Mohamed
Mohamed VI es hijo de Hasán II, y nieto de Mohamed V, quien fue proclamado rey de Marruecos con motivo de la independencia del país en 1956.
El rey de Marruecos, Mohamed VI, tiene una fortuna estimada de 5.700 millones de dólares según Forbes. Es muy caprichoso y le gusta tener a punto sus magníficos palacios para cuando le dé la gana de habitarlos. Para eso están más de mil sirvientes disponibles las 24 horas del día. Para saber la hora tiene sus Rolex. Para desplazarse, sus Ferraris y una flota de cientos de vehículos de alta gama. Para navegar, el yate Batis I, uno de los mayores del mundo con un mástil de 72 metros de altura.
Pasa buena parte de su tiempo de vacaciones entre la mansión que posee en Pointe-Denis, en el estuario de Komo en Gabón, y en su castillo en las cercanías de París. Precisamente hace unos años, cuando los reyes de España iban a visitar oficialmente Marruecos, el rey marroquí suspendió la visita por “problemas de agenda”, pero en realidad estaba de vacaciones en París, como se supo luego gracias a unas fotos y a un vídeo. Le gustan las vacaciones que, como se puede suponer, son a todo lujo. Como lleva tiempo divorciado, tiene ahora compañías curiosas, por llamarlas de algún modo, como la de tres hermanos de origen marroquí pero ciudadanos alemanes, dedicados a las artes marciales, compañía que ha sido recientemente criticada por el diario digital marroquí Hespress.
Para las cosas del gobierno, Mohamed VI cuenta con sus chambelanes de confianza, como el ministro de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, o el responsable del servicio de inteligencia, Yassin Mansouri. Los chambelanes llevan el día a día, porque Mohamed tiene su personal quehacer. Pero cuando se cabrea, las consecuencias pueden resultar impredecibles. Y lo del Sáhara, le cabrea y mucho, y de ahí ha venido la reciente “invasión” de Ceuta.
Ahora, con este lío de Ceuta, alguien se acuerda del rey Juan Carlos y de su buena relación con el padre de Mohamed VI, Hasán II. Y nos dicen que quizá Juan Carlos podría intermediar, porque su hijo Felipe VI no tiene aquella buena relación de su padre con el actual rey marroquí. Y uno se queda con cara de tonto, porque, vamos a ver, ¿no fue Hasán II el que organizó la Marcha Verde de invasión del Sáhara Occidental llevando allí a miles de marroquíes para tratar de ganar el territorio con una política de hechos consumados? Y, ¿no fue el propio rey Juan Carlos como jefe de Estado en funciones en aquel postfranquismo, o lo que fuera, quien decidió la retirada de las tropas españolas del territorio? Y, ¿no fue el propio Juan Carlos el anfitrión del Acuerdo Tripartito de Madrid que dejó a Marruecos, entraba también Mauritania, que luego se echó a un lado, como administrador del Sáhara Occidental?
O sea, Juan Carlos dejó al zorro al cuidado del gallinero. Claro, después de eso les veíamos besuqueándose y llamándose “hermanos”. Entiendo a Hasán II porque se llevó el premio gordo, lo que no entiendo es lo de Juan Carlos. Y lo que entiendo menos es que alguien piense que el emérito podría haber evitado la actual “invasión” de Ceuta.
El emérito era jefe de Estado también con ocasión de la invasión, por un supuesto grupo de gendarmes marroquíes, de Perejil, el inhóspito e inhabitado islote junto a Ceuta de 300 por 500 metros. En ocasión de la invasión de Perejil, nuevamente tras un cabreo considerable de Mohamed VI por lo del Sáhara, y alguna cosilla más, los besos entre “hermanos” no sirvieron, y hubo que acudir a la operación militar Romeo-Sierra, con una importante presencia militar en la zona, para la recuperación del que se convirtió, por un tiempo, en famoso islote. La intervención diplomática de Estados Unidos, logró enfriar los ánimos.
En 2021 asistimos a una nueva puesta en escena derivada del conflicto del Sáhara Occidental. El jefe del Polisario, Brahim Gali, llega el 18 de abril al hospital San Pedro de Logroño enfermo de Covid 19. Comienza a ser tratado allí y este hecho es conocido por las autoridades marroquíes, que montan en cólera. El rey, el que más.
Sobre Brahim Gali, cada cual podrá tener su opinión. Pero lo que es cierto es que el Sáhara Occidental es un territorio en disputa desde que España salió de allí con sus tropas, pero la ONU dice que el administrador de aquel territorio sahariano sigue siendo España, a pesar de que aquel gobierno, franquista sin Franco, de Arias Navarro declinó su responsabilidad mediante una carta dirigida al secretario general de la ONU por el representante español en el organismo internacional, Jaime de Piniés. Piniés trasladó la opinión del gobierno, pero en un párrafo dejó escrito: “La descolonización del Sáhara Occidental culminará cuando la opinión de la población saharaui se haya expresado válidamente”.
Y esto último no ha ocurrido. Las Naciones Unidas siguen manteniendo al Sáhara Occidental en la lista de territorios no autónomos que deben vivir un proceso de descolonización, y la ONU sigue considerando a España la potencia administradora, por mucho que en los estertores del franquismo se quisieran lavar las manos.
Uno de los elementos esenciales de este espinoso tema, es el de que Marruecos es socio privilegiado de la Unión Europea y que en los últimos años ha recibido una asistencia financiera de 13.000 millones de euros. Por esa razón el hecho de que el vicepresidente de la Comisión Europea Margaritis Schinas recordara a Rabat y al rey Mohamed VI que domina la política marroquí, que “las fronteras españolas son fronteras internas europeas”, no es baladí.
Otro elemento esencial es la posición del presidente del PP Pablo Casado, que apoyó al presidente Sánchez en conversación privada el mismo día de la “invasión” de Ceuta, y al poco tiempo cambiaba de posición y daba estopa al gobierno en sede parlamentaria. Uno, en su ingenuidad, considera que una crisis de este calibre debe servir para unir, coyunturalmente, a las diferentes fuerzas políticas, pero no es así y Casado parece olvidar que cuando la crisis de Perejil, su partido, entonces en el gobierno con Aznar, recibió el apoyo sin fisuras del PSOE de Zapatero.
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