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Por qué fui a ver a Puigdemont: no es traición, se llama democracia y libertad

Cs pide a Punset que "mejore la búsqueda de excusas" para irse del partido

Carolina Punset

eurodiputada y exmiembro de Ciudadanos —

Mi familia quedo marcada de por vida por el exilio de mi padre durante el franquismo. Más de veinte años viviendo fuera de España; tres hijas, cada una nacida en un país.  Él siempre me dijo que fuera aprendió un hecho importante que no había querido olvidar: el sabor de la libertad. Siempre ha sido un espíritu libre y ha hecho lo que le ha dado la gana sin que le importaran las consecuencias ni el qué dirán. Por eso no se calló en relación a Cataluña. Sin embargo, incluso alguien tan respetado como él fue vilipendiado e insultado por manifestar su opinión. No dejo de sorprenderme de la acritud y la violencia con la que muchos lo trataron. Cuando ves los tiros que le pegaron por manifestar eso, su opinión, te das cuenta que llevamos varias décadas de retraso en materia de democracia y tolerancia con respecto a los países de nuestro entorno. Al fin y al cabo, nos incorporamos a las democracias modernas con más de cuarenta años de retraso y eso se nota nada más asomar la patita.

Le ha venido de perlas a Ciudadanos mi visita a Puigdemont para que se hablara de todo menos de la carta en la que expongo los motivos de mi despedida del partido y más de este episodio. Dice Rivera que es incompatible con el ideario del partido sentarse con un fugado de la justicia que representa todo lo que él combate. Permítanme dudar que el problema sea que sea un fugado. Creo que se hubiera montado el mismo cirio si hubiera ido a ver a Junqueras que no está fugado de la justicia. El problema, por tanto, no se refiere a su situación procesal, sino más bien al hecho de que la conversación se produce con un independentista y por lo que se ve, hay quien piensa que el nacionalismo es más contagioso que la viruela. No lo es. Por hablar con el Sr. Puigdemont yo no le estoy dando la razón en sus planteamientos. Por sentarme delante de él y preguntarle cómo puede compensarles en un país tan descentralizado como España romper la paz social con el procés, en ningún caso le refrendo. Si le planteo que considero nefasta y un atraso la inmersión lingüística y él me lo rebate sin estar yo de acuerdo, no le respaldo. Todo lo contrario. Escucharlo me reafirma en mis convicciones, pero lo hago con tolerancia, sin odio.

Incompatible con el ideario de Ciudadanos es ser independentista, no debatir con el independentismo. En eso consiste precisamente la democracia representativa, en departir con quién representa a más de dos millones de personas. Unas veces se encuentran puntos de acuerdo, y otras no, como es mi caso. Pero nunca hay que dejar de hacerlo, no solo por respeto a los adversarios políticos, sino por respeto a los cientos de miles de conciudadanos catalanes a los que representan. Aunque me cuesta, me gustaría poder entenderles mejor. No era otro el objetivo. Entenderles mejor. No es traición, se llama democracia y libertad.

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