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¿Una coalición de gobierno es buena para la izquierda?

El secretario de Organización y Programa de Unidas Podemos y portavoz de la formación morada, Pablo Echenique, y el secretario general del partido, Pablo Iglesias durante la reunión del Consejo Ciudadano Estatal.

José Miguel Contreras

Toca hablar de coaliciones de gobierno. O, mejor dicho, de la única posible, la que propone Unidas Podemos al Partido Socialista. El asunto tiene multitud de aristas y condicionantes que no podemos dejar de lado:

1. Todo parece indicar que el asunto se va a alargar un tiempo. La proximidad de las elecciones del 26 de mayo aconsejará al PSOE no tomar decisión alguna que pueda afectar al desarrollo de la campaña. Las elecciones generales le han ido muy bien y no querrán introducir cambios significativos en su posicionamiento. Para Unidas Podemos se produce un escenario diferente. Los malos resultados obtenidos en el 28 de abril parecen exigir la introducción de algún elemento novedoso que le permita reactivar a su electorado perdido.

2. Antes de formalizar un acuerdo, sea del tipo que sea, parece obligado negociar su contenido. Hay que abrir un trascendente período para definir un programa de gobierno para la legislatura. El requisito es ineludible antes de que las partes decidan si quieren gobernar conjuntamente o trabajar con otras fórmulas. Aunque en la presentación del fallido proyecto de presupuesto para 2019 existía una importante base de acuerdo, sería imprescindible ampliar el índice de asuntos y abordar posicionamientos más claros respecto a materias fundamentales a corto, medio y largo plazo.

3. Hay que entender qué significa una coalición de gobierno. En España nunca hemos tenido gobiernos de coalición a nivel estatal. Esta inexperiencia puede llevarnos a equívocos a la hora de entender de qué estamos hablando. La desproporción actual en el parlamento entre PSOE (123 diputados) y UP (42) marca toda posible negociación. El Partido Socialista tiene toda la legitimidad para liderar el nuevo gobierno. Para UP, la dificultad mayor reside en determinar el grado de dependencia del PSOE que estaría dispuesto a aceptar. Formar parte de un gobierno significa aceptar el papel del presidente del gobierno como máximo responsable de la toma de cualquier decisión. En un gobierno, el poder reside en quien tiene la autoridad para ejercerlo. Ese poder residiría siempre en Pedro Sánchez como presidente. No caben disensiones, ni permanentes tensiones que pongan en peligro la continuidad de una legislatura. La estabilidad es el valor más importante que necesita un gobierno para poder desempeñar su papel tanto dentro del país, como de cara al exterior.

4. El gran valor que ha representado Podemos desde su nacimiento es su elevado nivel de exigencia frente a los avatares de la política convencional. La base del modelo que representa es la de haber conseguido encarnar la fuerza y los argumentos de los movimientos sociales y trasladarlos al parlamento. Para UP podría resultar muy complicado vivir entre tensiones que pueden ser antagónicas. Las reivindicaciones sociales no siempre pueden acomodarse a las dificultades de la práctica política. El valor de la reivindicación social es hacer ver a las instituciones la indiscutible realidad de los problemas. Es la política la que debe oír esa presión social y poner los medios para atender las exigencias de los ciudadanos. El problema radica en que el gobierno tiene multitud de limitaciones derivadas del marco en el que se desenvuelve: regulaciones comunitarias, negociaciones parlamentarias, condicionantes económicos, fijación de prioridades, acontecimientos inesperados, etc. Si has aceptado ser parte de un gobierno el principio fundamental de actuación tiene que ser el mantenimiento de la estabilidad y el respeto a la autoridad del presidente.

5. Un pacto de legislatura, por el contrario, disminuye extraordinariamente esa tensión. Una vez acordado el programa de gobierno, desde el parlamento, como socio, cabe llevar hasta el final la exigencia del cumplimiento máximo de lo acordado. Los imponderables que surjan serán problema del gobierno y cada partido será libre o no de aceptar rectificaciones al plan acordado. Cada medida se tiene que presentar ante el parlamento y, en ese momento, la aritmética se activa caso a caso sin que se tenga que predeterminar nada que no hubiera sido pactado con anterioridad. Con un pacto de legislatura, el margen de maniobra de un partido que se adhiere es muchísimo mayor, sin que descienda su capacidad de influencia y siempre con mayor grado de autonomía.

6. La idea planteada por algunos dirigentes de UP de querer formar parte del gobierno como fuerza de control tiene poco sentido. Este principio parte de la idea de que un gobierno en solitario del PSOE no es fiable y que sólo si se le vigila desde dentro se puede garantizar que cumpla lo pactado. El problema es que lo que se plantea con esta fórmula no es la creación de un gobierno sólido y estable, sino el mantenimiento de una administración doble en la que unos se controlan a otros sin que exista unidad de criterio. La clave está en entender que no siempre en un programa acordado se fijan con claridad todos los escenarios que pueden surgir. Además, las circunstancias suelen cambiar de forma continuada y las decisiones hay que readaptarlas día a día. Es muy difícil que el PSOE asuma que entran en el gabinete una serie de representantes de otra organización con el fin de controlar su actividad porque no les consideran fiables. Con este principio, nadie montaría ni un club de montaña.

7. Dada la peculiar situación que se vive, lo más lógico y sensato es que Pedro Sánchez intente conseguir un pacto de legislatura con Pablo Iglesias que marque una legislatura con una clara inspiración de izquierdas. Unidas Podemos tendría un papel relevante como primer y necesario apoyo para aprobar cualquier iniciativa parlamentaria. A su vez, podría ser de forma continua quien vigilara el cumplimiento del programa acordado, con la posibilidad de eludir el respaldo si alguna medida se apartara de los principios negociados. La entrada minoritaria en un gobierno de coalición relegaría a UP a una actuación al servicio de lo que la fuerza mayoritaria decida. No se puede formar parte de un gobierno si no se acepta el principio de autoridad y lealtad en el que se basa su funcionamiento cotidiano.

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