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Certezas

UCI del Complejo Hospitalario de Navarra.

Daniel Castillejo Pons

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Hace pocos días leí un mensaje en una red social, no recuerdo cuál, de un colectivo de cuyo nombre no puedo acordarme, en el que pedían seguridad en la vuelta al cole. La reclamaban casi como un derecho. La exigían a nuestros políticos, como si tuvieran superpoderes. Aunque no lo especificaban, parece que se referían, principalmente, a la seguridad sanitaria, frente a la COVID-19.

Vivimos en una sociedad acostumbrada a la seguridad. Que conste que hablo del primer mundo, de los países más avanzados, signifique esto lo que signifique. De los más ricos, hablando en plata. De la gente cuyos más grandes problemas no suelen coincidir con los de la otra parte de la humanidad, que no tiene con qué lavarse las manos cinco veces al día. Nos venden, desde que nacemos, una vida llena de seguridad, en la que todo funciona: estudia y conseguirás un buen trabajo, contrata un seguro de salud y curaremos todas tus enfermedades, ponte esta crema y desaparecerán tus arrugas, con nuestra pastillita no habrá depresión que se te resista... Así que nos frustramos e indignamos sobremanera cuando llega algo que, como la COVID-19, lo pone todo patas arriba.

Para ayudar un poco en esta época de zozobra y futuro borroso, me gustaría compartiros algunas certezas, sólidas cual patas de elefante:

Certeza nº 1: vamos a morir todos. Es una frase que empleo con bastante frecuencia en los últimos meses cuando veo que todo se embrolla. Es, quizás, de todas las certezas, la única verdadera. Difícil de asimilar en una época en la que la muerte ha sido expulsada de nuestras vidas, externalizada para que otros se encarguen de ella. A mí me ayuda a relativizar las cosas y me empuja a disfrutar más del presente.

Certeza nº 2: además del maldito coronavirus, hay una casi infinita panoplia de formas de morir. No nos obsesionemos con él. Desde las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en España, hasta la demencia, pasando por el cáncer, que es el culpable de una de cada cuatro defunciones en nuestro país. Y, aunque no lo parezca, siguen existiendo.

Certeza nº 3: los políticos no tienen superpoderes. Ya sé, da risa solo imaginar a alguno de ellos con ropa interior por encima de los pantalones a juego con una capa que ondea maravillosamente al viento, pero, aunque ellos se venden como Supermanes antes de las elecciones, nuestros gobernantes tienen, en realidad, poderes muy limitados. No tienen una varita mágica, ni conocen hechizos que nos puedan librar de nuestros peores males.

Certeza nº 4: los científicos tampoco. Pobres, son como Santa Bárbara, no nos acordamos de ellos hasta que algún mal truena y les pedimos que nos saquen las castañas del fuego, y rápido. Me temo que os tengo que comunicar que son personas, con capacidades limitadas, tanto a nivel científico como presupuestario. Y, lo que es peor, a veces se equivocan. Más cuando les apretamos.

Certeza nº 5, y con esta termino: la vida es peligrosa. Como decían los Beatles, vivir es fácil con los ojos cerrados, pero si salimos, si hacemos cosas, entramos en la ruleta rusa que es la vida, y siempre nos puede tocar la bala. En el momento que cruzamos el umbral de nuestras casas, bueno, mejor en el momento que nacemos y comenzamos a vivir, pasamos a formar parte de los candidatos a la muerte que somos todos desde que empieza a latir nuestro corazón.

No quiero quitar con esto hierro al asunto del coronavirus. Tampoco niego su peligrosidad. Y soy el primero que toma precauciones para ayudar a combatirlo. Soy crítico con los distintos gobiernos y sus malas decisiones, aunque a veces no tenga claro qué habría hecho yo en su lugar. Pero no nos volvamos locos y tengamos claro que todo esto forma parte del planeta que habitamos. No es ni la primera ni la última pandemia por la que ha pasado la humanidad. Y acabará. Combatámosla con todo lo que podamos, pero con calma y serenidad. Y, sobre todo, no nos creamos invencibles ni olvidemos dónde vivimos: una pequeña y maravillosa bola de roca y agua llena de seres que viven y mueren en una naturaleza que es mucho más grande que nosotros. Y esta sí que tiene superpoderes.

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