Oreja por oreja
El otro día le arranqué la oreja de un tajo a mi vecina. No sé muy bien cómo pasó, creo que fue en defensa propia. Ella había aparecido sin avisar, en la puerta de casa, y hubo algo en su expresión que me dio miedo. El caso es que no solamente estaba ella, sino varias vecinas más, todas con una cara que no supe interpretar bien, y me dieron que pensar mucho, y no sé, reaccioné así. De repente había mucha sangre alrededor y todo el mundo gritaba.
El caso es que mi vecina perdió una oreja y yo no tenía un cuchillo en la mano, con lo cual, pues bien. Toda mi familia puede atestiguarlo. Quiero decir, a ella le arrancaron la oreja de un tajo, pero no hubo arma. ¿Que cómo lo sé? Pues porque mi familia y yo lo negamos de pleno. Mucha sangre, sí, es una lástima.
Porque ese es el tema, después la cosa se complicó un poco. Parece ser que al principio yo no tenía cuchillo, lo dice mi familia, pero como mi vecina perdió una oreja y las otras vecinas también vieron cómo perdió una oreja de un tajo y que había mucha sangre, al final resulta que yo sí tenía un cuchillo. Pese que antes mi familia lo negaba ahora hasta mi madre lo atestigua.
Otra posibilidad para entender los hechos es que justo cuando apareció ella yo estaba cortando jamón, y como su cara estaba cerca, se me fuera la mano. Creo que es posible, es lo que dicen algunas de las vecinas que andaban por ahí: que el cuchillo que yo finalmente sí tenía lo uso para cortar jamón y por si aparece algún malhechor, como defensa propia, y mira, justo estaba la vecina y zasca, pilló cacho sin querer. Es decir, puede ser que yo no quisiera arrancarle la oreja, sino que diera un manotazo en el aire, asustada por las circunstancias, y su oreja estuviera en mi campo de acción. Vamos, que fui imprudente pero que yo no quería.
La cosa poco a poco se ha ido saliendo de madre y ahora es posible que yo tenga algún problemilla que otro. Más que nada que igual tengo que declarar, resguardarme un poco durante un tiempo, no sea que los vecinos de la escalera me digan algo, les veo algo nerviosos últimamente.
Yo, en cualquier caso, estoy tranquila. Ya me han avisado en casa que no me preocupe, que nadie me va a echar del piso, de la finca, ni nada parecido. Que yo siga haciendo vida normal, pim pam, y aunque me dijeron que podía tener cuchillos en casa si los usaba adecuadamente, como ya he arrancado otras seis orejas más, pues al final me los han requisado.
¿La vecina? Ya, una lástima. Que conste que yo me he disculpado con ella, eh. Porque lo siento mucho. A título personal, claro.