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Sí hay proyecto en el PSOE

María Luisa Carcedo Roces

Senadora del PSOE —

Los desgraciados acontecimientos vividos en el seno del PSOE han acaparado una gran parte de los titulares, innumerables artículos de opinión y tertulias de todos los medios de comunicación durante semanas. En la gran mayoría de ellos se ha especulado sobre la falta de un proyecto político del partido para España. El proyecto existe y se diferencia de las propuestas del resto de los partidos políticos.

No estoy segura de que la causa principal de pérdida de apoyo electoral se deba al proyecto político. Creo que la falta confianza se debe más bien a una cierta incapacidad para revertir la desconfianza que se extendió entre los ciudadanos como resultado de la forma en que se respondió a la crisis. Una parte del electorado más vulnerable percibió que la forma de afrontarla suponía una amenaza para su bienestar y, tras el giro dado en algunas decisiones poco explicadas, no reconoció al PSOE como el partido en el que venían confiando. Desde las elecciones de 2008 a las de 2011 se perdieron casi 4.300.000 votos. En las elecciones de 2015, la pérdida fue de 1.450.000, eso sí, con la irrupción de Podemos y Ciudadanos como competidores por ambos flancos, que contaron ambos con un importante apoyo mediático al son de “la nueva política” y “se acabó el bipartidismo”. Ahora, el CIS corrobora un desplome en la intención de voto vinculado a un nuevo giro en la posición política que agrava el desconcierto de los votantes de izquierda y dificulta aún más la recuperación de la confianza.

Tan importante como el apoyo ciudadano para el partido es el de los intelectuales y los creadores de opinión. El PSOE siempre ha sido un partido muy conectado con el mundo académico, la sociedad civil organizada y con los expertos y, entre estos, los sentimientos que han predominado también desde 2010 han basculado entre el escepticismo y la desconfianza. Parte del problema se debe a que, especialmente los más jóvenes, dudan sobre si el PSOE está dispuesto a arriesgar con políticas innovadoras que no sólo consistan en el incremento del gasto público y que quizá tengan que enfrentarse a muchos intereses creados.

Consciente de todo ello, el PSOE se tomó la elaboración del programa para las elecciones de 2015 muy en serio. Se partía ya de una amplia reflexión culminada en al Conferencia Política celebrada en 2013, cuya Resolución fue asumida por el conjunto del Partido en el Congreso Extraordinario celebrado en 2014, donde fue elegido Pedro Sánchez como Secretario General por el voto directo de la militancia. El programa es reflejo de un proyecto político ambicioso en el que se había trabajado de forma sistemática e intensa con el apoyo desinteresado de expertos, organizaciones de la sociedad civil y una amplia participación de la militancia que contribuyeron con sus ideas y conocimiento en todas las materias. En el área de bienestar, por ejemplo, un grupo de investigadores y de expertos con experiencia en la gestión de los servicios trabajó durante meses discutiendo alternativas de política pública, analizando sus fortalezas y debilidades y, calculadora en mano, estimando el coste y la sostenibilidad de cada propuesta. Hubo encuentros y reuniones constantes con las organizaciones de la sociedad civil y las propuestas se debatieron en la Conferencia Política celebrada en 2015, para la elaboración definitiva del Programa Electoral. Lo que se reflejó en el programa puede gustar más o menos pero está en línea con las propuestas de política social de los países socialdemócratas más modernos, es viable y riguroso.

No parece, por tanto, que los resultados electorales desde el 2015 se deban a una ausencia de proyecto político ni tampoco a que no haya sido debatido con la suficiente profundidad y sosiego. Cuando el ruido político al que parecemos tan aficionados deja aflorar alguna información sobre los asuntos importantes para los españoles, cuando la política del poder (politics) deja paso a discutir propuestas de las políticas concretas (policies), se puede comprobar que el PSOE tiene propuestas viables que responden a un proyecto político alternativo: el proyecto que necesita una España moderna, más próspera, más justa y solidaria. Nuestro proyecto parte de diagnóstico de la realidad española, establece objetivos a medio y largo plazo y realiza propuestas en respuesta a problemas que el PP ha generado, ha agravado o se ha negado a abordar, como el incremento de la desigualdad y sus consecuencias sobre el bienestar, el deterioro de la confianza ciudadana en sus instituciones, el cambio climático, la ausencia de una propuesta sólida económica y de apoyo a la ciencia o la crisis territorial.

Nuestro proyecto incluye mejoras de la representación política para reforzar la legitimidad de origen, medidas eficaces de prevención y lucha contra la corrupción, la reforma de los partidos, una mayor transparencia en la gestión pública y una apuesta más decidida por la calidad de los servicios y la evaluación de las políticas. Todas ellas son medidas orientadas a reforzar la confianza de los ciudadanos en la democracia y en la gestión pública.

El proyecto propone abordar con decisión los desafíos del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, que el gobierno de Rajoy (un indisimulado negacionista) ha descuidado en sus cinco años de legislatura. En parte estas medidas ayudarán a cambiar nuestro modelo productivo mediante una apuesta por la innovación y la ciencia y a ser competitivos por la calidad de nuestros productos y no a través de la devaluación interna como Rajoy ha intentado.

El PSOE quiere reconquistar los servicios públicos calidad, unos en los que la clase media pueda confiar y se sienta orgullosa de utilizar. Tiene un programa sólido para promover la recuperación social de cientos de miles de hogares azotados por la crisis, algunos de las cuales corren el riesgo de quedar definitivamente relegados. Particularmente graves son los elevados índices de pobreza infantil, que representan una hipoteca para nuestro futuro. La solución para el PSOE pasa por desplegar no sólo un nuevo abanico de iniciativas de política social de las llamadas de última generación, sino que exige asimismo cambios estructurales vinculados al modelo productivo y al sistema educativo y al empleo, especialmente pensando en los jóvenes. En su programa se incluye una propuesta de reforma fiscal orientada a recuperar la justicia de nuestro sistema. Se trata, en definitiva, de impulsar una nueva generación de las políticas de predistribución, inversión social y de redistribución de la riqueza adaptadas a una nueva era.

Finalmente, pero no menos importante, el PSOE tiene un proyecto federal para España, concebido no solo como una herramienta para aliviar las tensiones territoriales, sino como marco de convivencia idóneo para compatibilizar la garantía de igualdad entre españoles con las aspiraciones legítimas al reconocimiento de la diversidad interna.

El PSOE corre el riesgo de tirar por la borda el esfuerzo realizado en los últimos años para renovar el proyecto socialdemócrata. El proyecto existe y es el proyecto alternativo, socialdemócrata, diferente al de otros partidos, que España necesita. El reto es otro: recuperar la credibilidad perdida. Y en este campo sí nos queda mucho por hacer. Pongámonos a ello.

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