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El Gobierno indulta a los líderes independentistas 1.328 días después de su entrada en prisión

Pedro Sánchez y Oriol Junqueras durante en Pleno de constitución de las Cortes en 2019.

Irene Castro

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Pedro Sánchez toma este martes una de las decisiones más relevantes de su mandato: la concesión del indulto a los nueve líderes independentistas que llevan 1.328 en prisión condenados por la declaración unilateral de independencia de 2017. Casi cuatro años después de su entrada en la cárcel –el 2 de noviembre de ese año de forma provisional durante la instrucción de la causa y después con la condena firme del Tribunal Supremo en octubre de 2019–, el Gobierno espera la salida inmediata de Lledoners del exvicepresidente catalán Oriol Junqueras; de los exconsellers Raül Romeva, Joaquim Forn, Jordi Turull, Josep Rull y Dolors Bassa; de la expresidenta del Parlament Carme Forcadell; y los líderes de ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, respectivamente.

A todos ellos les queda buena parte de su condena por sedición y, en algunos casos por malversación. “Sacar a estas nueve personas de la cárcel, que representan a miles de catalanes, es un rotundo mensaje de la voluntad de concordia y de convivencia”, expresó este lunes el presidente en una conferencia pronunciada en Barcelona. El panorama es, a ojos del Gobierno, radicalmente distinto al de hace cuatro años, cuando el PSOE tuvo que apoyar al Ejecutivo de Mariano Rajoy en la intervención de la autonomía de Catalunya a través del 155 por primera vez. También han quedado atrás las protestas que acababan en disturbios televisados en prime time tras la sentencia del procés. Y es hora, según Sánchez, de restañar esas heridas.

“No hay que esperar un momento más propicio. Si hay un momento para unirnos precisamente es este. Este es el momento. Estamos donde estamos, y es desde aquí desde donde hemos de arrancar el camino para recuperar la convivencia y la normalidad. El tiempo, lo sabemos muy bien, no cura por sí solo las heridas, hace falta valor y manos siempre dispuestas a hacerse cargo de nuestro dolor”, señaló en su conferencia convencido de que el camino que ahora inicia abre una oportunidad para la recomposición de las relaciones entre Catalunya y el Estado y también para la reconciliación de los ciudadanos catalanes entre sí y con el resto de españoles.

La decisión de indultar a los líderes independentistas no pilla ya por sorpresa a nadie. El Gobierno lleva meses allanando el terreno y, especialmente, el propio Sánchez en las últimas semanas, ante el informe del Tribunal Supremo, que como la Fiscalía, se opuso a la concesión del perdón gubernamental. Ante ese varapalo, el presidente se arremangó para intentar hacer una labor pedagógica sobre la medida de gracia de la que él mismo renegó en plena campaña electoral consciente de que buena parte del electorado no la ve con buenos ojos. “Comprendo que pueda haber compatriotas que sientan reparos respecto a la posibilidad de dar indultos a los presos catalanes, pero les pido que tengan confianza, porque tenemos que hacer una apuesta por la convivencia, tenemos que hacer una apuesta por la reparación de esos errores que se cometieron en el año 2017”, señaló hace un par de semanas.

Pero el trabajo no solo se ha hecho de puertas hacia afuera sino que se ha preparado el terreno también con ERC. Los indultos son la antesala de la reactivación de la mesa de diálogo que socialistas y republicanos pactaron para la investidura de Sánchez y que hasta ahora solo se ha reunido una vez por al irrupción de la pandemia del coronavirus y, posteriormente, por el bloqueo impuesto por Quim Torra y la posterior convocatoria electoral en Catalunya. El PSC se vio recompensando en las urnas y en Moncloa también respiraron cuando ERC se impuso a Junts y, con ese resultado, la opción más posibilista de la búsqueda de una solución al conflicto político. Desde entonces, Moncloa y ERC han ido dando pasos prácticamente de la mano y en buena medida pactados. Si Sánchez asume el desgaste, también lo hacen los republicanos catalanes, que han renunciado a la vía unilateral y han tenido gestos como la participación del Govern en un acto al que asistía al rey, en un giro importante respecto a la actitud de la Generalitat presidida por Torra.

