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La cofradía del SMI

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.
19 de septiembre de 2021 22:47 h

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Como siempre que se sube, poco o mucho, el salario mínimo interprofesional en España ya ha salido en procesión a las calles, plazas y medios del país la cofradía del SMI, para rogar por nosotros y pedirle a las fuerzas del mercado que sean benevolentes con nuestra ignorancia, osadía o insolidaridad; pues muchos son los vicios y pecados de quienes defendemos la subida, no digamos ya de quienes nos parece hasta paupérrima. 

Salen primero los cofrades economistas a presentarnos una selección de evidencias científicas y estadísticas con las cuales dan por zanjado un debate que la ciencia económica mantiene desde hace décadas y donde pesan más las posiciones ideológicas de cada uno, sobre cómo debe funcionar un mercado laboral y cuál es el grado óptimo de intervención y regulación, que la validez real de la evidencias presentadas. Muchos de los datos presentados sobre la supuesta destrucción de empleo se explican más por la metodología utilizada o cuánto se deja dentro o fuera de los modelos, que por los indicadores registrados en la realidad. Quienes creen que el SMI supone una barrera de entrada al mercado laboral manejan sus argumentos y supuestas evidencias. Quienes creemos que implica la manera de mejorar las condiciones de acceso al empleo manejamos las nuestras. Se trata de una opción ideológica y también científica, no de una verdad incontrovertible. 

Casi a la vez irrumpen los cofrades empresarios avisando que, con un SMI ya por encima de los 1.100 euros/mes, no van a poder crear más empleo porque si deben pagar 14 euros más al mes ya no les compensa y lo mejor será cerrar todo y preparar oposiciones.  Lo que siempre lleva a preguntarse cómo crearán empleo en el resto de Europa, en Alemania o Países Bajos - mas de 1600 euros/mes-, o en Francia -más de 1.500 euros/mes -, o en la libre y desregulada Irlanda, el paraíso de las grandes corporaciones, -mas de 1.700 euros/mes-. Tampoco resulta duda menor preguntarse cómo, durante los felices años del salario mínimo en el entorno de los 800 euros, no siempre éramos los grandes creadores de empleo de Europa pero siempre hemos puntuando como los más grandes destructores. 

Finalmente comparece el patrón mayor de la cofradía, el gobernador de Banco de España, enrolado desde hace años en una cruzada institucional contra la subida del SMI, con generoso dispendio, a expensas del erario público, para financiar investigaciones diseñadas para darle la razón. Lo más emocionante es que no lo hace por ideología o por Interés, ni siquiera por cabezonería. Sale en procesión para una mejor defensa de las mujeres, los jóvenes, los mayores de 45 años y cuantos denomina “colectivos de baja productividad”, aquellos más débiles de nuestro mercado laboral y a quienes quiere proteger de tanta injusticia. Resulta encomiable tanta preocupación. Emocionan hasta el tuétano tanta solidaridad y empatía. 

Lástima que no dedique la misma devoción y recursos a evaluar cuánto le está costando al empleo en este país la evidente concentración bancaria hacia un oligopolio que no deja de transferir costes a sus clientes, trabajadores y empresarios incluidos. Algo que, si no me equivoco, sí se corresponde con alguna de las responsabilidades para las cuales le pagamos el sueldo al señor gobernador. 

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