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La lucha contra los elementos del almacén unificado

El edificio del laboratorio. A la derecha, una de las rampas de acceso al almacén.

Garikoitz Montañés

Justo frente a una de las puertas de acceso al almacén unificado, en uno de los largos pasillos subterráneos que conectan todo el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), hay un cubo y una papelera en la que está pegada una pegatina de advertencia sanitaria por el peligro del contenido. Este es el sistema con el que se recoge el agua de dilatación del edificio, que en este punto gotea y habitualmente genera charcos, más a menudo tras semanas de lluvia. En realidad, no hay peligro por el contenido, pero lo llamativo de la escena es que se produzca en un edificio nuevo del CHN, que también alberga el laboratorio unificado (LUNA) y el Centro de Investigación Biomédica del Servicio Navarro de Salud (SNS), que se financió sobre todo con fondos europeos y costó más de 22 millones de euros. Y ese no es el único problema del almacén, cuya plantilla, de 14 trabajadores y trabajadoras, también critica el frío, el polvo, la acumulación de material en zonas que deberían estar libres y los continuos parches con los que ha intentado solucionar estos y otros problemas el Gobierno Foral. Desde la plantilla insisten en que se opte por una medida definitiva.

Gran parte de esta situación, según apuntan fuentes de la plantilla, se debe a que el almacén se ubica en un punto, el sótano del edificio del LUNA, para el que no está pensado. Los empleados y empleadas, la mayoría eventuales, temen que este proyecto de unificar los almacenes, anunciado a mediados de 2012 y que se ha quedado algo más corto de lo pretendido (por ahora acogen productos del Hospital de Navarra, Virgen del Camino, Príncipe de Viana, ambulatorios Conde Oliveto y San Martín, y la Clínica Ubarmin, aunque en este último caso solo se han unificado las compras de los suministros sanitarios), se hiciera para poder prescindir poco a poco de personal, como por ejemplo está ocurriendo con el servicio de limpieza, que se ha privatizado en los nuevos servicios. El almacén se puso en marcha en torno a verano de 2013, para entonces liberar el espacio en Virgen del Camino donde se iba a instalar la nueva cocina, un servicio por cierto también subcontratado. Y el resultado, según han denunciado los trabajadores, no es el esperado.

En septiembre de 2013, en una visita de la consejera navarra de Salud, Marta Vera, a este punto, se anunció que el almacén albergaría, en sus 1.500 metros cuadrados de superficie, unos 2.300 productos diferentes (todo el material fungible, desde vendas y compresas a bolígrafos y papelería) y atendería alrededor de 30 pedidos diarios. También se detalló que iba a contar con un sistema automatizado que permitiera almacenar y distribuir los productos, logrando así acumular menos elementos y logrando una mayor rotación. Este sistema (conocido como Galys) ha supuesto un avance, pero la plantilla lamentan que el personal celador y de servicios múltiples no haya recibido formación específica sobre él.

Charcos de agua

Los problemas, no obstante, no se deben al sistema sino al espacio. Los inconvenientes más conocidos han sido por los charcos, que recientemente volvió a denunciar el personal tanto del LUNA como del propio almacén. Primero, hay charcos que se forman por el agua que gotea de las juntas de dilatación, y que se ha intentado reconducir con canalizaciones; segundo, hay también problemas de filtraciones de agua por los residuos del laboratorio (según aclaró el personal del LUNA, no habría riesgo biológico ya que el líquido está tratado), que se acumulan en un depósito. El problema es que, cuando este se rebasa, el agua básicamente sale por debajo de la puerta de la habitación que lo alberga. Para este tema, la solución que se ha intentado es que el camión que vacía a diario el depósito aumente su frecuencia, pero desde la plantilla creen que la medida se queda corta.

El polvo se acumula

Otro de los problemas que saltan a la vista es la suciedad. Esta se origina porque la pintura se desprende con facilidad del suelo de cemento y, por tanto, se acumula por todas partes. De ahí que las cajas de los productos que se envían a los hospitales a menudo tengan parte de esta capa de suciedad. A este respecto, para el que la administración ha exigido soluciones a la empresa responsable de la obra, ya se han llevado a cabo pruebas en el almacén con una pintura que no se levante, pero, mientras tanto, los trabajadores y trabajadoras lamentan que están respirando ese polvo cada día.

Salud Laboral ya ha propuesto mejoras

Por otro lado, otro de los problemas contra los que se lucha en el almacén es el frío. “Hay días en los que no se llega a los 10 grados”, apuntan. La conexión entre dos puertas del almacén genera una corriente de aire (en un corredor, el principal, que está lleno de mercancía aunque debería estar liberado) que baja la temperatura, dado que el sistema de calefacción se sitúa pegado al techo. Y, dado que el aire caliente sube hacia arriba, no logra calentar la estancia. Según explican desde el sindicato LAB, un informe de Salud Laboral, dentro del propio SNS (que hace recomendaciones, pero no son vinculantes), ya alertó de este y otros problemas, que solo se han subsanado en parte. En este caso, se colocó una cortina de aire caliente en uno de los accesos.

Los trabajadores, por su parte, insisten en que deberían estudiarse más medidas, como por ejemplo unas puertas que se cierren de forma automática para retener el calor. De lo contrario, desde la plantilla reconocen su hartazgo por un trabajo que, entre el agua, la suciedad y el frío, parece una lucha contra los elementos. Y en un edificio, recuerdan, prácticamente recién estrenado.

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