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¿Quién asesinó al periodismo?

Ignacio Escolar, Maruja Torres, José Sanclemente y Pere Rusiñol, en la mesa de debate organizada por BCNegra.

José Sanclemente

  • Primeras pistas de la investigación criminal que iniciamos en el encuentro en BCNegra con Ignacio Escolar, Maruja Torres y Pere Rusiñol.

El periodismo no está muerto, pero está malherido. Han intentado acabar con él.

Con el periodismo se ha cometido un intento de homicidio. En el escenario del crimen encontraremos, junto al cadáver, algunos elementos que nos aportarán indicios y pruebas que los forenses deberán examinar para llegar hasta los homicidas: seguramente son varios los cómplices que han intentado matarlo.

¿Como deberíamos proceder para encontrar a los culpables?

Deberíamos recoger del cenicero la colilla de un puro para determinar, a través del ADN, si quien lo ha fumado ha sido un banquero o un financiero de un fondo de inversión. También sería conveniente fotografiar las huellas de las pisadas para cotejarlas con las de algún empresario con intereses espurios, que utiliza la información en beneficio propio y no en el de sus lectores.

Podríamos encontrar una página de periódico con un titular que a los policías de la científica les sonaría a antiguo, pero que deberían contrastarlo rápidamente en la red de Internet para conocer la hora exacta del crimen. Internet siempre es un sospechoso en estos casos, aunque lo descartaríamos enseguida.

Sin duda habría que esparcir polvos de carbonato de plomo por todo el escenario del crimen para detectar las huellas y comprobar que no haya pasado por ahí alguna información mezclada con la publicidad o alguna subvención política procedente del poder político.

Y, cómo no, con seguridad en la escena del crimen encontraríamos restos de sangre, que analizados en el laboratorio, podrían ser de un periodista anémico, que padecería la enfermedad de la auto censura y el conformismo. Alguien, incluso, que habría dejado sus huellas mezcladas con las del poder político.

Después de analizar en el laboratorio todos esos indicios, los detectives podrían sacar la conclusión de que han sido varios los cómplices para acometer el asesinato del periodismo, pero antes de detenerlos sería conveniente que interrogaran a varios testigos. Por ejemplo, a algún antiguo lector de periódico que lo dejó de comprar cansado de que no le contaran nada interesante, o incluso a otro que quería leer solo lo que él pensaba. A lo mejor convendría preguntarle a algún empresario del sector periodístico, que va por su segunda o tercera reducción de empleo, si su medio de comunicación está haciendo mejor información con menos recursos y con redacciones diezmadas.

Todo ello nos llevaría a lo mejor a la conclusión del periodista y escritor Graham Greene, que sospechaba que los medios de comunicación acabarían un día con el periodismo.

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