La navaja “amiga” de Dña. Cayetana
La pasada semana, en una entrevista de radio dirigida por Federico Jiménez Losantos y participada por más personas, la portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, se refirió a la “tibieza” del PP vasco ante el nacionalismo y al “fracaso” de ese proyecto. Palabras muy duras y, desde luego, osadas e imprudentes –no sé si también ignorantes– desde varios puntos de vista.
De un lado, desde la visión del PP del País Vasco, que este fin de semana ha celebrado una Convención y que, obviamente, necesita tranquilidad y unidad, como cualquier otra fuerza política, máxime en momentos previos a unas hoy por hoy inminentes elecciones generales. Así, la respuesta recibida en este acto ha sido unánime contra las declaraciones en cuestión, con dos argumentos esenciales: uno, el recuerdo de los duros tiempos que la militancia del PP en Euskadi ha pasado “jugándose la vida” y, el otro, la apelación a la historia y a la Constitución, sin duda en relación con la previsión de su Disposición Adicional Primera, relativa al respeto a los derechos históricos de los territorios forales.
No se sabe –yo no, al menos– qué quiso decir la portavoz al referirse a la “tibieza” ante el nacionalismo. Ni se sabe lo que, en su mente, significa tal tibieza ni tampoco lo que entiende por nacionalismo.
Si lo interpretamos, como ya se ha hecho, como reproche a la asunción plena y explícita del régimen foral por parte del PP vasco, se trataría, como ya ha ocurrido en anteriores ocasiones –y no solo desde militantes o dirigentes del PP, sino también del PSOE–, de la reiteración de una ignorancia manifiesta, pues es claro que la Constitución lo ampara, en los términos en que los asume el PP, no solo en Euskadi sino, oficialmente, también en España.
Si lo interpretamos como referencia a los diversos pactos a los que alguna fuerza del espectro nacionalista y abertzale vasco –PNV– ha llegado con el PP en la Comunidad Autónoma de Euskadi, tampoco estas palabras son de recibo, pues son bastantes más y de mayor calado los acuerdos a los que dicho partido nacionalista ha llegado con el PP en las Cortes españolas –alguna investidura de Presidente del Gobierno y varios Presupuestos Generales incluidos, ahí es nada–.
De otro lado, desde el punto de vista del PP español, sin duda, estas palabras han sido recibidas mayoritariamente con perplejidad, desconcierto y rabia, sin que, sin embargo, pese al claro apoyo dado a la militancia y a la dirección vascas, en el acto del pasado sábado, por su presidente Casado, sean escaramuzas fáciles de explicar y, menos aún, de solventar. Y, menos aún, cuando estos días continúa la refriega.
Desde mi visión de ciudadana vasca, por otra parte, la respuesta de algunos miembros del PP vasco invocando su “sangre, sudor y lágrimas” por la violencia padecida, ha sido, en mi modesta y muy respetuosa opinión, errónea y rechazable. Es innegable el injusto sufrimiento referido, pero no es en modo alguno aceptable la identificación que, de manera implícita, se hace en esta respuesta entre nacionalismo y violencia, pues es claro que no todo el nacionalismo ha sido violento ni connivente ni el sufrimiento de las personas amenazadas y asesinadas se ha debido a una específica actuación o inacción del grupo nacionalista mayoritario.
Por otra parte, en relación al segundo razonamiento de la portavoz, tampoco sabemos qué quiso decir al referirse al “fracaso” del proyecto del PP vasco. Si quiso apelar a la pobre audiencia electoral que ha tenido en las varias citas electorales de la primavera pasada, hay que reconocer la evidencia de que el PP vasco ha perdido su representación en el Congreso de los Diputados y solo ha mantenido dos alcaldías en Araba, pero hay que recordar que no es menos cierto que el PP en Cataluña –donde Dña. Cayetana era, a bombo y platillo, cabeza de cartel en Barcelona– ha tenido un pésimo resultado y que algo similar puede predicarse del resto del Estado.
Decía que son palabras duras, osadas e imprudentes. Sin duda, debidas a la propia ideología de quien las pronunció –lo que debiera hacerse mirar, siquiera solamente sea en relación con las previsiones constitucionales y la regulación actual del régimen foral vasco–. Pero no se olvide su “ligereza” al pronunciarlas –he escuchado toda la entrevista–, pues Dña. Cayetana se encontraba entre amigos –seguramente más amigos que la actual dirección del PP vasco– y fue jaleada y llevada en volandas por quienes formaban esa tertulia hasta venirse arriba, tan arriba que cayó muy abajo por la tremenda metedura de pata que suponen sus palabras en términos de falta de respeto y de responsabilidad política.
Dña. Cayetana ha clavado su navaja en el cuerpo del PP –y no solo del vasco–. Habrá que esperar a ver cómo evolucionan las heridas.