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Feijóo con piel de cordero: la fábula del falso moderado

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en una imagen de archivo.
22 de abril de 2022 22:04 h

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La literatura infantil está plagada de cuentos en los que el lobo se disfraza de lo que no es para conseguir su objetivo: comerse a su presa. Así, desde Caperucita Roja a Los siete Cabritillos, lo hemos visto vestirse de cordero, de dulce abuelita, de madre abnegada… Una fábula con la que advertir a los niños de que no pueden fiarse y de que las apariencias engañan.

La moraleja siempre es la misma, aunque las versiones cambian. En Francia, vemos a Le Pen ponerse el traje de madre patria para disimular su ultraderechismo, su encono antieuropeo y sus vínculos con Rusia. Y aquí, en España, previa guillotina de la dirigencia anterior, vemos a Feijóo, cual mirlo blanco de la derecha, aterrizar en Madrid con alfombra roja con el disfraz de moderado, pactista y buen gestor. Pero no se puede engañar a todos, ni todo el tiempo. Y como el lobo en el cuento de los Hermanos Grimm, Feijóo no ha tardado en asomar la patita por debajo de la puerta.

No hay propuesta o idea que salga de su boca en la que no deje claro lo que su disfraz esconde: un afán ideológico por hacer lo que mejor sabe hacer la derecha, desmantelar el Estado del Bienestar. Recortar derechos, reducir lo público, el patrimonio común. Todo aquello que nos hace mejor como sociedad, como país. Todo lo que nos ha mantenido a flote en los peores momentos. La última genialidad que ha encargado a su equipo económico “en la sombra” es, ni más ni menos, recortar las pensiones desligándolas del IPC. El mismo PP que ya las recortó cuando ocupó el Ejecutivo y que vació la hucha.

No debería sorprendernos, puesto que ya votaron hace meses en el Congreso en contra de su revalorización y de ligarlas al aumento del coste de la vida. Una medida, por cierto, que se acordó con los agentes sociales. Uno de los 14 acuerdos a los que ha llegado el Gobierno en esta legislatura con patronal y sindicatos. Como el de la reforma laboral, la misma que ha reducido la precariedad y la temporalidad como nunca antes en España. Y a la que el PP y Feijóo se opusieron, como se opusieron a la bajada del IVA de la electricidad.

El mismo Feijóo que desprecia los pactos con los empresarios es el que luego se hace fotos con ellos en Génova para evitar la foto con Abascal, y disimular así que su supuesta moderación pasa por colocar a la ultraderecha por primera vez en un gobierno autonómico: el de Castilla y León. Eso, y un pacto para tapar la corrupción en Madrid. Ese es el pecado original de Feijóo. Así ha nacido su andadura al frente del Partido Popular.

Un cambio de formas y de tono con el que camuflar lo que todo el mundo sabe: que en el PP la corrupción no se combate, se tapa. Y que a la ultraderecha no la confrontan, sino que la imitan. Como hizo el propio Feijóo, el gran moderado, asumiendo su discurso y negando la violencia vicaria. Sus explicaciones sobre la corrupción en Madrid son las mismas que dio en su día sobre su relación con el narco Marcial Dorado. Ninguna.

Farsa tras farsa, lo mismo propone recortar pensiones que una bajada generalizada de impuestos. Una bajada que no aplica ningún país de nuestro entorno y que no recomienda ningún organismo internacional. El propio FMI, poco sospechoso de socialdemócrata, lo desaconseja. Y todo lo que Feijóo y su equipo plantean lo hacen con la excusa de la inflación, un fenómeno global y coyuntural, muy vinculado al aumento de los precios de la energía derivado de una guerra que nadie quiere salvo Putin. Todos los organismos internacionales han pronosticado que en el segundo semestre del año los precios empezarán a bajar, pero a ellos les da igual.

A Feijóo y su equipo económico en la sombra todo esto no les importa, porque para ellos todo no es más que la excusa perfecta para hacer lo que ya hicieron en la anterior crisis financiera: sacar la tijera. Eso es lo que esconden sus propuestas, por eso no concreta ni explica de dónde sacaría el dinero que supondría la merma de recursos. Por eso no dice de dónde recortaría. ¿De la Educación y de la Sanidad, como entonces? Bueno, al menos ahora sabemos que una parte provendría de quitar poder adquisitivo a los pensionistas.

Podrían sumarse al Pacto de Rentas que plantea el Gobierno, o cumplir con la Constitución y renovar el CGPJ, o apoyar el Plan de choque de respuesta al impacto de la guerra para blindar el bienestar de nuestra sociedad. Pero en su lugar, prefieren desmantelarlo, acabar con sus pilares básicos. Y si para ello tiene que mentir, miente. Feijóo el moderado falta a la verdad a sabiendas y sin despeinarse cuando afirma que el Gobierno se forra con los impuestos a los hidrocarburos y a la electricidad.

Él, que ha estado muchos años al frente de la Xunta de Galicia, sabe que el 58% del impuesto a los hidrocarburos, va a las autonomías, no al Gobierno central. Y todo lo que recauda el Estado con el impuesto a la producción eléctrica, el 100%, se lo llevan las comunidades autónomas, como la que él ha presidido tantos años. Y sabe también que, como todos los impuestos, sirven para financiar los servicios públicos, esos que él y su partido tienen tanto interés en desmontar para sustituirlos por servicios privados. 

Debieran tenerlo en cuenta él y su equipo económico en la sombra, como también les convendría recordar que fue precisamente a la sombra dónde acabaron los protagonistas del anterior “milagro económico” del Partido Popular. 

Un Estado del bienestar débil equivale a ciudadanos vulnerables, y es el caldo de cultivo perfecto para el populismo y para que unos pocos amplíen sus privilegios a coste del sufrimiento de la mayoría. Menos palabrería y retórica, y más hechos. El diálogo y el pactismo no se predican, se ejercen. Y un verdadero moderado debería saberlo.

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