Cuando las estrategias domésticas contra la crisis se alargan: “Es un efecto dominó”
Como “un efecto dominó”, en el que una pieza tumba otra y puede agravar el problema. Con esta imagen describe la doctora del Departamento de Trabajo Social de la UPNA Lucía Martínez Virto cómo la crisis puede concatenarse, al acumular la pérdida del trabajo con las dificultades para pagar la vivienda, ciertas privaciones básicas… un círculo vicioso que, insiste, dificulta reincorporarse al mundo laboral. Y, además, también hay quien ya antes de la crisis venía de una situación vulnerable y, por tanto, ambas situaciones se acumulan. En ambos casos, explica, se desarrollan mecanismos, lo que comúnmente se llaman estrategias, para intentar sacar la cabeza o respirar.
Martínez Virto, que en la actualidad forma parte del grupo de investigación Alter de la UPNA, lo explica tras pulsar casos reales para elaborar informes como el Foessa o los dos últimos sobre el impacto de la crisis presentados dentro de la cátedra CIPARAIIS. El último, de 2007 y 2014 y que detalló el ahora vicepresidente navarro de Políticas Sociales, Miguel Laparra, concluyó que en Navarra en 2012, según el último Índice de Condiciones de Vida, en torno a un 12,6% de la población tiene bajos ingresos (la Red Europea de Lucha contra la Pobreza ha situado ahora el riesgo de pobreza o exclusión social en el 14,5% de la ciudadanía navarra), que en este caso era la cifra más baja de todas las autonomías. No obstante, desde la Universidad Pública de Navarra también se calculó que la pobreza severa podía afectar en Navarra a alrededor del 4,2% de la población, cuando en 2013 por ejemplo había sido del 3,1%.
¿Qué balance, entonces, puede hacerse de la situación de pobreza en Navarra, ahora que este 17 de octubre se conmemora el día internacional para la erradicación de la pobreza? Martínez Virto insiste en que Navarra no puede caer en “el error de la autocomplacencia” y “nunca podemos estar contentos con la situación de la crisis”. Y recuerda, por ejemplo, que en Navarra el número de hogares con al menos una persona desempleada ha subido del 7,9% al 26,1% entre 2007 y 2013. Es decir, que se ha multiplicado por 3,3. En España lo hizo por 2,7.
La exclusión social, en cualquier caso, va más allá de un dato concreto. Es “un proceso multidimensional, con factores de exclusión económicos, políticos y relacionales”. Intentar contrarrestar sus efectos depende, en buena medida, de la capacidad de las personas para “buscar apoyos”, como institucionales o familiares. ¿Y qué pasa cuando estas ayudas se acaban? Por ejemplo, en 2009 en Navarra había una cobertura del 78,7% de las personas desempleadas, y en 2014 solo llegaba al 55,3%. Martínez Virto recuerda, por ejemplo, que una crisis puede llevar a otra, y hay problemas que se retroalimentan, como una pérdida del trabajo, la falta de disponibilidad económica, los ajustes del gasto… Estos, además, pueden estar asociados a baja autoestima o procesos depresivos, y este panorama aleja a las personas afectadas “mucho más del mercado de trabajo de lo que estaban al principio”.
Comprar menos ropa o ahorrarse las vacaciones
Para sobrevivir, se desarrollan unas estrategias, en las que esta investigadora centró su tesis doctoral, que dependen “de la dificultad de la que partes”, como puede ser ajustar el gasto o que “no tengan un impacto directo en tu vida” (las más habituales serían, por ejemplo, reducir la compra de ropa, en ocio o ahorrarse las vacaciones), pero también otras que sí lo tienen, como “llevar una dieta poco variada y que eso empeore tu condición física”, o bien volver a compartir piso. Y, en cualquier caso, Martínez Virto insiste en que cualquiera de estas estrategias, si se mantiene durante un periodo de tiempo más largo, acaba pasando factura “a nivel personal, familiar y social”. Y recuerda que, por ejemplo, perder la vivienda “es uno de los detonantes más claros de un proceso de exclusión rápido”.
“Lo importante es parar cuanto antes ese efecto dominó”, insiste, “y ahí son fundamentales las políticas sociales”. Martínez Virto defiende, por otro lado, que estudiar esas estrategias demuestra que es “un prejuicio” que quien se beneficia de esas políticas lo haga pasivamente y de una forma crónica deseada, e insiste en que esa reacción también depende de la ayuda que puedan obtener. Lo que recalca es que “la gente hace lo que sea por sobrevivir, por salir adelante”. Otra cuestión es que eso pueda considerarse una estrategia que permita superar la exclusión.