La carta en la que Junqueras reconocía errores en el procés y renegaba de la unilateralidad en el objetivo independentista fue un primer balón de oxígeno para Sánchez, que lo usará como argumentación en los indultos así como la utilidad pública que supone su concesión. “La razón fundamental de los indultos que nos disponemos a aprobar es su utilidad para la convivencia”, ha afirmado el presidente este lunes. Es el mensaje que Sánchez lleva repitiendo semanas y con el que pretende abrir una etapa nueva en la que lo más difícil será ahora encontrar puntos de encuentro con la Generalitat en la mesa de diálogo que previsiblemente se convocará tras el parón estival. El primer paso será, no obstante, una reunión en Moncloa entre Sánchez y el president, Pere Aragonès, en los próximos días.

En Moncloa son optimistas con cómo está funcionando la estrategia hasta el momento y más tras el segundo balón de oxígeno, que llegó la semana pasada desde los sindicatos, los empresarios e incluso los obispos catalanes con su apoyo a la medida de gracia. En el Ejecutivo creen que los mensajes de “magnanimidad”, “concordia”, “diálogo” o “convivencia” se han impuesto a la crispación que está generando la derecha con esta decisión y creen que se quedará aislada tras el fracaso de la manifestación en la Plaza de Colón y el pinchazo del PP en la recogida de firmas con el patinazo añadido de señalar a Felipe VI cuando Isabel Díaz Ayuso dijo que sería “cómplice” de los indultos por firmarlos, como es su deber constitucional.

Frente a la visión incluso entusiasta que emite Moncloa, el trance en el independentismo es distinto en buena medida por la brecha que hay entre ERC y Junts. La renuncia a la vía unilateral no fue bien acogida por los socios del Govern. También los republicanos tratan de rebajar el enardecimiento de Madrid. “El indulto es un triunfo que demuestra algunas de las debilidades de los aparatos del Estado”, afirmó el propio Junqueras en una entrevista en Catalunya Ràdio este domingo. De nuevo Junts afeó sus palabras al asegurar que no puede hablar de “triunfo”. “Es una solución parcial e incompleta”, se apresuró a decir Aragonès cuando Sánchez confirmó que el Consejo de Ministros aprobaría los expedientes de indulto este martes.

Mientras Sánchez exponía ante la sociedad civil catalana en Barcelona su plan para el “reencuentro” –en el que fue interrumpido por un asistente que gritaba que la independencia era la única solución– ERC, Junts y la CUP asistían en el Congreso al acto de Òmnium Cultural y Amnistia i Llibertat para registrar las firmas para una ley de amnistía a la que el PSOE se opone frontalmente –al igual que al referéndum por la independencia, que es la otra propuesta defendida por sus interlocutores–. “No pensamos que quienes aspiran a la independencia vayan a cambiar de ideales. No esperamos tal cosa”, ha admitido en paralelo Sánchez durante su intervención.

Y la posición que mantengan a partir de ahora los independentistas es la principal preocupación en las filas del PSOE, donde las aguas se han calmado en las últimas semanas, especialmente con la carta de Junqueras, que supuso un alivio para dirigentes y cuadros socialistas que tenían dudas sobre el encaje que los indultos tendrían en su electorado. Pero en el PSOE saben que la jugada de Sánchez es arriesgada y que una salida de tono de los independentistas puede suponer un desgaste brutal para los socialistas. En el Gobierno se conjuran y repiten hasta la saciedad que desde la llegada de la izquierda a Moncloa no se ha producido ninguna ilegalidad en Catalunya, se ha vuelto a la senda del diálogo y que fue con un Gobierno del PP cuando se rompió la unidad de España. Una actuación por la que los indultados, a juicio de Sánchez, “asumieron las responsabilidades de sus actos” frente a quienes pusieron tierra de por medio para evitar el procesamiento judicial. Ellos, los nueve condenados por sedición, saldrán de la cárcel con el perdón gubernamental a sus penas de prisión, aunque permanecerá la inhabilitación para ejercer cargo público en los próximos años y el condicionamiento a no volver a cometer un delito grave para que el indulto se mantenga.

Tras el Consejo de Ministros, los indultos se publicarán, con la firma de Felipe VI, en el Boletín Oficial del Estado y, después, se hará efectiva la salida de prisión de los líderes independentistas. A partir de ahí, España iniciará una nueva etapa, o al menos eso es lo que espera Sánchez, que acumula ya varios capítulos nuevos para su Manual de Resistencia desde que llegó al poder.

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