Ruidos y basuras. A votar
No he escuchado ni una sola propuesta concreta para acabar con el ruido en Madrid. Una ciudad con un millón de ruidos. Es posible que todos los partidos madrileños coincidan, sin decirlo, en que el ruido es ya una seña de identidad madrileña, como las terrazas, el hablar en voz alta y el dar con los nudillos en la mesa para abrochar la afirmación siempre llena de razón con las falanges rotas; es posible también que, de tanto oírlo, el ruido no lo perciban ya los indígenas madrileños, rompeolas de todas las Españas y eso. Carmena es una esperanza para la izquierda veterana y joven y tiene la ventaja de no chillar. Ojalá repita. Que no vuelvan las derechas.
Me imagino que esta carencia en la percepción de la realidad es semejante a las penurias que sufren los habitantes en otras ciudades a las que quiero: la vivienda todavía paupérrima, la pobreza cronificada, la dependencia del crucero masivo en Cádiz, ciudad excelsa a la que Kichi le ha puesto un carril bici que ha cambiado la
ciudad.
En Valladolid, no hay tanto ruido como en Madrid, pero sigue habiendo barrios sin incorporarse del todo al bienestar de la ciudad, que tanto ha mejorado con los socialistas de ahora y de antes, y que ha dejado atrás a un alcalde ultra, misógino y baboso. En León, han estado a vueltas con los pedruscos de una plaza que certifica su alma necesariamente rural, húmeda, cercana y pulcra. En Salamanca, tienen, desde hace años, regidores ultras que afean la estética de la ciudad soñada, no solo en los atardeceres que reverberan la piedra arenisca de Villamayor, también en la proliferación de sus edificios singulares.
En San Sebastián, se merecerían un tío Semper, que se echa un largo en la Concha y que es posible que saque muchos más votos que su partido batacazo. En Zaragoza, han hecho una buena gestión las izquierdas, pero su lucha cainita, perdón por la redundancia, es posible que dé paso, en este caso felizmente, a una izquierda feminista de nombre Pilar Alegría que puede ser una muy buena solución para los zaragozanos, máxime cuando el PP tiene un tío que ha tardado 35 años en acabar la carrera y dice que no la ha hecho. Se diría que se lo ha 'currao'.
En Zamora, tenemos la excelencia soñada: un alcalde comunista en una ciudad de derechas. El ideal del PCI, en España PCE, de toda la vida. Un alcalde de IU, de profesión conserje de instituto, culo de hierro en la oposición durante planes quinquenales, que buzoneaba su revista casa por casa, que ganó en las últimas municipales y que se merece volver a ganar en estas. Suerte para Francisco Guarido, certificado andante de la importancia de la valía personal del candidato en las municipales.
El candidato de Vox en Madrid ha autorizado a las mujeres a comer más o menos, a cortarse el pelo o no, a cortarse incluso las uñas, pero eso de acabar con la vida de un niño inocente que llevan “en su interior”, nada de nada. Es un alivio saber que un hombre testicular y preconstitucional, con las piernas siempre en compás, autoriza según que cosas a las mujeres, analfabetas emocionales en el paradigma de Vox, y que piensa que el embarazo es una cuestión “interior”. Gracias, Ortega Smith, no te veo muy “español”, en tu propio criterio, en el segundo apellido, pero todo se arregla con voluntad. Espero que no ganes, más que nada para no enviar el Orgullo a la Casa de Campo, para que los tuyos les echen cacahuetes, después de tantos años de lucha por la visibilidad.
Villacís, de Ciudadanos, ha manifestado que no tendría empacho en que le votaran los de Vox, ya homologados por las derechas desde Andalucía, que esto no es el Congreso, dice. Como sume para la alcaldía el engrudo PP-CS-Vox, es para echarse a temblar. Todo depende de que la izquierda, por ofuscada que esté, no se quede en el sofá, plena de melancolía, y vaya a votar en masa.
En las municipales se ventilan problemas tan concretos como el ruido y las basuras, pero también otras políticas, no es lo mismo la izquierda que la derecha.
A votar.