Un hogar seguro para la infancia
La violencia contra la infancia es tan inaceptable como evitable. Todas las niñas y niños tienen el derecho a estar protegidos ante cualquier forma de violencia y son los Estados quienes tienen la obligación de protegerles. La violencia sexual es, sin duda, la violencia más grave, dramática y con peores repercusiones para los niños y niñas que la sufren. Esta violencia resulta invisible pero son varios los estudios que concluyen que entre el 10 y el 20% de la población adulta ha sufrido abusos sexuales en su infancia. En España, la mitad de las denuncias por abusos sexuales tienen como víctima a un niño o una niña.
El sistema está fallando. Lo hace tanto en la prevención (todavía seguimos sin tener una Ley de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia) como en la atención. Las comunidades autónomas, también la madrileña, no disponen de sistemas de protección eficaces que garanticen el bienestar de los niños y niñas víctimas de violencia sexual.
La Comunidad de Madrid, a pesar de contar con recursos muy valiosos, como el CIASI (Centro Especializado de Intervención en Abuso Sexual Infantil), las Oficinas de Atención a las Víctimas, los Centros de Atención a la Infancia, etc.; el proceso actual por el que tiene que pasar un niño que ha sufrido abusos sexuales no asegura el bienestar ni la recuperación rápida, sino que, debido a una falta de coordinación de los diferentes servicios (sociales, sanitarios, judiciales, etc.) provoca una revictimización de la infancia que ha sufrido este tipo de violencia que tiene que contar su historia a diferentes personas, hasta 4 veces.
Además, el proceso judicial que sigue a la notificación del abuso (en los casos en los que haya pruebas suficientes como para que se inicie) no está adaptado a las necesidades de la infancia. Los niños tienen que declarar en un entorno creado por y para adultos y, muchas veces, no se evita que vuelva a ver al presunto abusador.
Afortunadamente no está todo perdido. Existe un lugar, una casa, en la que los niños y niñas víctimas de violencia sexual se protegen de tal modo que se reduce su revictimización, llevando a cabo todas la intervenciones necesarias teniendo en cuenta el interés superior del niño, su bienestar. Esta casa se implementó por primera vez en Islandia bajo el nombre de Barnahus.
El objetivo principal de la Barnahus (o casa de los niños) es disponer de profesionales especializados y coordinados, y agrupar en un mismo espacio todos los recursos que intervienen en un caso de abuso sexual infantil, para disminuir de esta forma su victimización secundaria.
Las Casas de los Niños evitan que el niño o niña tenga que revivir el abuso sexual a través de múltiples declaraciones y, a su vez, ofrecen un entorno amigable y respetuoso con sus necesidades.
Desde Save the Children, al igual que otros países europeos, nos hemos propuesto conseguir que todos los niños y niñas de España puedan disponer de una Casa de los Niños. La infancia catalana contará con la primera Barnahus en el 2020 y otras comunidades como la valenciana se han comprometido a disponer de este recurso y están trabajando ya en su diseño.
La Comunidad de Madrid no puede quedarse atrás y debe dar un paso adelante hacia la protección de la infancia más vulnerable. Tiene los medios, sólo tiene que dotarlos con un nivel de recursos adecuado para poder atender a todos y todas las niñas de manera efectiva, integrándolos en un solo organismo.
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