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El momento Kodak

Jorge Zepeda Patterson

Supongo que los seres humanos tenemos una capacidad limitada para asimilar momentos Kodak o para hablar en códigos de tarjeta Hallmark. No sé a ustedes, pero a mí se me agotan desde la primera posada familiar. Abrazarnos y confesar el amor que nos profesamos unos a otros a golpe de calendario, me hace sentirme marioneta de algún titiritero de escasa imaginación y torpes dedos.

Quizá por eso desde hace algunos años he comenzado a recordar las fiestas navideñas mucho más por las lecturas que me depararon las vacaciones que por las anécdotas mil veces contadas del brindis fallido del tío borrachín, los regalos ridículos del intercambio o las lágrimas lastimeras de la abuela.

Así que desde hace algunas semanas tomé algunas precauciones para cruzar este período de nieves falsas y renos imposibles. Me he blindado con diez títulos sabrosos y la compañía de una mujer descreída, a cuyo lado El Grinch sería miembro de un coro de villancicos. No comentaré los títulos de estos textos porque apenas he comenzado a leerlos. Pero si puedo hacer algunas sugerencias para que usted integre su propia lista.

La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero (Planeta) me parece un “debe de”. Es una biografía novelada de Madame Curie que Montero charla, más que escribe, como si estuviera instalada en nuestra sobremesa. El feminismo, el amor, la pasión creativa y el sentido de la pérdida repentina son los temas de esta que, a ratos, es también una autobiografía de la autora. Al final sabremos mucho de una de las figuras más relevantes del siglo pasado, pero eso será lo menos importante de lo que habremos aprendido.

Leí a Sofi Oksanen casi por casualidad. Una finlandesa de cabellos vaporosos dispuestos en mechones rojos y azules y un rostro a la Amy Winehouse a la que observé mientras era entrevistada por reporteros en actitud reverencial en la terraza de un hotel de Madrid. Luego entendí por qué: a sus 36 años tiene, al menos en español, dos novelas portentosas: Purga y Cuando las palomas cayeron del cielo (ambas en Salamandra). Esta hija de una mujer emigrada de Estonia ha producido lo mejor que he leído sobre la vida en la periferia de las repúblicas soviéticas. Textos impecables e implacables que no le piden nada a la película La Vida de los Otros.

El Complot Mongol también fue resultado del azar, como todas las buenas cosas. Juan Carlos Galindo, quien dirige un blog sobre novela negra en El País, me preguntó qué opinaba de esta obra y en qué medida había influenciado a los autores de novela policiaca en México. En ese momento no me atreví a confesarle no tener idea de qué me hablaba. Pero al día siguiente comencé a leerla y coincidí con Galindo: fascinante, deslumbrante. Fue escrita por el diplomático mexicano Rafael Bernal en 1969 y ha sido recientemente reeditada por Joaquín Mortiz (Planeta). Una verdadera obra maestra que, luego he sabido, se ha convertido en motivo de culto. El pretexto es un sicario de la policía mexicana que se ve envuelto en un complot entre rusos, yanquis, cubanos y coreanos para eliminar al presidente de Estados Unidos. Un texto duro, a ratos tragicómico, muy bien escrito y que no desmerece frene a la prosa de Dashiel Hammett o Raymond Chandler. No exagero.

Y si ya están por el género tragicómico, toda época es adecuada para leer a Jorge Ibargüengoitia. Como los buenos espaguetis, se le puede entrar desde cualquier punto, a cualquier texto. La ironía inteligente que no pierde intensidad, un Tom Sharpe, pero con más músculo, para decirlo rápido.

Para los espíritus menos osados siempre es útil recurrir a una lectura garantizada. Arturo Pérez-Reverte y Stephen King, no habrán de defraudarlo. El español acaba de publicar El Francotirador Paciente (Alfaguara), bien escrita y mejor investigada sobre el mundo de los grafiteros. Y King, un autor que a mi juicio siempre ha sido subestimado por la crítica, ofrece una visión ingeniosa y fascinante del asesinato de Kennedy. 11/22/63 (ese es el título, Plaza&Janés), lo pondrá justó al lado de Lee Harvey Oswald por la vía de un hombre que decide matar al asesino de Kennedy para impedir el atentado en contra del presidente.

Y desde luego, no me quedaría tranquilo si no le sugiero leer Los Corruptores (Planeta), de quien esto escribe. Un thriller que desnuda al poder político y al mundo del periodismo en México con una trama que resulta adictiva y apasionante. Por lo menos eso es lo que ha dicho la crítica en España y Argentina. Usted me dirá, al regreso de vacaciones.

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