No lo normalicemos
Dicen los manifestantes, con razón, que en contra de la amnistía están mucho más que una caterva de fachas y secuaces, que cualquier generalización con ese término es injusta y peligrosa. Los medios de comunicación solo os fijáis en los radicales, añaden. Seguramente lo hagamos, como en cualquier protesta. Pero cómo no nos vamos a fijar en esos grupos de ultraderecha si estamos normalizando que ahora muestren sin pudor lo que antes ocultaban.
Uno de los principales problemas del resurgimiento actual de las opiniones supremacistas es la normalización. Sin miedo, racistas, xenófobos, homófobos o machistas bien perfilados pueden caminar por las calles empuñando pancartas. Hay días que son una veintena, otros más de un centenar, son grupos o no aislados con banderas carlistas con la Cruz de Borgoña, con el águila franquista, o con pancartas de ‘La Constitución destruye la nación’; gritan ‘Viva Franco’, entonan el himno de la División azul o el Cara a Sol, a cara tapada o descubierta. No importa lo minoritaria que sea su presencia, y por eso eso conviene señalarlo, porque una minoría de fanáticos puede terminar arrastrando a una mayoría de moderados. Lo hemos visto una y otra vez a lo largo del tiempo.
Sobre el arrastre fanático, que ya nada tiene que ver con la amnistía. El primer teniente de alcaldía del PP en la Gimenells i el Pla de la Font, en Lleida, difundió un fotomontaje con la imagen del día del asesinato de John F. Kennedy, en la que en vez de la cara del presidente norteamericano aparece la de Pedro Sánchez. “Espero que tenga la misma puntería”, había añadido como comentario.
Más arrastre. El PP de Segovia le ha abierto un expediente de expulsión a Laura del Río Arranz, exalcaldesa y concejala del PP en la localidad segoviana de Gomezserracín, tras pedir en sus redes sociales “un tiro en la nuca” a Pedro Sánchez.
Más arrastre. Casi todo el PP madrileño en bloque ha salido en defensa de la fruta, no como instigadores expresos de los hábitos saludables, sino para apoyar a Isabel Díaz Ayuso que llamó “hijo de puta” a Pedro Sánchez durante la sesión de investidura desde la tribuna de invitados del Congreso.
Más arrastre. Juan García-Gallardo y otros cargos de Vox participaron la pasada semana en los cánticos contra una periodista de la Cadena Ser en Valladolid que cubría las protestas.
Más arrastre. La librería Rafael Alberti, cercana a la sede del PSOE de la calle Ferraz, apareció con pintadas de esvásticas en su fachada.
Más arrastre. Un grupo de militares retirados de alto rango han pedido en una carta a sus compañeros en activo de las Fuerzas Armadas que destituyan a Pedro Sánchez. Denuncian su golpismo promoviendo el golpismo, una maravilla, francamente.
Más arrastre. En la sede del PSOE de Marchena (Sevilla) apareció escrito: “Caeréis como en el 39″.
Más arrastre. Se ha viralizado el vídeo de un grupo de chavales con buena presencia, de esos a los que se les presupone una buena educación, gritando desde la calle “maricón” y “enfermo” a una persona con una bandera lgtbi en su balcón. Tampoco sorprende porque uno de los cánticos preferentes en Ferraz está siendo el de “Marlaska, maricón”. No sorprende, porque al reportero de La Sexta, Javier Bastida, llevan días llamándole “maricón” en cada una de sus conexiones.
Ahí están, más bravucones y camorristas que nunca, los que menosprecian en público, como siempre han hecho en privado, a los que creen diferentes. Ahí están los que amenazan en público a los que creen diferentes cuando, en pleno 2023, los únicos diferentes son ya ellos.
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