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ARF, lo mejor se esconde en los escenarios pequeños

Off! completan con hardcore la Noche de Mastodon en el Azkena Rock de Vitoria

Aitor Guenaga

El Azkena Rock Festival (ARF) es un festival consolidado. Este año, de nuevo, los cabezas de cartel -como ZZ Top, que esta madrugada han paseado sus guitarras, sus gestos y sus coreografías ralentizadas- tiran del carro hasta lograr quemás de 26.000 personas -unas 14.000 en la jornada del viernes y más de 12.400 este sábado- se hayan dado cita en la explanada vitoriana de Mendizabala en esta edición del festival. Este sábado, fue el turno de Mastodon, “una de las principales bandas del rock y el metal de las dos últimas décadas”, que descargó watios por doquier.

Y siendo todo eso verdad, muchas veces lo mejor de la oferta del ARF, la novedad, el futuro de la música es precisamente lo que se esconde en los escenarios más pequeños. Este viernes, el personal pudo comprobar que esa regla no escrita se volvía a cumplir de la mano de un grupo llegado de Alabama: Lee Bains III & The Glory Fires. Pero también con la nueva savia del hard rock local que mezcla adrenalina y contundencia musical como los Highlights (de Arrigorriaga). El primero tocó en el escenario Kim Fowley (el número 3) y el grupo local hizo lo propio en el Bobb Keys Stage (el dos). Para los ZZ Top reservaron el escenario BB King, blusero eterno de Missisippi recientemente fallecido.

Con solo dos trabajos en el mercado, unos jóvenes de Alabama como los Lee Bains III & The Glory Fires descargaron pasión desde el minuto cero y explicaron desde el escenario con su show directo al tuétano que Alabama es mucho mas que el rock sureño, los encapuchados del Ku Klus Klan y la guerra entre Neil Young (Alabama) y Lynyrd skynyrd (Sweet Home Alabama). Y sin olvidar sus orígenes, se adentraron en unos ritmos garajeros que hacían imposible mantener los pies pegados al suelo, con una base rítmica a cargo de los hermanos Williamson al bajo y la batería que repartían tortazos rítmicos a quien quisiera poner la otra mejilla.

La Grange

Antes de dejarse envolver por las carreteras tejanas y la obsesión de los barbudos de ZZ Top por los coches, las imágenes algo casposas de mujeres (rubias y morenas) exuberantes y el whisky, el respetable se adentró en el universo lisérgico, trascendente y psicodélico de Stephen McBean y sus Black Mountain. “Había que estar drogado para escuchar a los Black Mountain”, explicaba una joven tras el concierto de los canadienses. La atmósfera del bolo de los Black Mountain se desparramó por todo Mendizabala y la marea psicodélica se detuvo justo a los pies de los tejanos, que arrancaron su actuación al filo de la mediaonoche.

“¿Are you having a good time?” (“¿lo estáis pasando bien?”), no se cansaba de preguntar a la audiencia Billy Gibbons, guitarra en mano y tocado con el tradicional sombrero tejano y las interminables barbas que comparte con el bajista Dusty Hill y que son ya seña de identidad de este trío desde que empezó su andadura musical 1970. En la batería de doble bombo con sendas calaveras iluminadas por un rojo casi incandescente le daba al cuero Frank Beard. Es una suerte volver a escuchar clásicos como La Grange -un riff eterno-, Jesus Just Left Chicago, Gimme all your loving..., pero los ZZ Top arriesgan mucho más -y prácticamente ni arriesgan porque el paso del tiempo en su directo solo es perceptible por la pérdida de color de sus barbas- cuando revisitan por ejemplo a Jimi Hendrix y su Foxy Lady. Aplausos.

Todo es previsible en este grupo tejano. Ni una nota más alta, ese dedo de Billy Gibbons dirigido a la audiencia o a Dusty, las guitarras de ambos calcadas, los contoneos ralentizados...  Dieron con la tecla y no tiene sentido cambiar. El público lo disfrutó y el sonido acompañó.

Pero la noche aún tuvo mas. El punk rock de las californianas L7, lideradas por Donita Sparks, que han vuelto a la carretera y agradecieron en inglés al público por estar delante del escenario a esas horas (comenzaron a la 1:30) “Es muy tarde para nosotras, somos americanas”. Salvajes. Pero no tanto como en el Reading Festival de 1992, cuando la vocalista -tras mosquearse por los problemas de sonido- se quitó el tampón en medio del escenario y lo tiró a la multitud gritando “comanse mi tampón utilizado, hijos de puta”. Maneras de vivir.

Mucho más tranquila, sin duda, la propuesta musical de los franceses Nico Duportal & his Rythmn Dudes y su retorno a las raíces del rock con los tupés, los contrabajos, los teclados limpios y una sección de metal que casaba a la perfección con ese rock de toda la vida que un día puso muy nervioso al 'establishment'. Hace muchos años.

Ambos grupos en los escenarios pequeños, donde tantas veces el ARF esconde la sorpresa y las esencias musicales que nunca fallan. Una oferta musical que se completó en la noche del sábado con los explosivos Powersolo, el rock y country alternativo de Cracker, el cruce de garage rock y soul de Reigning Sound o el sonido stoner de Red Fang, que ofrecieron los directos más destacados del día.

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