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Europa sirve

Banderas arcoiris del Orgullo LGTBI en Madrid. EFE/Luca Piergiovanni
5 de junio de 2024 22:31 h

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El germen de lo que en un futuro se convertiría en la Unión Europea nació tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los países se dieron cuenta de que necesitaban unirse para construir una Europa pacífica, basada en la convivencia y el respeto. Ese ha sido desde entonces el espíritu de esta unión, que ha regido al gobierno de Europa y que se traslada en forma de políticas y medidas específicas a los Estados miembros.

La complejidad de su funcionamiento hace que, en ocasiones, la ciudadanía no seamos conscientes de ello. Sin embargo, Europa sirve. Sirve y genera un impacto positivo en la vida de la gente. 

Las políticas de la UE repercuten directamente en la protección del medio ambiente, a través de un conjunto de normas sobre la calidad del aire, la seguridad química, la acción en favor del clima, la gestión de residuos y la calidad del agua, entre otros aspectos. Por poner otro ejemplo, la UE también ha implementado varias directivas y reglamentos contra la violencia de género y financia diversos programas y proyectos al respecto.

Además, la Unión Europea tiene un papel fundamental en cuanto a la protección de los derechos humanos de las personas LGTBI+. A día de hoy, reconoce la persecución por orientación sexual o identidad de género como motivo para solicitar asilo en sus Estados miembros y apoya a las organizaciones y personas activistas, especialmente en contextos donde los derechos LGTBI+ son gravemente vulnerados.

También ejerce de árbitro para frenar a los países que no respetan estos derechos fundamentales. Por ejemplo, denunció a Hungría ante el Tribunal Europeo por aprobar una ley anti LGTBI+ y retiró fondos a Polonia por declarar zonas libres de personas LGTBI+.

Asimismo, en 2020, la Comisión Europea aprobó la primera Estrategia de Igualdad su primera estrategia para la igualdad de las personas LGTBI+ en la UE, que incluye medidas para combatir la discriminación, garantizar la seguridad, y promover la igualdad de derechos en la educación y el empleo.

Todos estos valores, que parecen tan afianzados, todo este trabajo en favor de una Europa contra las violencias machistas y LGTBIfóbicas, una Europa sostenible, respetuosa con los derechos humanos, puede empezar a cambiar si no actuamos para defenderlo, si lo tomamos como algo hecho, inamovible. Y es que este 9 de junio nos enfrentamos a una ola reaccionaria sin precedentes en la Europa democrática.

Ya se vio, en Madrid, cómo todas estas medidas de avance social suponen todo aquello que las ultraderechas atacan y quieren erradicar con fuerza. Unidos, estos partidos ultraconservadores comparten sus agendas y programas políticos que señalan a las personas migrantes como una amenaza, demonizan a las personas LGTBI+, niegan la violencia machista y atacan las políticas de la agenda 2030.

Y no son meras amenazas. Allá donde gobiernan ejecutan sus programas. En Italia, se está retirando la filiación de menores a parejas de madres. En Madrid, Ayuso ha retirado a las personas trans derechos que se conquistaron hace años. En Hungría se ha aprobado una ley que permite denunciar a las familias LGTBI+ y prohíbe cualquier tipo de contenido cultural en el que se refleje esta realidad. No queramos comprobar qué pasará con un Parlamento Europeo gobernado bajo este ideario.

Además, en las últimas semanas, hemos podido constatar cómo la derecha “moderada”, compra sin ningún pudor la agenda antiderechos de los más extremistas. Reciclan sus discursos y anuncian sin complejos futuros pactos en el gobierno europeo, tal y como lo declaró Feijoo entre su partido y el partido de Meloni.

En España, somos más quienes apostamos por un futuro de convivencia, una sociedad de colores que respeta y valora la diversidad como una fortaleza. Somos más quienes nos estremecemos con la violencia machista, quienes nos preocupamos por conservar nuestro medio ambiente. Ya se vio en las pasadas elecciones generales, si salimos, les paramos. Tenemos nuevamente la responsabilidad histórica de frenar al odio. Y de nuevo, se nos plantea en un contexto de Orgullo. Salgamos a las calles el domingo y que nuestro primer acto de Orgullo sea votar por nuestros derechos.

No te quedes en casa, usa tu voto, defiende tu forma de vida, porque la amenaza es real, y la tenemos en las puertas de casa. Porque los derechos hay que conquistarlos, pero también defenderlos. 

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