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“Esperanza Aguirre ha intentado hacer magia, pero le ha salido fatal”

El ilusionista Jorge Blass / Foto: 'jorgeblass.com'.

Garikoitz Montañés

Captar la atención, jugar con las expectativas para provocar sorpresa y utilizar la palabra para modificar la percepción o, incluso, la memoria del público: que crea que está viendo “algo que no ha sucedido”. ¿Utiliza la clase política trucos del ilusionismo? Con la campaña electoral aún reciente, hay técnicas del mensaje político que no tienen nada que envidiar a la magia. Y lo dice un experto en esta materia: Jorge Blass (Madrid, 1980). Eso sí, el conocido ilusionista asegura que, tarde o temprano, a los y las representantes políticos se les acaba viendo el truco, “y eso es terrible”.

“Desde luego que los magos usamos muchas técnicas de políticos y publicistas. Los publicistas lo hacen hacerte consumir, te muestran un producto ideal. Y los políticos usan las mismas técnicas para modificar la percepción y la memoria”, apunta. Eso sí, Blass (nombre artístico de Jorge Sánchez Blas) matiza que “no todos los políticos son malos, pero sí veo campañas que usan técnicas que no son muy diferentes a las de los ilusionistas”. ¿Qué último truco ha captado su atención? “En Madrid, Esperanza Aguirre ha intentado hacer magia, pero le ha salido fatal”.

Blass demuestra, por sus palabras y por su perfil en la red social Twitter, que ha seguido con interés la campaña electoral. Y lo ha hecho con ojo crítico, porque demuestra interés por cada detalle, ese que le sirve de inspiración para sus representaciones. Este fin de semana, Jorge Blass actuará por partida doble (sábado y domingo) en Sendaviva (Arguedas, Navarra), como parte del mes de la magia del parque. En su actuación, este mago pretende ofrecer un espectáculo participativo, familiar, de magia cercana, que incluirá algunos de sus mejores números, que van desde su ya clásica tormenta de nieve (provoca una nevada bajo la carpa) a una actuación con palomas o con teléfonos móviles.

La variedad de los números es una prueba de que la magia, entendida como un espectáculo que poco tiene que ver con lo esotérico y más con el ilusionismo, sigue evolucionando y adaptándose a los nuevos tiempos. Lo de “brujo del siglo XXI”, como se presenta a sí mismo, pretende demostrar esos avances, pero también conectar con los orígenes de esta cultura, con la necesidad de estos artistas “de ir siempre un paso por delante”. Y, para ello, explica que hay una parte importante de arte escénico y otra, de avance tecnológico. Eso sí, matiza que la tecnología “es importante”, pero lo es mucho más “el ingenio”. De hecho, cree que si el público pudiera conocer los secretos de sus trucos, de lo que se puede conseguir con trozos de hilo e imperdibles, “se sentiría decepcionado”.

Cada actuación, un reto

En su caso, Blass empezó en este mundo con apenas 12 años, enganchado a los programas en los que actuaba Juan Tamariz. Y en España no había un Hogwarts en el que aprender magia (salvo la Escuela de Ana Tamariz), pero sí “libros y trucos que practicaba a diario”. Su currículo ahora es extenso, prueba de que en España hay una cultura mágica muy extendida: reuniones, congresos, conferencias, programas de televisión (con diversas colaboraciones, pero sobre todo encabezando el programa Nada x aquí de Cuatro), actos publicitarios… Sus actuaciones le han valido el éxito internacional (incluida la Varita mágica de oro, que logró en Mónaco en 2000, con 19 años) y este verano espera acudir a Las Vegas a desgranar uno de sus trucos y, desde septiembre, actuar en la Gran Vía de Madrid con un nuevo espectáculo.

Blass vive de esto y para esto. De hecho, no separa su vida personal de la profesional, ya que siempre está pensando en nuevas actuaciones porque “al final, cuando trabajas en una pasión, trabajas el doble, pero disfrutas porque haces lo que te gusta”. Su objetivo es seguir dejando la boca abierta al público, conseguir que los y las asistentes vean algo “que no se pueden creer”. Es, a la vez, un juego y un reto. Y, por mucho que la clase política busque lo mismo, él insiste en que lo hace para “atraer la curiosidad”, quizá lograr la “fascinación”, pero siempre, subraya, “con un buen fin”.

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