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TVE y la navaja de Ockham

Jose A. Pérez Ledo

Todos lo intuíamos, pero esta semana el CIS lo ha puesto negro sobre blanco: TVE bordea la irrelevancia informativa. Tan irrelevante empieza a ser, fíjese, que ni su irrelevancia ha sido noticia en el Telediario.

Según el barómetro, el 20% de los españoles prefiere La Sexta “para seguir la información política y electoral” frente a un 19,2% que se queda con TVE. Hace solo cuatro años, el 39,4% de los españoles prefería TVE, más del doble que quienes se inclinaban por la segunda opción, que entonces era Antena 3 con un 18,4%.

Parece difícil culpar de esto a Zapatero (aunque, con esfuerzo, sin duda, se podría). Veamos: uno puede responsabilizar a Zapatero de que los programas de TVE tengan, en general, una pésima calidad. No es fácil, pero sí posible. Al fin y al cabo, la bancarrota crónica de RTVE es una consecuencia directa de la retirada de la publicidad, materializada tras la todavía inexplicable epifanía del expresidente socialista.

Esta bancarrota es, en última instancia, la responsable de que la mayoría de los programas de TVE sean y parezcan tan baratos. Lo que no resulta tan fácil de justificar, sin embargo, es la relación entre la falta de recursos y el hecho de que muchos de esos programas sean tan sumamente convencionales, anticuados y cobardes.

Más difícil todavía es culpar a Zapatero de los problemas en la rama de informativos. Y por “problema” entiendo, por ejemplo, que el Telediario dedicase un breve, y nada más que un breve, a la retirada de 8.700 millones del Fondo de Pensiones y otro breve, y nada más que un breve, a la reprobación de Jorge Fernández Díaz (después de que se descubriera que el ministro había ordenado buscar información comprometida sobre líderes independentistas).

Por “problema” entiendo también que el Telediario mostrase a Pablo Iglesias como el líder político más rico (en realidad es el que más dinero tiene en cuentas corrientes) o que la declaración de Francisco Correa fuese misteriosamente omitida en un reportaje de Informe Semanal sobre el juicio de la Gürtel.

Admitamos una cosa: ser responsable de informativos en TVE tiene que ser complicado. No solo hay que estar al día de lo que interesa a los españoles, también hay que evitarlo o maquillarlo. Hay que ingeniárselas para hablar de la Gürtel sin mencionar a Rajoy y solo de pasada al Partido Popular. Hay que revisar una y mil veces las gráficas para que la economía crezca aunque no crezca y para que el paro baje aunque no baje. Hay que montar y remontar las declaraciones de Rajoy para dar la sensación de que nuestro Presidente controla la sintaxis y no, como parece obvio, que la sintaxis le controla a él.

Muchos están convencidos de que todo esto es un plan para hundir RTVE y poder privatizarla luego a bajo coste. Para deslegitimarla hasta el sonrojo y así, cuando su reputación toque (más) fondo, poder justificar su despiece y posterior mercadeo entre amigos y conocidos. No parece descabellado, pero eso supone asumir que en los despachos del ente público se aloja una inteligencia maquiavélica, con visión a largo plazo, centrada en hacer tanto mal al grupo de comunicación como sea posible. Yo, sinceramente, dudo que tal cosa exista.

Si hacemos caso a la más conocida teoría de Guillermo de Ockham, esa que sostiene que la explicación más sencilla suele ser la correcta, la auténtica causa de la pérdida de prestigio de TVE no es la maldad inherente al ser humano, ni la codicia del PP, ni siquiera las locuras psicotrópicas de Zapatero. El motivo por el que TVE se ha convertido en una triste parodia de televisión pública es, simple y llanamente, que está gestionada por inútiles. Tan torpes son, fíjense, que ni manipular bien saben.

Si yo fuese Rajoy, les daba a todos la patada antes de que, por pura incompetencia, hagan que Pablo Iglesias gane las elecciones.

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