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Los retos globales del nuevo ciclo político

El campo portugués arrasado por los últimos incendios

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En las últimas semanas de agosto se ha iniciado el curso político con el nombramiento de la mesa del Parlamento y con las negociaciones para la formalización del Gobierno. A pesar de que todavía quedan varias semanas, o quizás meses, para oficializar el nuevo inquilino de la Moncloa, los resultados electorales y las declaraciones de una parte importante de los líderes políticos permiten tener una cierta idea de algunos de los retos del próximo Gobierno. En el caso de que se consolide una coalición entre progresistas y nacionalistas, probablemente, el debate más importante de los próximos años estará relacionado con el modelo territorial de país que se pretende confeccionar, lo que obligará a reflexionar sobre qué es España. 

Sin intención de restarle ningún protagonismo a las cuestiones domésticas, el nuevo ejecutivo debe encuadrar la acción política nacional en un contexto global, pues este será el que marque gran parte de los ritmos políticos y económicos. En este sentido, la humanidad tiene por delante grandes retos a los que de manera progresiva deberá prestarle más atención, sin perder de vista otras cuestiones relevantes como la Guerra en Ucrania, las autonomías estratégicas y energéticas, los movimientos de las grandes (y emergentes) potencias o, en el caso europeo, las próximas elecciones al Parlamento de la UE (mayo 2024). 

El principal reto de las sociedades actuales es el cambio climático. Lejos de ser un argumento ideológico, se trata de una realidad tangible. El incremento de sequías, como la que ha vivido España esta pasada primavera o la que está provocando problemas de tránsito en el canal de Panamá; el aumento de temperaturas, que ha provocado que el mes de julio haya sido el más cálido de la historia y la multiplicación de desastres naturales, como las lluvias torrenciales de agosto de 2022 en Pakistán, están afectando directamente a la vida de las sociedades. Y no todo se soluciona incrementando la inversión en aires acondicionados. No solo están aumentando los fallecimientos por contaminación, por escasez de agua o por altas temperaturas, sino que también se están produciendo contratiempos indirectos como son los problemas y fallos en las infraestructuras, pues estas no fueron diseñadas para las condiciones climatológicas actuales. En julio de 2022, cerca de San Sebastián descarriló un tren debido a la deformación de la vía provocada por las altas temperaturas. Y cada vez son más frecuentes las inundaciones por gota fría, pues las canalizaciones de una parte importante de las ciudades no pueden absorber grandes trombas de agua.

Además de todas las cuestiones anteriores, la relevancia del reto climático es que enfrenta a los Gobiernos a nuevos desafíos, a los cuales se les suele prestar menos importancia mediática. Entre todos ellos se podrían destacar dos. Por una parte, los cambios en las temperaturas y precipitaciones han cuestionado la seguridad alimentaria, un tema que desde la Segunda Guerra Mundial había quedado en un segundo plano. Se daba por hecho que, al menos en el norte global, la producción de alimentos cada vez sería mayor y no existirían problemas de abastecimientos. Sin embargo, los cambios climatológicos han alterado las producciones y han situado a este tema en el centro de las problemáticas mundiales. Tal y como analizamos hace unas semanas en este mismo diario, la alimentación se ha convertido en una de las grandes preocupaciones geopolíticas en la actualidad. Todos los países están intentando garantizar el suministro de alimentos en el futuro, teniendo en cuenta que una parte relevante de las tierras fértiles con déficits hídrico están en riesgo por desertificación. 

Por otra parte, todo estos cambios también están afectando a los movimientos de población. Hasta hace algunos años, las migraciones se debían a conflictos armados o a pobreza económica. Sin embargo, en la actualidad, la principal razón de cambios de residencia se debe a las consecuencias del cambio climático. Esto es especialmente relevante en las zonas más sensibles a los fenómenos meteorológicos, entre las que se podrían destacar América del Sur, África y Asia. En 2021, de 38 millones de desplazamientos internos (realizados dentro de un mismo país), 22,3 millones se debían a desastres climáticos, según el Internal Displacement Monitoring Centre, IDMC. De acuerdo a los datos actuales, el Banco Mundial ha pronosticado que para 2050 habrá 17 millones de migrantes climáticos solo en América Latina. Dada la relevancia de este tema, en 2022, los Estados Miembros de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), la Comunidad Africana Oriental y los Estados de África Oriental y el Cuerno de África firmaron la Declaración de Kampala sobre migración, medio ambiente y cambio climático. En dicho documento, los países participantes pedían mayor colaboración mundial para tomar medidas sobre la movilidad humana causada por cuestiones climáticas en África.

El principal desafío del nuevo ejecutivo es atender a los debates domésticos sin perder de vista los grandes retos que tenemos como sociedad. España, por su posición geográfica y geopolítica se encuentra en una gran encrucijada. El déficit hídrico de una parte importante del país obliga a proyectar un futuro en base a los problemas climáticos, tanto en modelos de vida, de producción alimentaria y de turismo. Y su cercanía a África le fuerza a provocar un debate en el seno de la UE sobre cómo gestionar los movimientos de población, una cuestión que tratará de hacer durante su actual presidencia del Consejo de la UE. Hasta el momento, una parte importante de las migraciones climáticas se han producido dentro de las mismas fronteras nacionales, pero si continúan agudizándose los cambios climáticos, la presión migratoria aumentará en el Mediterráneo. Este tema es uno de los más delicados en la UE, pues ya generó una gran crisis comunitaria en 2015 y, además, es una temática que ha rentabilizado la extrema derecha. El reto será abrir un debate sobre la emigración que, lejos de las tesis xenófobas y racistas de la extrema derecha, trate de ofrecer respuestas complejas a problemas complejos. 

Aunque “el futuro es un país extraño”, como afirmó Josep Fontana, contamos con una gran cantidad de análisis que muestran la relevancia de estos retos. Ahora solo falta que el nuevo Gobierno los incluya de manera transversal en sus políticas. 

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