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Hasta aquí hemos llegado

El presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, a la izquierda de Felipe VI.

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“Cuando los partidos rivales se convierten en enemigos, la competición política deriva en una guerra y nuestras instituciones se transforman en armas”

Cómo mueren las democracias. Levitsky y Ziblatt

Durante unos días planeó sobre los estadounidenses la hipótesis perturbadora de que Trump se negara a desalojar la Casa Blanca. Tenían de qué preocuparse y se vertieron ríos de tinta sobre cómo podría llevarse a cabo el relevo si se enrocaba. Aquí en España, los perdedores de las últimas dos elecciones están enrocados en las instituciones del Estado y gran parte del país no se rasga las vestiduras. Es lo que está haciendo el Partido Popular con la renovación del Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional o el Defensor del Pueblo, enrocarse a sabiendas de que su actitud no tiene en principio castigo alguno ¿Ustedes dejarían el poder si no hubiera ninguna consecuencia por no hacerlo?

Lo del Partido Popular es un escarnio democrático, una ocupación de las instituciones, una jeta de las que no caben en el mapa pero como no tiene consecuencias ¿qué ganan con cumplir con su deber parlamentario y constitucional? El PP de Casado ha engañado ya por tres veces al Gobierno. Tres veces. Está bien poner la otra mejilla pero que se rían en tu cara y en la de tus electores, que se frieguen la democracia y las instituciones, una y otra vez, porque a ellos les es dado mantener todo el poder que puedan por la gracia de Dios, de las castas o de lo que quieran, es ya demasiado. 

Tres veces. La primera “alguien” filtró un SMS de Cosidó al grupo parlamentario en el que afirmaba que habían llegado a un buen acuerdo “para controlar por detrás” el Tribunal Supremo usando a Marchena. Asqueroso. Todo saltó por los aires. Luego intentaron limpiar a Marchena con su renuncia a ser presidente -renunció a ser algo que según la ley ni era ni podían ofrecerle ser hasta que no se votara- pero consiguieron su objetivo, o sea, hacerse fuertes, que es lo que alguien les debió decir: “¿sois bobos? No renovéis, que este tomate lo controlamos nosotros y para qué”. 

La segunda vez se alcanzó un acuerdo entre el ministro Campo y Enrique López. No les voy a hablar del peligro de ciertas compañías. Dicen las malas lenguas que se llevan bien… bueno, ambos proceden del mismo CGPJ lodazal que vivió la primera experiencia de okupas institucionales del PP. Se la volvieron a meter doblada. Rompieron el acuerdo tras la aceptación de agosto, en septiembre, porque su táctica política se lo permitía y porque así lograron que se nombraran de nuevo a piezas clave del Tribunal Supremo. Oiga, esto lo hicieron con la connivencia de los vocales actuales, caducados, tanto de derechas como progresistas, porque a estas alturas el CGPJ es ya un reducto de poder que sigue sus propias normas internas -las logradas por el vaticanismo de Lesmes- y que sostiene un modelo que ni siquiera es ya legal. Ellos siguen. Unos siguen cobrando y otros siguen haciendo clientelismo de favores. Y Lesmes, Lesmes es el virrey, el único personaje que en este país puede hacer lo que le salga de los bebes. Seguir copando el Supremo con los nombramientos, dejar de nombrar cuando él lo dice, retornar a los nombramientos cuando quiere. Todo sin soporte legal porque si el CGPJ ha de seguir nombrando ¿por qué interrumpe? Y si ha de interrumpir ¿por qué retoma?

Había un nuevo acuerdo y el PP ha vuelto a negarlo, como a Cristo, por tercera vez. Son los Judas sin castigo ni arrepentimiento. Alegan cuestiones absolutamente inconcebibles, de táctica política, como si las instituciones dependieran de los argumentarios o las estrategias que ellos se marcan. No tienen ninguna razón. No pueden “vetar” a un partido tan legítimo como el suyo que está en el Gobierno. No pueden imponer sus condiciones. No pueden secuestrar las instituciones hasta que les dé la gana -que puede ser hasta su próxima victoria, llegue cuando llegue- pero lo hacen porque no tiene ninguna consecuencia. ¿Se imaginan que un presidente no convocara elecciones para renovar las cámaras porque vetara que un partido se presentara? ¿Les parecería que un presidente no dejara su puesto porque el que viene le parece inadmisible? No se puede estar permanentemente poniendo en pie de igualdad al Gobierno del Tercer Poder, con el gobierno de los otros dos poderes del Estado, y luego pretender que éste puede regirse por reglas diferentes a la del resto.

Les podría poner aquí muchos artículos y referencias pero es que hay días en los que a uno se le hinchan las narices y tiene que dar un puñetazo en la mesa. Es lo que acaba de hacer el Gobierno y esta vez se lo voy a aplaudir. No hay ningún poder democrático que pueda continuar haciendo las mismas cosas cuando queda en funciones por fin de su mandato. Ni el Ejecutivo ni el Legislativo… y, por tanto, tampoco el Judicial. El proyecto de ley presentado ayer por el Gobierno pretende acabar con esta anomalía y reformará los artículos necesarios para que el CGPJ caducado, en funciones, no pueda seguir funcionando y nombrando y ostentando el mismo poder que en su mandato. Es de pura lógica democrática y es el único estímulo que va a tener la derecha para cumplir con su obligación institucional y democrática. 

Aplaudo también la retirada de la rebaja sobre las mayorías necesarias para el nombramiento de vocales. Era un jardín muy complicado, de difícil encaje incluso europeo, por más que respondiera a una legítima indignación de la mayoría parlamentaria por el filibusterismo de los populares y a un más que justificado cabreo por parte de los ciudadanos que hemos apoyado un gobierno progresista y que tenemos legítimo derecho a que nuestra forma de ver la Justicia y el gobierno de los jueces se vea plasmada por una representación acorde en el CGPJ, tal y como pretende la ley y como se deriva del espíritu democrático. 

Les podremos parecer fusilables o prescindibles o peligrosos pero los millones de españoles que somos soporte democrático de este gobierno tenemos el mismo derecho que los de derechas a que las instituciones reflejen nuestros ideales. Queremos un Constitucional con magistrados que sostengan nuestra forma de interpretar la Constitución y queremos un CGPJ que vea la Justicia con un sentido de servicio público que nosotros propugnamos y queremos un Defensor del Pueblo que refleje nuestra sensibilidad. Lo queremos y lo exigimos porque tenemos derecho democrático a ello. 

Hasta aquí hemos llegado. Fuera a los okupas institucionales. 

Nosotros no llamamos a Desokupa ni a Securitas.

Nosotros apelamos a la soberanía del pueblo. 

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