Vivir deliberadamente
El Walden Pond es un laguito en una reserva natural de Massachusetts. El sendero estrecho que lo rodea da para un paseo agradable. Hay muchos lugares tan o más bellos en esta zona de Estados Unidos, pero éste es especial. Aquí están las piedras que indican dónde estaba la cabaña donde se mudó el escritor y filósofo Henry David Thoreau para retirarse a reflexionar en el bosque en el siglo XIX. Quería “vivir deliberadamente”.
Hoy miraba las fotos de hace dos años, de cuando vivía cerca y paseaba por allí con amigos, colegas periodistas. Recuerdo esas conversaciones aquel día sobre el futuro incierto para muchos, en mitad de cambios personales y profesionales, y sobre lo que significa “vivir deliberadamente”. Vivir para que cada minuto cuente, para que nuestras acciones tengan significado, pensando en el valor y la belleza de cada paso en este tiempo finito y precioso. Algo así, ¿no?
Aquel verano pensamos mucho en aquello e incluso lo practicamos, pero las buenas lecciones como los buenos propósitos se van diluyendo en las viejas rutinas cuando no hay un incentivo o un recordatorio claro.
Hoy que salimos a caminar sin rumbo fijo, muchos por primera vez desde el 14 de marzo, pienso en si seremos capaces de vivir con más sentido para nosotros y para los demás.
Muchas personas, conocidas y desconocidas, están dando muestras de lo contrario, encerradas en un mundo muy pequeño comparado con lo que estamos viviendo y con lo que nos queda por vivir. Pero el mundo ya ha cambiado, y quienes sean capaces de entenderlo mejor serán probablemente líderes en esta sociedad tocada, debilucha, asustada y con ganas de esperanza.
Mirando los mensajes que políticos y personas corrientes escupen por los canales disponibles dan ganas de quedarse en casa.
Pero cada paso sigue siendo nuestro y cada día es una oportunidad para parar, pensar y caminar sin rumbo pero con intención. Con intención de hacerlo mejor.
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