¿Problemas de comunicación? Ninguno
Para entender que la imagen que aparece sobre estas líneas corresponde a un anuncio de barras de labios no hace falta saber japonés. Con esa misma claridad comunica –en palabras y en imágenes- su ideario el Partido Popular.
Desde que Carlos Floriano se lamentara por la “falta de piel” en un vídeo de propaganda ya mítico, muchos dirigentes del PP han vuelto una y otra vez a explicar que su descenso en el número de votos se debe a que no han sabido “comunicar bien”.
Sin embargo, yo creo que comunican perfectamente. Tan claro como el anuncio japonés son estas imágenes del pasado fin de semana en las que se muestra cómo lo institucional y lo religioso se funden en nuestro país. Claro es también el discurso a favor del sector privado en menoscabo de lo público que se trasluce en cada una de las palabras y acciones de los distintos gobiernos conservadores.
A mí me parece insólito –y un triunfo por su parte- el hecho de que las encuestas vuelvan a dar al PP como partido ganador (ya casi es igual si pierden votos, si tienen o no mayoría, lo increíble es que continúen ganando). El caso es que, cuesta reconocerlo, hay una mayoría de gente que comprende muy bien su discurso, y lo apoya. Que hayan perdido algún voto no viene sino a reforzar esa certeza, que problemas de comunicación, ninguno. Hay muchas personas que sienten que después de todo no viven tan mal, y piensan que si el precio a pagar es un tanto por ciento de corrupción y el enriquecimiento desmedido de unos a costa de que otros se queden en la cuneta, pues ya les vale. Al fin y al cabo no son ellos los que se quedan en la cuneta.
Puede sonar horrible pero así es. “Los jóvenes”, como leo a veces, así, en genérico, rechazan los viejos partidos y abrazan los nuevos… ¿qué nuevos? ¿Cuál es la novedad que abrazan? Porque no es difícil escuchar a chavales de 15 años afirmar sin que se les mueva una pestaña que quien no tiene dinero es porque no quiere, y que quien se lo gana -sea por el medio que sea- bien merecido lo tiene “porque ha sido más listo”. No hablo de niños criados en la jungla (que me perdone Kipling, ¡ni Mowgli pensaría así!). Son jóvenes (¿mal?) educados en institutos públicos y no son excepción por mucha rabia que nos dé –afortunadamente tampoco son la regla-. Pero una cosa está clara, que la conducta humana se adapta al entorno social en el que vive, y nuestra sociedad individualista cría esos monstruos.
Cuando Esperanza Aguirre afirma en un vídeo promocional que si en España ganara una coalición de izquierdas “se acabó la democracia occidental tal como la conocemos (…) habrá democracia y habrá votación, pero ya no será libre” (Por cierto, a su espalda puede verse colgada en una silla una capa torera, no falta de nada), cuando Aguirre afirma eso, digo, la comunicación es muy buena, directa, sin matices y sin vergüenza. Ella sabe que llega a quien tiene que llegar.
Damos por supuesta una ética en la ciudadanía, una voluntad solidaria innata. El lenguaje es innato, pero la moral no. Muchos están dispuestos a pagar el precio de la injusticia, de la insolidaridad, del sálvese quien pueda porque muchos se sienten, bien que mal, con el culo a salvo. Con ellos se comunica el Partido Popular y se comunica bien. Claro que uno quisiera que todas las barbaridades que le dicen en la vida y le hacen daño fueran “malentendidos”. Ojalá ocurriera así pero, desgraciadamente, lo que te dicen suele ser lo que te quieren decir.
Tal es así que ni siquiera cuando tienen un lapsus tienen un problema de comunicación. El lunes Mariano Rajoy en RNE estaba hablando de la dificultad de la gente con sus empleos y sus míseros sueldos y se refirió a ello como “sus pequeños problemas”. En cuanto se dio cuenta del error volvió a repetir la frase, idéntica en su construcción, pero esta vez con el sintagma “sus grandes preocupaciones”. Jajaja. Para quienes “entiendan” (aquellos para los que, en efecto, la situación económica no supone una cuestión de verse al filo de la pobreza) ese lapsus no tuvo la menor importancia. Y para la gente que están desahuciando o para los que no tienen cómo pagar la luz o la comida también llegó el mensaje. Otra cosa es que sepan qué hacer con él.