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“El sexismo se coló en el paritorio y no nos lo quitamos”

Eduardo Portilla, representante de Ez:Berdin Zentroa, centro para la igualdad entre mujeres y hombres.

Eduardo Azumendi

Vitoria-Gasteiz —

“Desafortunadamente, aún queda machismo para rato”. Eso es lo que cree Eduardo Portilla, miembro de Ez:Berdin Zentroa, un centro vitoriano para la igualdad entre mujeres y hombres, que lo gestiona la Asociación para la Igualdad On:Giz. Según Portilla, “el sexismo se coló en el paritorio y no nos lo quitamos”. Desde grupos por la igualdad como el que él dinamiza, trata de de que los hombres se cuestionen cómo les influye el sexismo imperante en la sociedad.

Pregunta. No es habitual este tipo de iniciativas: un grupo de hombres por la igualdad.

Respuesta. No es habitual. Nos inclinamos a que lo mayoritario sea lo que triunfa, lo que marca el rumbo de la sociedad. Es más sencillo entrar en un movimiento mayoritario. Los movimientos de hombres por la igualdad son recientes en el País vasco. Llegan para cubrir una función. Hay muchos hombres que se preguntan cosas, que sienten que les falta algo, que no se encuentran a gusto en esta situación de discriminación hacia las mujeres. Necesitan construir una sociedad donde todos se sientan a gusto.

P. ¿Cómo se gesta el movimiento?

R. El movimiento empezó en Gasteiz en el año 2006 y se asentó en 2009 por medio de un convenio con la Diputación de Álava. A partir de ahí se crean grupos de hombres donde hay una persona que dinamiza, que facilita el que el resto del grupo se cuestione su sexismo. Cómo una sociedad sexista influye en su comportamiento y en su forma de relacionarse. Cuando los hombres somos conscientes de algo que nos falta, solo queda tener ganas de mejorar. Y cuando avanzas por ese camino te sientes más libre.

P. Una organización que funciona prácticamente con el boca a boca.

R. Así es. Esa es una de las partes del éxito. Hombres que están o han pasado por los grupos transmiten a amigos suyos su experiencia. Cada uno puede descubrir algo distinto, pero todos coincidimos en descubrir las carencias que esta sociedad nos inocula. El sexismo se coló en el paritorio y a partir de entonces lo llevamos a cuestas. A mí el grupo me ha enseñado a posicionarme al lado de las personas y no enfrente como nos enseña esta sociedad, especialmente a los hombres. Yo le ofrezco esta experiencia a otro hombre como un regalo, sin ningún tipo de compromiso. La verdad es que a la mayoría le ha ido muy bien.

P. ¿Cómo desterrar el sexismo descubriéndote como hombre?

R. Nos han educado en que el mundo emocional y de los sentimientos es el de las mujeres, no el de los hombres. Nos han inculcado los tópicos de que los hombres no lloran y al final ejercemos esa presión sobre nosotros mismos y sobre otros hombres. Todo eso termina haciéndonos daño. En los grupos por la igualdad vemos formas de canalizar esas emociones. Cuando existen condicionamientos sexistas y soy consciente de ellos y les hago frente me siento más libre.

P. ¿Hay machismo para rato?

R. Desafortunadamente, así es. Pero cada vez hay más espacios menos machistas. Por ejemplo, el grupo de hombres es un espacio amable, donde nadie te va a juzgar, solo te van a escuchar. Cada vez más los hombres de estos grupos generan espacios amables a su alrededor: en la familia, en el trabajo, con una cuadrilla, donde sea posible relacionarse de una manera no sexista. Cada vez más es incuestionable que hay que trabajar en común con las mujeres. Ellas llevan mucho camino recorrido, los hombres necesitan hacer el suyo para poder comprender mejor y empatizar con las mujeres. Sería un fracaso que dentro de 20 años sigamos hablando de trabajar cada uno por un lado. Debe existir un camino edificado por ambos, vivimos juntos. En nuestra asociación hay dos grupos de mujeres y dentro de dos o tres años habrá grupos mixtos.

P. ¿El primer avance es darse cuenta uno mismo de cómo le influye el sexismo?

R. Esa es la primera línea de trabajo. Y por otra parte, se trata de denunciar en la calle la situación. La gente tiene ganas de relacionarse con afecto, si haces un gesto te lo devuelven. Como todos estamos influenciados por la sociedad del miedo, nadie da un paso adelante y en los hombres existe temor a poner en riesgo su masculinidad expresando sentimientos.

P. Se pone como excusa que en las generaciones anteriores las mujeres han educado a los hombres bajo un prisma machista.

R. La sociedad es machista para hombres y mujeres, aunque la peor parte se la llevan ellas. Es cierto que las mujeres han podido transmitir cierto machismo, pero eso ya no se sostiene como excusa. Tomemos las riendas los hombres y transmitamos a nuestros hijos los valores de igualdad.

P. Cuando se salta al ámbito público, el del poder y del reconocimiento siempre hay un hombre. Por ejemplo, es el fenómeno de los cocineros.

R. Pues eso es lo que ocurre. Si no hubiese un reconocimiento y un poder, los hombres podrían quedarse en el ámbito privado. Pero no es así. Siguiendo con los cocineros, a menor escala eso ocurre con las sociedades gastronómicas. Cuando van, los hombres demuestran todo su potencial culinario para obtener el reconocimiento, pero ¿y el día a día?

P. Los condicionamientos y estereotipos siguen más vivos que nunca

R. Si vemos como la sociedad se posiciona con los permisos de maternidad, dando más días a las mujeres que a los hombres; diciendo que las mujeres potencialmente en edad de embarazo son más difíciles de contratar….Por ejemplo, cuando Michelle Bachelet accedió al poder en Chile por primera vez le preguntaron cómo iba conciliar su vida laboral y familiar. Es indignante. Nunca he oído que le preguntasen eso a un hombre jefe de Estado.

P. Hay profesiones estratégicas que se han feminizado: juezas, médicas, profesoras….Pero a la hora de dar el salto a las responsabilidades las mujeres brillan por su ausencia..

R. Las mujeres profesionales tienen una doble jornada: la de fuera y la de casa. Y en su defecto contratan a otra mujer para hacer la tarea doméstica. No pasa lo mismo con los hombres, que tratan de sacar partido a toda costa a su situación profesional. La sociedad no facilita las cosas a las mujeres y para cambiar esa situación existen los grupos de hombres por la igualdad.

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