El hijo de Gallardón se hace un Aguirre
Un hijo del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón –indultador mayor del reino a conductores kamikaze–, conduce borracho por la noche el coche de papá, se choca con otro coche, se hace un Aguirre –es decir, huye–, cuando el conductor chocado quiere hacer los papeles civilizadamente. En su huida en zig,zag, choca con otro coche, casi atropella a una mujer que pasaba por allí, y se mete en el garaje de papá, después de andar como andan los borrachos, dicen los testigos, y se calla, se esconde, no dice nada.
Papá Gallardón, que ha educado en valores profundos a sus hijos, que es el ministro que miente con más tremenda solemnidad de los muchos tremendos mentirosos del Gobierno, no dice ni mu. Otorga con su callar la conducta de su hijo.
Gallardón padre, que no da la mano a un obrero ni con guante, no cree que tenga que afear semejante conducta a uno de sus hijos. Gallardón padre, cuando tiene que avisar a los que le protegen de la hora de cita para mañana no se lo comunica al piloto o al copiloto, yendo él en el asiento de atrás. Gallardón llama a su secretaria y le dice: diga a los escoltas que mañana a las nueve en mi casa. Luego se mete, se metía, en el ascensor que se construyó en el ayuntamiento por una pasta, para impedir el contacto con la gente, la gente que le da calambre.
Nacho Uriarte, Miguel Ángel Rodríguez, el juez Enrique López, Carromero o Esperanza Aguirre han debido leer todos las obras escogidas de José María Aznar, cuando dijo, un poco piripi, eso de “quién te ha dicho a ti que tú me tienes que decir a mi las copas con las que yo debo conducir”. Han debido ir todos al mismo seminario el mismo día.
¡Que estaría diciendo Gallardón padre, y el ministro que pone medallas a la virgen, y la delegada del Gobierno en Madrid –nunca una delegada a menor distancia de un gobierno–, si el conductor borracho o huido fuera de Podemos!
Cómo estarían diciendo que se han perdido los valores, que son el producto de la LOGSE, que esto con Franco no pasaba.
Con lo que se odian, y se han odiado, Gallardón y Aguirre, ahora un hijo del alcalde, que siempre juró que no dejaría la alcaldía, imita a la presidenta, que llamaba hijo de al padre de la criatura.
Gallardón, indultador mayor del reino de conductores kamikazes, calla. Calla y manda a los escoltas, a los que no habla, a defender a su hijo en tareas decimonónicas de mayordomo.