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¡Paguen más!

El presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre. EFE / Quique García.

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Pasen y lean. Una patronal, a favor de subir los salarios. No sólo el SMI, sino todos los salarios. Tomen nota porque hay ya un sector del empresariado que ha abierto la veda. “Los sueldos han de ser competitivos y la gente se tiene que ganar la vida. Hay que ser realistas, objetivos y responsables. Sería interesante conseguir un acuerdo entre empresarios y sindicatos para pactar las subidas salariales de los próximos dos o tres años”. Quien así habla es el presidente del Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, cuya entidad hace tan sólo un mes decía exactamente lo contrario, en línea con lo que defiende la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, esto es que las nóminas de los trabajadores no debían crecer en respuesta a la escalada del IPC, ya que provocarían la consolidación del fuerte repunte de la inflación. Bienvenida sea la rectificación, en línea con lo que reclaman las organizaciones sindicales en la actual coyuntura de incremento sostenido en el precio de la electricidad, el gas y la cesta de la compra.

Sánchez Llibre se suma a la doctrina Biden, que hizo suya también la ministra española de Trabajo, Yolanda Díaz. “¡Paguen más a los trabajadores!”, fue la recomendación que hizo hace meses el presidente de Estados Unidos a los empresarios cuando se quejaban de no encontrar mano de obra. “Si algunos empleadores de nuestro país tienen dificultades para contratar trabajadores y trabajadoras, les doy una pista: páguenles más. Ofrézcanles mejores condiciones. Denles más motivos para trabajar en sus empresas”, afirmó Díaz semanas después replicando el mismo discurso del presidente norteamericano.

Ahora no es la falta de mano de obra, sino la subida galopante de la inflación la que ha situado de nuevo en el debate público la necesidad de subir los salarios de los españoles, cuya media se situó en 2020 en 2.038 euros mensuales, la cifra más alta de las que tiene constancia el INE. Una subida, sí, de un 2,8% respecto al año anterior pero que tenía trampa porque el incremento fue consecuencia sólo de los despidos masivos que se registraron en los comienzos de la pandemia entre los empleados con los sueldos más bajos. Dicho de otro modo: la crisis sanitaria se cebó con quienes tenían trabajos temporales y mal pagados y respetó sólo a aquellos cuyos ingresos estaban por encima de la media. 

Casi el 70% de los despedidos en el sector servicios ganaba menos de 1.336 euros, 702 euros por debajo de la media, mientras que el salario de casi 5 millones de trabajadores, el 30% de la población empleada, no superaba los 1.500 euros.

2022 ha arrancado para los españoles, como acabó 2021, con una fuerte subida de los precios que situó la inflación interanual en un 6,5% mientras que las subidas salariales pactadas en convenios colectivos no llegó al 1,5%. Y todo porque el precio de los alimentos creció casi un 30% en el último año y ya está en su nivel más alto de la última década.

La cesta de la compra se han sumado a una tendencia preocupante para el bolsillo de los consumidores, sobre todo para los que tienen menos recursos, cuya pérdida de poder adquisitivo ha dinamitado las economías domésticas y podría convertirse en una bomba de neutrones, que más pronto que tarde explote en el optimista panorama de recuperación económica que el Gobierno dibuja. Una cosa son las boyantes cifras de reducción del paro, el aumento de afiliación a la Seguridad Social y la lluvia de millones de los fondos europeos que regará la economía y otra muy distinta es lo que padecen hoy los hogares españoles.

Que el empleo se sitúe ya en niveles prepandemia es, sin duda, un éxito, pero no significa que los asalariados perciban esa recuperación en absoluto. Todo lo contrario. Pocas veces fue tan caro comer como en estos tiempos, igual que llenar el depósito del coche de gasolina, hacer frente al recibo de la luz o encender la calefacción este invierno. Y el Gobierno, sin embargo, mantiene un desbordante entusiasmo ante las cifras sin reparar en que la situación extrema de miles de familias puede convertirse en un polvorín social si la recuperación económica prevista para este 2022 no llega también a las nóminas, tal y como han vaticinado los sindicatos.

Ha llegado el momento de que España tenga salarios decentes que permitan a las personas vivir con dignidad. Lo contrario es un engaño y es no afrontar tampoco con realismo los problemas que tiene la Seguridad Social y que, en buena medida, responden a las rebajas salariales de la última década. ¡Paguen más! Es necesario, es urgente y es de justicia tras dos lustros de recortes y devaluación salarial.

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