“Nos dejamos apabullar por la música de fuera cuando aquí hay grandes artistas”
Algo prestado, la nueva publicación de Los Secretos, es un disco hasta cierto punto surgido de la amargura. Del hartazgo del compositor Álvaro Urquijo (Madrid, 1962), que admite su enfado ante el panorama cultural y discográfico en España. Tanto, asegura, que no podía escribir las letras y el grupo prefirió centrarse en adaptar canciones de otros, aquellas que fueron influencias vitales en una carrera musical que, ahora, supera los 37 años de vida. El cantante y guitarrista de la banda es muy crítico con las descargas ilegales y un firme defensor, pese a las críticas, de la Sociedad General de Autores y Editores, de la que es una de sus voces de referencia. De hecho, asegura que ha superado esa fase de indignación total, pero es plantearle el tema de las descargas por Internet y ponerse a hablar de ello sin parar. Los Secretos, con todo, presentan este sábado en Zentral Café Teatro (apertura de puertas a partir de las 20:00 horas) este nuevo disco, y su cabeza visible asegura que es en los conciertos cuando más “viva” se siente la banda.
Arranca una nueva gira. Por el momento, con 16 citas ya anunciadas.
Sí, estamos muy contentos de empezar a tocar. Los grupos solemos llevar una órbita, que es tocar, luego ir al estudio, presentar el disco, luego tocar otra vez… es un subir y bajar alrededor de la entidad del propio grupo. Nosotros queremos ofrecer un concierto que sea divertido y que merezca la pena. El año pasado hicimos 80 conciertos y en este, vamos por ese camino.
¿Sacar un disco es ahora rentable?
Yo he sido derrotista durante unos cuantos años y no me ha servido de nada, así que creo que las cosas son muy cíclicas. Cuando empezamos, aquel momento se parecía mucho al actual. Vendimos solo 10.000 discos e hicimos 100 conciertos, sí, pero en qué condiciones. Con equipos horrorosos, todo muy cutre, muy cutre, no nos pagaban… Con todo lo que gané aquel año me pagué una guitarra y un ampli. Y ahora los conciertos son nuestra fuente de ingresos en todos los sentidos, económicos y de sentirnos vivos musicalmente. Y como tengo una trayectoria de más de 35 años en esto me gustaría pensar que no va a ser así siempre. Por ejemplo, creo que la gente se dará cuenta de que la música por Internet tiene un precio, o habrá una legislación que lo reconocerá así. E igual la gente quiere volver a tener un objeto artístico [se refiere a un disco] y no unos ceros y unos en un pendrive.
Hablar de derechos de autor es un tema que, cuando menos, genera discusión.
Espero que el mercado discográfico vuelva a ser algo digno, con una música creativa, buena y exportable. Porque somos parte de una comunidad muy derrotada por la mala gestión de nuestros gobernantes durante 35 años. Yo me he sentido maltratado culturalmente durante la Transición, con el gobierno de UCD, con Felipe González, con Aznar y con el que sea. La puntilla la ha puesto este último gobierno al subir el IVA al 21%. Cualquier gobierno debería abrazar la cultura como algo que va unido a las cosas más fundamentales del Estado. La cultura enriquece a las personas, representa al país pero nunca, en 37 años que llevo guitarras colgadas en mi espalda, he tenido la sensación de que se apoye la cultura aquí como se hace en otros países. Nos estamos dejando apabullar por la música de fuera cuando aquí hay grandes artistas, y eso se debe a la falta de protección.
¿Cree que la SGAE ha gestionado correctamente la pelea de los derechos de autor? Se han cuestionado los ingresos y gastos de muchos de sus máximos representantes (esta entrevista se realiza antes de que trascendiera la decisión de un magistrado de juzgar a Ramoncín y otros exdirectivos de la SGAE por, presuntamente, cargar facturas falsas a la entidad).la decisión de un magistrado
SGAE es una sociedad legal que tramita derechos de autor que otros intentan no pagarnos. Si un grupo de comunicación tiene una deuda con SGAE, claro, en un medio de comunicación vas a hablar mal de SGAE. Y la falta de respeto de los medios puedo entenderla, pero la del Gobierno no. Nos tienen abandonados. Me apuesto todos mis bienes a que cualquier ordenador tiene algo susceptible de haber sido pagado por derechos de autor y que no se ha hecho.
¿Hay alternativa? Entre pagar por esos contenidos o no escuchar música, digo.
Nadie tendría que pagar por Internet, sino quien gana el dinero. De las calles de tu ciudad han desaparecido las tiendas de discos, estudios de grabación… Yo lo único que quiero es que quienes se han enriquecido, las grandes empresas, los servidores, paguen.
Apenas hemos hablando del disco hasta ahora, que es de versiones de canciones que han influido en Los Secretos. Habla de potenciar la música española, pero llama la atención el peso de autores extranjeros en esa selección.
Este disco tiene una misión muy clara: queríamos poner diez canciones que habían influido de alguna manera en nuestra música y, luego, diez canciones nuevas. Pero hay veces que no salen las cosas bien, y empezamos por lo que pensábamos que sería más fácil, que eran las versiones. Yo pasaba por una época en la que estaba como ahora, enfadado, aunque ahora lo esté menos, porque veíamos que habíamos pasado de vender 100.000 discos a 10.000, que la discográfica nos hacía un contrato en función de las ventas de discos, veíamos que se esfumaba nuestra forma de vivir, de SGAE se habla como si fuéramos unos chorizos… Estaba tan enfadado que no me salía ninguna canción chula. Tenía música maravillosa, pero las letras parecían una canción protesta. Era lo que sentía. Y empezamos el proyecto por el final, por las versiones.
Hay versiones de Fountains of Wayne, Foreigner, Peter Gabriel…
Empezamos a hacer versiones y nos dimos cuenta de que a los editores extranjeros no les gustaba que hiciéramos cambios en las letras. Algunas eran imposibles. Pero, dentro de esa complejidad, hemos tenido suerte. Solo se ha quedado fuera una de las versiones que teníamos grabada, que es de Supertramp, que jamás saldrá a la luz. Estamos muy contentos con un disco distinto, que es un paso a un lado, no se trata de que no vayamos a hacer discos con canciones propias nunca más, todo lo contrario.
En la selección de las canciones se centran en las influencias en sus orígenes. ¿Han pesado en la selección los gustos de su hermano Enrique?
Sí, era lo que escuchábamos. Éramos tres hermanos y la música que entraba en casa era por parte de mis hermanos mayores. Comprábamos los LP a tercios, así fue con todo. Por eso los tres hermanos nos influimos a la vez. Y, sí, por supuesto que mi hermano está representado. Pero teníamos las cosas claras sobre qué canciones debían estar y ha sido un reto. Hemos aprendido a hacer otra cosa; ahora no tengo la sensación de que las canciones sean de otro.
¿Usted estaría dispuesto a que alguien adapte una de sus canciones y cambie la letra?
Ya lo han hecho, y mientras la letra sea honesta y no vejatoria… Hay una versión en inglés de Déjame y otra en portugués, hecha en Brasil, de Quiero beber hasta perder el control. Pero para nosotros sigue siendo un honor.