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¿Nos están dando un golpe de mano?

Díaz Ayuso y Feijóo en el escenario del congreso del PP de Madrid.
28 de octubre de 2022 22:29 h

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Será mejor no andar con eufemismos, ni tener miedo a las palabras (son menos peligrosas que los hechos). ¿Qué está pasando en España? El diario El Mundo suelta en portada que “el PP” –el de Feijóo, se entiende- teme la reacción de la derecha judicial, mediática y la política (que no parece ser solo su partido) si renueva el Poder Judicial tras llevar casi cuatro años secuestrado. La confesión ha sido de helar la sangre en las venas a cualquier demócrata, pero se ve que ése es un espécimen que empieza a escasear en España. O que el ruido les adormece en el mejor de los casos. Comparece a continuación en columna, radio y presencia un personaje tan siniestro como Losantos -de incomprensible poder aún- y sentencia a Feijóo: no llegará a presidente. Y Feijóo acata y recula y sale con una nueva excusa: el delito de sedición. Nada inocente en el contexto.

Este viernes “de resaca”, los medios del clan perdonan –de momento- al presunto líder del PP y tienen la desfachatez de titular que Sánchez ha engañado a Feijóo. Le dan una palmadita en la espalda en tanto meditan si le propinan un puntapié en el trasero. El gallego, entretanto, sigue diciendo cosas raras, como monólogos que mezclan a Woody Allen con Rajoy y  a estos con Ayuso y Doña Rogelia. Contribuyendo así a su desprestigio como candidato a la presidencia del Gobierno.

Cuesta entender que seamos tan pocos quienes nos sentimos aterrados por la arrogante y provocadora confesión de El Mundo: afirman que es una derecha judicial, mediática y política en sentido amplio quien manda en España, y que no está dispuesta a tolerar ni siquiera que se renueve el Poder Judicial inmerso en la flagrante burla constitucional de llevar casi 4 años prorrogado con su “mayoría” del PP. Cuatro años con todos sus días. Y no pasa nada.

Tratan aparentemente de solventar a su gusto nombramientos y sentencias, pero sobre todo legislar por su cuenta sin tener la mayoría en el Congreso. Esto es gravísimo. Decidir qué partidos son democráticos y cuáles no, con un sesgo a la ultraderecha verdaderamente alarmante. Además, invocar ahora la reforma del delito de sedición tiene un claro propósito en la misma línea: levantar a los “a por ellos”, siempre los “a por ellos” en este país de impunidades selectivas en el que un generalote cifró a los fusilables en 26 millones de personas. ¿Les preocupa una guerra mundial, un ataque nuclear? Sí, claro, y este supuesto golpe de mano en España ¿no?

Ése es el problema, no nos detengamos en la hojarasca que nos brindan, la raíz se hunde en ese peligroso secuestro democrático de amplio alcance del que hablan ya sin problemas. Ni Casado, ni Feijóo, ni Ayuso, los líderes del PP no mandan en el PP. Parecen empleados por un holding de poder en la sombra.

Se descara el asunto justo cuando se cumplen 40 años del aplastante triunfo del PSOE de Felipe González en las legislativas de 1982. Juan Luis Cebrián comenta en TVE que fue la reacción al intento de golpe de Estado del 23F. Y es cierto, entonces a los españoles nos importaba la democracia, salimos a la calle en tropel a defenderla en una magna manifestación; ahora podría ponerse en duda.

Pero es que Felipe González, el gran triunfador entonces, presume de haber cumplido su principal objetivo: que no se repitiera [el golpe de Estado]  y alaba a Juan Carlos de Borbón, que tuvo la deferencia de no seguir los pasos de su mentor, Francisco Franco, y nos regaló la democracia. Hay que respirar hondo hasta para escribirlo. Esa sensación personal de vivir en una democracia tutelada desde entonces –con dolorosos silencios informativos- reverdece amargamente.

A Pablo Casado le dieron puerta en apenas 15 días tras aquella declaración fatídica para él, sobre las mascarillas del hermano de Ayuso. Que hizo por dignidad o un cierto olor a pólvora en el trasero.

Hasta ahora siempre es Ayuso la que gana. En realidad, quienes mueven sus hilos y han sabido moldear un icono mediático: un personaje sin el menor escrúpulo, con un culto a la personalidad muy alarmante, que es aclamado por sus fans como una estrella del rock. Ella cumple su cometido a la perfección. El blindaje del que goza en los medios y en el ámbito judicial –incluso para algo tan terrible como la masacre de los geriátricos- da idea de a quién elige ese conglomerado de mando que confiesa tan claramente la portavocía de El Mundo. También es la candidata de la internacional ultraderechista, solo hay que seguir el rastro publicado incluso. Abascal les ha hecho aguas demasiado pronto. En el caso de la renovación del CGPJ, ella habló con Feijóo antes y comunicó que  había dicho “lo que corresponde a quien corresponde”.

Da la impresión de que la operación se completa por el otro flanco de su añorado bipartidismo. García Page, presidente de Castilla-La Mancha, exige que vuelva Puigdemont antes de reformar el delito de sedición. Una salvedad, a pesar de tanto “experto” de bolsillo en derecho internacional, lo cierto es que la Justicia europea no ha dejado de dar varapalos a la española empecinada en aplicar un delito que sus ordenamientos jurídicos no ven así. Pero Page, junto a otros colegas de la derecha intensa del PSOE, hace tiempo que huele carnaza. De nuevo otra portavocía mediática lo avisó este mismo mes.

El Gobierno ha aprobado el primer trámite de los Presupuesto con una mayoría amplia. Dispone de esa mayoría, con la que puede y debe actuar con contundencia. Europa sonríe a Pedro Sánchez, que será nombrado presidente de la Internacional Socialista. La internacional fascista (prefiero no utilizar las marcas blancas, los eufemismos) está mucho mejor organizada y dispone de amplia financiación. Pero España tiene su propio problema en estos evidentes movimientos involucionistas. Y va faltando tiempo. 

Ni el prestigio ni los logros reales valen ante la marrullería manifiesta. Sánchez lo sabe, lo ha padecido y lo superó en su día. No hay tregua ahora. Es exigible aplicar los votos disponibles y acabar con la anomalía del Poder Judicial secuestrado por la derecha. Una justicia que actúe. Desde la Fiscalía, que no lo hace ni en casos tan alarmantes como el de las muertes en las residencias. Cuesta creer también la impunidad absoluta de algunos medios para manipular políticamente en lugar de informar. Por piedad, que TVE deje el suplicio periodístico de contarnos lo que dice el uno y el otro sin aclarar, informando, cuáles son los datos de la realidad.

Tengan compasión siquiera de esas criaturas (mentales) a quienes usan y desinforman, deseducan, manipulan, frivolizan, dañan en sus economías, en la aplicación de lo que es justo, en evitación de lo que no lo es, en su salud, en sus vidas y muertes, estas situaciones enquistadas en las que se pervierte la democracia. 

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