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¿A quién teme Feijóo?

El líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo, atiende a los medios de comunicación en Bruselas tras asistir a la reunión del Partido Popular Europeo (PPE).

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Frente a la amenaza, no hay equidistancia ni matiz. Igual que frente a la libertad de información y expresión. O se está a favor o se está en contra. Y si se está a favor, hay que hacerlo con todas sus consecuencias. El periodista, como el político, no es un ciudadano impune. Y si sus informaciones son falsas debe pagar por su culpa, como corresponde en un estado de derecho. Nada de lo publicado por elDiario.es sobre los negocios, el fraude, las facturas falsas, las empresas fantasma o los delitos que se le imputan a la pareja de Isabel Díaz Ayuso ha suscitado el más mínimo debate sobre su veracidad. Y eso que van ya más de 20 informaciones. Una tras otra.

Sin embargo, las atroces amenazas de su jefe de gabinete contra este periódico -“Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar” no son merecedoras de una condena explícita para Alberto Núñez Feijóo.  Tampoco que Miguel Ángel Rodríguez (MAR) haya reconocido haber difundido un bulo, publicado por algunos medios, en el que aseguraba que “periodistas encapuchados” de elDiario.es intentaron asaltar la casa de su jefa a raíz de la investigación penal abierta a la pareja de la presidenta. 

Pobre de aquel que aun mirando nada ve o no quiere ver. Feijóo ha decidido cerrar los ojos, darse mus o salirse por la tangente, lo que le convierte en cómplice de MAR y en subalterno de Ayuso. No es un líder libre. En lo político ha sucumbido a las directrices que le marcan sus comunicadores de referencia y en lo orgánico, al despotismo de Ayuso. Cuando calla es porque piensa que es legítimo que un cargo público amenace a un medio de comunicación o porque teme que se repita la historia y acabe de vuelta a Galicia. 

En el PP todos saben cuál era la opinión de Feijóo sobre la presidenta de Madrid y sobre su jefe de gabinete antes de llegar a Madrid. No había en sus palabras admiración o respeto hacia ninguno de los dos. Y no era el único. Sabía todo lo que se acumula bajo las alfombras de la Puerta del Sol y en la contratación del material sanitario durante la pandemia porque le informó puntualmente Casado. Calló entonces y calla ahora. Antaño porque el silencio le convenía para que los barones le llevaran en volandas hasta Génova en una operación auspiciada por algún comunicador que hoy se permite desde sus micrófonos llamar a la violencia contra los periodistas que informan sobre el caso Ayuso. Y hoy calla porque es consciente de que si habla, condena o exige destituciones saldrá por la ventana de la séptima planta de Génova.

Miguel Ángel Rodríguez ya no es sólo un problema de Ayuso, sino también de la dirección nacional del PP porque preguntado este jueves en Bruselas sobre las amenazas, los insultos y los bulos difundidos por MAR, al más puro estilo trumpista, Feijóo dijo que se trataba de “conversaciones privadas” entre Rodríguez y los informadores sobre las que “cada uno tendrá su opinión” y, además, trató de igualarlas a las “descalificaciones” en la red X del ministro de Transportes, Óscar Puente, contra algunos medios de comunicación. No hay que explicar la diferencia entre la descalificación a informaciones que se han demostrado falsas y la amenaza explícita, pero tampoco incidir en los motivos por los que el presidente del PP no condena las actuaciones de MAR. 

¿A quién teme Feijóo? Salta a la vista. Tanto como que la Universidad Complutense no debería mantener el título que otorgó, no sin polémica, de alumna ilustre a la ¿periodista? Isabel Díaz Ayuso “por defender la convivencia”. Nadie nunca trabajó más que ella el hostigamiento, el insulto y la bravata en la vida pública que quien vive hoy en una vivienda que supuestamente se pagó con dinero defraudado a los españoles y, además, exige que se le aplauda.

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