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“Solo por darnos la mano en la calle alguien puede insultarnos o pegarnos”

Eduardo Azumendi

La agresión homófoba a un joven por su condición de homosexual ha vuelto a poner sobre la mesa las vicisitudes y problemas que este colectivo debe sortear a diario. Aitor, miembro del movimiento de liberación sexual Kitzikan, al que también pertenece la víctima de la agresión, asegura que cualquier gesto normal en una pareja heterosexual, como darse la mano o un beso, pueden implicar un riesgo si lo hacen dos homosexuales. “Solo por darnos la mano en la calle alguien puede insultarnos o pegarnos. Sabemos que gestos tan normales como esos pueden desencadenar una reacción violenta entre las personas que circulan por la calle o que se encuentran en un bar. Desde un insulto a una agresión”.

Un miedo con el que se aprende a convivir, pero al que no se puede acostumbrar. “Está claro que los homosexuales, transexuales o las lesbianas no cumplimos con el estereotipo que marca la sociedad, a pesar de que ya estamos en el siglo XXI. Yo tengo claro que siempre me voy a defender y muchas veces he tenido que parar los pies a alguien que estaba insultando a un homosexual”.

En el caso de su compañero de Kitzikan, agredido en un bar de Algorta, Aitor explica que el agresor le acosaba verbalmente cada vez que se cruzaban en algún sitio. “Un día, el agresor vio a nuestro compañero besándose con su pareja y desde entonces cada vez que le veía por la calle le insultaba por su condición de homosexual. Hasta que mi compañero le ha plantado cara y ha terminado con una agresión”.

Según Aitor, la 'normnalización' y aceptación de los colectivos de homosexuales, transexuales o bisexuales se ha producido “de puertas adentreo, en las familias”, pero “en la calle pocas cosas han evolucionado”. “¿Cómo se puede vivir si una persona cada vez que te ve en la calle te insulta simplemente por tu condición sexual? Los más jóvenes siguen reproduciendo los comportamientos que ven en el resto de la sociedad. Esa es la triste realidad. Cuando vas al instituto es muy duro aguantar que te llamen 'maricón de mierda', pero lo soportas. Pero cuando eres mayor no puedes dejar que te sigan agrediendo”.

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