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Cómo estar en política sin estar

El exasesor del exministro José Luis Ábalos, Koldo García, a su salida de la Audiencia Nacional

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Koldo García era asesor. El ex concejal navarro, que antes fue portero de un club nocturno, segurata, sindicalista y activista antidesahucios, llegó a ser lo que Francisco Umbral anheló y nunca fue. Mucho antes de que el siglo XX tocara a su fin, la Administración del Estado ya disponía de 1.400 millones (de pesetas, se entiende) para contratar asesores. Cuando el insigne escritor conoció el montante de la partida se empeñó en que quería asesorar algo, asesorar en algo y lucrarse de aquel presupuesto aunque fuera modestamente con un nombramiento de libre designación que nunca le llegó. Escribió que Madrid había pasado de ser capital de burócratas a ciudad de asesores, y que ser asesor era mucho más que ser burócrata. Más incluso que ser político, porque esa categoría era como estar sin estar en la política y, además, le permitía a uno ir por la vida de estrella invitada.

“¿Y es que entre tanto personal no voy a tener yo un hueco de asesor, cuando hasta he pegado carteles por la democracia y he movido pancartas en las manifestaciones? Voy a echar una instancia para que me hagan asesor de algo. ¿Y en qué podría yo asesorar al Gobierno? Digamos que uno, especialista en ideas generales. Pero también podría asesorar sobre cosas concretas…”, escribió en los años dorados del felipismo.

El felipismo, el aznarismo, el zapaterismo, el marianismo y hasta el ayusismo que tanto pía en estas horas han tenido cientos de asesores a sueldo de la Administración imbuidos de un poder que quizá nadie les otorgó. O sí. Depende de los casos. Pero, como habitualmente son personajes anónimos sobre los que rara vez se pone el foco, los ciudadanos no conocen el grado de desnutrición intelectual e incluso moral de algunos de ellos, sus ínfulas, su ostentosa manera de moverse por las esferas del poder o hasta dónde son capaces de extender sus tentáculos.

Koldo García reunía todas esas características execrables. Asesor del ex ministro José Luis Ábalos, ha sido detenido y puesto en libertad después de prestar declaración ante el juez Ismael Moreno de la Audiencia Nacional por su presunta implicación en una trama de venta de mascarillas en plena pandemia. Los contratos bajo sospecha superan los 50 millones de euros, y García habría utilizado las relaciones personales tejidas con terceros para favorecer las adjudicaciones a una empresa, lo que le permitió cobrar supuestamente unos 9,5 millones de euros en comisiones.

En el PSOE se declaran “perplejos, disgustados y preocupados” porque la investigación pinta fea, si bien aguardan impacientes a que el juez levante el secreto de sumario para saber “de qué estamos hablando” porque no se explican los datos que se van conociendo sobre el incremento patrimonial de García teniendo en cuenta que hace seis meses el ahora investigado andaba llamando a las puertas de varios despachos en busca de trabajo.

Aun así son legión quienes en el Gobierno y en la sede federal de la calle Ferraz hablan hoy de “un personaje turbio” con modales de Torrente que pasó de chófer de Ábalos en sus tiempos de secretario de Organización a consejero de Renfe y a erigirse en interlocutor con varios empresarios durante su paso por Fomento. Una circunstancia esta última que hizo saltar algunas alarmas en el PSOE y que se puso en conocimiento del ex ministro Ábalos, según el relato de algunos funcionarios del Ministerio y cargos del PSOE.

Con los cambios de gobierno, es bastante habitual que los asesores vinculados a un partido sean recolocados en otros destinos cuando el ministro que les nombró para el cargo es destituido. No fue el caso de Koldo García y eso ya da idea de la desconfianza que hacia él existía en el Partido Socialista, lo que no presupone responsabilidad penal alguna hasta que lo dicte un juez. 

El mejor escenario para el PSOE sería que Koldo García pueda acreditar que el incremento patrimonial que hizo saltar la alarmas de los investigadores no procedía del cobro de comisiones por la venta de mascarillas. El menos malo, que la supuesta trama se quede ahí y no afecte a ningún otro cargo vinculado al partido. Y el peor de todos, que en el cesto aparezcan más manzanas podridas en un Gobierno en el que no se ha conocido en cinco años un solo caso de corrupción, pero atraviesa por una situación de clara debilidad parlamentaria y se enfrenta a una derecha envalentonada dispuesta a morder donde haga falta, a pesar de su largo, y acreditado historial en materia de corrupción.

En todo caso, parece que la contratación de cargos de confianza, asesores y personal eventual no pasa los filtros necesarios ni en los partidos ni en la Administración. Y no sólo en la estatal. Si fueron tantos los que advirtieron sobre la falta de idoneidad y las conductas de Koldo García, no se explica que viviera tantos años de un sueldo público, y mucho menos el incremento patrimonial que ahora investiga la Justicia. Y todo esto, claro, sin menoscabo de la presunción de inocencia.

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