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El efecto Mayor Oreja planea sobre Arrimadas

Inés Arrimadas.

Gumersindo Lafuente

“El PNV ha ganado y le toca la iniciativa de formar Gobierno”, dijo Jaime Mayor Oreja con el 100% de los votos escrutados en las elecciones autónomicas del 2001 en Euskadi. Oreja cerró con esta frase una campaña feroz en la que el bloque españolista formado por el PP y el PSE/PSOE creyó que iba a desalojar a los nacionalistas del poder. Mayor, junto a Redondo Terreros y con el apoyo desde Moncloa de José María Aznar, pensaba que había dado con la fórmula que le llevaría a la Lehendakaritza, pero lo único que lograron fue ser testigos de la mayor victoria en la historia de Juan José Ibarretxe.

Viene a cuento este viaje en el tiempo a las elucubraciones que empieza a hacer Albert Rivera y que sin duda habrá comentado con su socio, Mariano Rajoy. Ya ven a Arrimadas en el Palau de la Generalitat ejerciendo de honorable presidenta, con el apoyo del PP, el PSC/PSOE y no se sabe quién más.

En ese lejano mayo de 2001 en el que se frustró el asalto españolista al poder en Euskadi, el entonces consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián, a toro pasado, publicó un artículo en el que, a pesar de haber escrito siempre contra los nacionalismos, aseguraba sentirse “aliviado por un triunfo tan sonoro como el del PNV en las pasadas elecciones. Y esto, no porque concuerde con sus postulados, que no quiero ver progresar, sino porque, como tantos otros españoles, he contemplado con preocupación la batalla verbal -y no sólo verbal- que desde el nacionalismo español se había entablado contra el nacionalismo vasco, alimentando un espíritu casi de cruzada”. Y responsabilizaba directamente a la “estrategia de la confrontación de Aznar y compañía”. “Lo menos que puede decirse del resultado de las elecciones -proseguía- es que no es casual, sino fruto de una política, a todas luces errónea, diseñada e instrumentada directamente desde Moncloa y que contó no solo con el beneplácito, sino con el aplauso ancilar del candidato socialista”.

Y así estamos ahora, dieciséis años después, con medio Govern catalán en la cárcel, y todas las esperanzas puestas en las elecciones del 21D. Y la batalla política desplazada a las salas de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo. Mal negocio, fracaso absoluto de la política cuando esperamos de los tribunales una solución. Tremendo error de un Rajoy que se ha creído ingenioso y triunfante por unas horas, pero al que le puede pasar lo que le sucedió a Aznar, Mayor Oreja, Redondo Terreros y a buena parte de los opinadores en esas lejanas elecciones vascas de 2001.

Es lo que tiene la democracia, que la gente vota, desde la intimidad de sus razones y sus sentimientos, desde lo que creen más conveniente para ellos y los suyos. A veces a favor de unas siglas o candidatos, pero también, en otras ocasiones, en contra de los que consideran inadmisibles, peores aún que los malos conocidos. Atentos, Rajoy, Rivera, Arrimadas. El efecto Mayor Oreja planea sobre vosotros.

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