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¿Más vale una vez 'colorao'... que ciento 'colorao'?

Archivo - Portavoces de ERC, Junts, PDeCAT y CUP acompañamdo a los promotores de la Ley de Amnistía de los independentistas

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Dice la sabiduría popular que “más vale una vez colorao que ciento amarillo”. Las decisiones difíciles, mejor tomarlas de una vez y pasar el mal trago, que no atragantarte cien veces por hacerlo de a poquito. No sé si en el Gobierno algunos se acuerdan del dicho cada vez que los sucesivos pasos para “desinflamar” el conflicto político en Cataluña, desjudicializar el asunto y avanzar en el diálogo, terminan invariablemente: con la cara pintada. “Más vale una vez colorao…”, pensará alguno. Lo que pasa es que no te la pintan de amarillo, sino de rojo-rojísimo-rojérrimo. Cuando de Cataluña se trata, la derecha política y mediática (y parte del mismo PSOE) ya se ocupan de convertir el “ciento amarillo” en “ciento colorao”. Haga lo que haga, lo acusarán de traidor a España.

Pasó con los indultos a los líderes independentistas: fueron indultos parciales, mantenían la inhabilitación, eran revisables y condicionados al comportamiento de los beneficiados, y además llegaron después de casi cuatro años de cárcel que ya se habían comido. Aun así, la derecha españolista (y una parte del PSOE igual de españolista) puso el grito en el cielo, y el Gobierno acabó no amarillo, sino colorao. Y ni siquiera contentó al independentismo, que quería amnistía total.

Lo mismo con la propuesta reciente de eliminar el delito de sedición. Ya puede venderlo como un intento de homologarnos penalmente con Europa y hasta facilitar la extradición de los huidos, que da lo mismo: otra vez colorao, porque la derecha mediática y política no consiente el mínimo gesto con el independentismo. Además de acabar otra vez con la cara roja, de rebote genera inquietud en la izquierda, por los efectos colaterales que la reforma pueda tener sobre otro tipo de “desórdenes públicos”.

Y ahora con la malversación, más colorao todavía. Con el agravante de que, para disimular el sapo independentista que tiene que tragarse el Gobierno, hace comer a sus votantes un sapo más correoso: la posibilidad de suavizar la condena a ciertas formas de corrupción. Algo inaceptable a izquierda y derecha, pues el trauma de varias décadas de corrupción nos ha vuelto punitivistas de línea dura en todo lo que tenga que ver con dinero público. Ya pueden hacer pedagogía, que a la gente solo nos llegan palabras sueltas y graves: malversación, corrupción, condenas más bajas.

Lo peor es que te queda todavía mucho por “desinflamar”, así que tendrás que seguir poniéndote amarillo. Es decir, colorao para la derecha política y mediática. Si consigues salvar el colorao de la malversación (que se nos olvide con la navidad, con el carpe díem post-pandemia en que parecemos vivir todos, o con cualquier asunto mayor que lo tape mañana), pronto llegará otra ocasión para ponerte amarillo. Es decir, colorao. Sigue habiendo independentistas con causas judiciales pendientes de todo tipo, además de quienes están fuera de España y en algún momento tendrán que regresar. Y sigue habiendo un problema político, que tal vez ahora está en fase valle, con el independentismo fracturado y desfondado, pero que en cualquier momento reaparecerá. Si no ahora, en la próxima generación.

Volvemos al inicio: “mejor una vez colorao que ciento amarillo”. Más sabio aún si se trata de elegir entre ponerse una vez colorao o ciento igual de colorao. Pero la pregunta es: ¿podía elegir el Gobierno ponerse una sola vez y para siempre colorao, coloraísimo? ¿Cómo? ¿Aprobando alguna forma de amnistía que hiciese borrón y cuenta nueva de lo sucedido, con la contrapartida de un compromiso político por parte del independentismo? Difícil lo primero, difícil lo segundo. Cualquier intento de ley de amnistía (con otro nombre, claro) habría chocado con obstáculos políticos y judiciales, un largo pasillo de zancadillas y collejas hasta seguramente acabar en el Constitucional, que le daría el tiro de gracia. Pero da igual: los actuales intentos por “desinflamar” poco a poco son una “amnistía encubierta” para la derecha. Así que otra vez da lo mismo una colorao que ciento colorao.

¿Entonces, no había otra solución? Sí: que el Gobierno no se hubiese puesto colorao a solas. Que el desinflamar, desjudicializar, devolver a la vía política un conflicto que siempre ha sido político, no fuese cosa del PSOE, ni de sus socios, sino de un gran pacto político y social. Un pacto de país. Que no saliese del Gobierno, sino del Parlamento, el poder legislativo. Y en el que no solo deberían estar la izquierda y los nacionalistas, sino también una derecha responsable. Fantasía política, ya sé.

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