de recursos, ya han expuesto con anterioridad las dificultades de conciliación y, en especial, de las familias monoparentales. La entidad cuenta con un servicio de ludoteca (antes era en el colegio del barrio pamplonés de Buztintxuri, pero ahora se han trasladado al Centro de Iniciativas Sociales del Ayuntamiento) dirigido a todo tipo de familias, para menores a partir de los 3 años y que se ha puesto en marcha esta misma semana y se extiende hasta el 5 de septiembre, salvo entre el 3 al 20 de julio, fechas durante las que no se presta el servicio. El coste es de entre 12 y 22 euros por semana, en función del horario escogido, pero también hay familias que “no pagan nada”, según explica la representante de la entidad, Maider Bidane. “Tendríamos que ofrecer un horario mayor, pero no tenemos personal suficiente. El tema de la conciliación es difícil, obliga a las familias a buscarse la vida y hay unos vacíos que no te puedes ni imaginar”, apunta.

En este caso, el precio es más limitado, pero hay tarifas con una cuantía importante. Por ejemplo, otros servicios como el de Cruz Roja Navarra (11,75 euros por servicio sin comedor por día, o 16,25 con comedor) también incluyen descuentos para familias numerosas y becas que reducen el precio para familias que estén trabajando como mínimo unas horas y tengan sueldos bajos, entre las que habitualmente se incluyen, por ejemplo, las monoparentales. De las 42 becas que se han solicitado este año, tras comprobar la documentación pertinente, se van a entregar todas. Y cabe recordar que tanto unos como otros son atendidos en el mismo servicio, dirigido a niños y niñas de entre 3 y 12 años, que funciona de lunes a viernes y que este verano contará con siete educadoras distribuidas en seis aulas.

La entidad implantó ese servicio hace quince años para intentar facilitar la conciliación de vida familiar y laboral durante los periodos vacacionales. Es decir, Semana Santa, Navidad y ahora en verano, entre el 18 de junio y el 10 de septiembre. Y ya se han apuntado 390 alumnos y alumnas (la preinscripción arranca el 4 de mayo) , por lo que solo hay disponibilidad de plazas durante la segunda semana de julio. En el resto, hay una lista de espera de unas 15 familias por semana, según explica el técnico de Cruz Roja Juventud Gustavo Sosa. A través de este servicio, se realizan labores de apoyo escolar, de psicomotricidad, salidas a zonas verdes, talleres (por ejemplo, con equipos de emergencias o con las personas mayores de la residencia El Vergel), almuerzo y la opción de comedor o, incluso, siesta para los más pequeños.

La demanda, al alza

Otro de los colectivos que ofrecen este tipo de servicio, aunque en este caso más centrado en familias con dificultades, es París 365, que cuenta con un campamento urbano multilingüe (se desarrolla en su local de la calle Mayor 75 de Pamplona), que tiene lugar entre el 20 de julio y el 28 de agosto, de lunes a viernes para usuarios y usuarias de entre 3 y 11 años. El campamento, según precisan desde la ONG, contará con 43 niños y niñas divididos en tres grupos diferentes porque la duración de cada campamento es de dos semanas, y el 70% procede de familias que ya emplean los recursos del comedor solidario, las cestas básicas que se reparten o viviendas de alojamiento temporal. Para ellas, el precio es de un euro por semana. El 30% restante corresponde a personas usuarias habituales de la ludoteca del París o bien residentes del Casco Viejo, que abonan dos euros. El objetivo, según explica la coordinadora de proyectos de la organización, Eliana Alemán, es asegurar de esta forma que se trate de un campamento “inclusivo”, con familias de diversas situaciones socioeconómicas, creencias o culturas.

Alemán explica, por otro lado, que este servicio no pretende solventar el conocido cierre de los comedores escolares durante el verano, porque la mayoría de las familias usuarias ya recurren al servicio de comedor, aunque en caso de necesidad se les da la opción de llevarse comida a casa. El servicio del París 365, que cuenta con una pedagoga y cinco personas voluntarias, cuenta con una subvención del Instituto Navarro para la Familia y la Igualdad; con todo, Alemán insiste en que la demanda existente de este tipo de servicios, que en su caso ha aumentado este verano, demuestra que la oferta institucional “no es suficiente o no se adapta a las necesidades de las familias”.

Desde la ONG, además, creen que este proyecto es necesario porque, para muchos de los niños y niñas atendidos, serán sus únicas vacaciones este verano, que es un problema añadido a esas necesidades de conciliación.

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