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Cada joven contratado en Euskadi firma de media tres contratos al año

Jóvenes acuden a informarse a una feria de empleo.

Eduardo Azumendi

¿Euskadi corre el riesgo de perder una generación para el empleo? Esa es la demoledora advertencia que lanza el Servicio Vasco de Empleo-Lanbide en su último informe ‘Situación del Mercado de Trabajo de las personas jóvenes en la CAE’. Entre otros datos, el trabajo apunta que de los 185.600 vascos menores de 25 años que había hace sólo una década, ahora sólo quedan 163.000. De ellos, la cuarta parte está en el paro. Y de los que trabajan, la mayoría lo hace de una forma precaria.

El informe es un compendio de las dificultades que atraviesa la población vasca de entre 16 y 24 años. El número de ocupados en esta franja de edad ha caído hasta el 34,6 %, mientras que la tasa de desempleo es del 26,2% (en 2014 llegó hasta el 50 %). Los problemas van desde un desempleo elevado hasta la ampliación de los periodos de búsqueda de trabajo pasando por una abrupta disminución de los salarios. A lo que hay que añadir la alta temporalidad y la contratación parcial (el 55 % trabaja a tiempo parcial). Todo ello lleva a ese riesgo de perder a una generación para el empleo.

Entre otras cosas, el estudio destaca algo ya conocido: a mayor formación, mayores posibilidades de trabajar. Euskadi es el territorio con mayor nivel formativo juvenil. La tasa de abandono escolar es del 7 %. Y, además, el porcentajeNi-Nis’ (jóvenes que no quieran trabajar ni estudiar) es el menor de todo el Estado (5'1 % frente a una media del 9'9 % en el resto de España).

Cada joven contratado en 2017 firmó al menos tres contratos. Ganan de media 12.174 euros, lo que supone un 21 % menos que al inicio de la crisis (15.400 euros). Y las mujeres, otro 21 % menos añadido.

Joseba. A. conoce de primera mano esa precariedad y el encadenamiento de contratos. Tiene 23 años y a la vez que sigue estudiando trabaja en una empresa como chófer. “En año y medio he firmado siete contratos. Me gustaría dedicarme a conducir en exclusiva, pero ya he comprobado que no es posible. Así que he vuelto a estudiar. Estoy haciendo un módulo de automoción, parece que tiene buenas perspectivas. Al menos eso es lo que me han dicho”.

Los problemas para acceder al mercado de trabajo provocan un desgaste psicológico en los jóvenes, con el consiguiente aumento de casos de depresión, ansiedad y apatía ante un futuro incierto. La falta de poder adquisitivo deriva “en un aumento de la sensación de inutilidad y riesgo de pobreza y exclusión, lo que que podría conllevar elevar los índices de criminalidad, violencia...”.

El informe resalta también las consecuencias que el paro juvenil tiene para el resto de la sociedad: disminución de la natalidad, emigración a otros países, reducción del consumo y problemas para garantizar las pensiones. Según la OCDE, los primeros diez años de trabajo son vitales para la proyección de ingresos y empleo del ciclo de vida de una persona.

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