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De la 'caza al maricón' a la 'caza al lobby que adoctrina niños'

Un momento de la gran manifestación del Orgullo LGTBI+ celebrada este sábado en Madrid. EFE / Mariscal.

Isaac Rosa

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Supongo que lo saben, y si no, se lo recuerdo: en los últimos años están aumentando las agresiones homófobas y tránsfobas en España y en toda Europa. Más agresiones y más violentas. Insultos, vejaciones, discriminación pero también palizas. Muchas quedan sin denunciar, pero cada vez circulan más por redes sociales vídeos de agresiones en el transporte público o la calle, gente que es expulsada de un bar o se lleva una hostia por besarse, y fotos de grapas en la cabeza y bocas ensangrentadas. Aumentaron en 2021 según Interior, volvieron a crecer el año pasado hasta ser el más violento en mucho tiempo para el colectivo LGTBI, y parece previsible que este 2023 vuelvan a crecer.

Hablamos mucho estos días del miedo a la regresión en derechos y libertades, pero esa otra regresión ya ha comenzado: viajamos hacia atrás en el tiempo, podemos acabar volviendo a hace veinte, treinta o más años, cuando la “caza al maricón” era deporte de fin de semana para algunos, normalmente en manada.

Pero atención: los nuevos homófobos ya no practicarán la “caza al maricón”, que siempre estuvo mal vista y no podías presumir de ello más allá de tu círculo violento. Ahora pueden decir que se dedican a la “caza al representante de un lobby político y poderoso, vinculado a la plutocracia internacional y a la extrema izquierda, que genera odio y división entre los españoles, que amenaza la democracia, la soberanía nacional y el sentido común; un lobby de adinerados que quiere acabar con el orden social y que solo busca dividir para ganar dinero y recibir subvenciones”. Es un poco más largo, pero así dicho le entran ganas de salir de caza a cualquiera.

Lo mismo para el que no reparta palizas en grupo, pero agreda a una pareja por besarse en un lugar público: podrá argumentar que les insulta o les pega por ser “un peligro para la familia y el matrimonio natural, y estar a un paso de la corrupción de menores y la pederastia”. Si además llevan un pin arcoíris, añade que lo haces por ser “un trapo arcoíris que quiere sustituir a la bandera nacional que une y reúne a todos los españoles, que se impone en las instituciones por la presión de la oligarquía internacional y la extrema izquierda, incumpliendo la ley de banderas y la doctrina de los tribunales”.

Y no digamos ya si el insulto o la paliza van contra activistas de alguna organización LGTBI, ahí lo tienes mucho más fácil: basta con explicar que lo haces para acabar con los “talleres sexuales en los colegios, donde no se diferencia la educación en diversidad de la corrupción de menores, adoctrinan a los niños sin conocimiento de sus padres, promueven relaciones homosexuales entre menores, confunden a los niños para que se mutilen y tomen decisiones irreversibles en sus cuerpos y mentes, y provocan un alarmante aumento de casos de homosexualidad y transexualidad”.

Todo el entrecomillado de los tres párrafos anteriores está copiado literal de intervenciones de miembros de Vox en el Congreso, parlamentos autonómicos, ayuntamientos, y en entrevistas en medios de comunicación, durante los últimos cuatro años. Las he sacado de una búsqueda rápida y sin querer alargarme mucho, habría para unos cuantos párrafos más. Como ejemplo, vean este vídeo de Jorge Buxade, terrorífico.

Este fin de semana hemos oído a los socios del PP hablar de trapos y lobbies, pero llevan desde el primer día cargando de odio el argumentario de aquellos que después, legitimada y normalizada la homofobia y la transfobia, insultarán, acosarán o agredirán violentamente a quienes ya no serán homosexuales o transexuales, ni siquiera personas, sino representantes de todo lo mencionado anteriormente. ¿Se entiende ahora mejor que aumenten las agresiones?

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