Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquíConsulta nuestras normas y recomendaciones para participar.

Mario Vargas Llosa, autor implícito no representado

9

Hace muchos años, la primera vez que visité Roma, tuve la suerte a mis diecinueve de toparme en la Galleria Nazionale d’Arte Moderna con la retrospectiva de un pintor para mí desconocido hasta ese momento: Mario Sironi. La fuerza de la inquietud de sus paisajes urbanos me conmovió. Mi estupefacción fue morrocotuda cuando, en mi apenas despertar juvenil a inquietudes por entonces revolucionarias, comprobé que Mario Sironi no solo era el gran pintor del Fascismo, sino que incluso había sido amigo personal de Mussolini y el gran propagandista gráfico del Movimiento Fascista. Luché contra mí mismo para resolver una dialéctica irresoluble entre las ideas y el arte, hasta que acabé madurando, creo, solo años después, para reconocer que la contradicción en sí misma no existía.

Recientemente, en años maduros, me abandono una y otra vez a otra aparente contradicción, si cabe aún mayor, aunque me inquiete menos por lo que ahora soy, entre quien considero el más grande escritor vivo de nuestra lengua, es decir, Mario Vargas Llosa (en mi Parnaso particular, como novelista, solo al lado de Miguel de Cervantes y de Augusto Roa Bastos), y ese comentarista político de la contemporaneidad que veo a veces junto a actantes de la política institucional como José María Aznar and C.

Creo firmemente que Vargas Llosa es uno de los premios Nobel más merecidos de toda la historia, por su “cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo” (como decía la propia Academia), que, con pulcritud lingüística solo propia de la genialidad, desenmascara la hipocresía del poder de una dictadura en La Fiesta del Chivo. Además, y entre otros muchos elementos de juicio, opino que Vargas Llosa es el escritor que ha escrito la más bella reivindicación literaria -y no solo literaria- de un personaje histórico como Jacobo Arbenz, el gran socialista guatemalteco que sufrió el primer gran golpe de estado orquestado por la CIA en América Latina, en su relativamente reciente Tiempos Recios.

Sin embargo, la figura del autor implícito representado que definió Wayne C. Booth en La retórica de la ficción (1961), aludiendo a que podía parecerse o no (o podía parecérsele al lector, claro), al autor real, me sirve a mí, lector furibundo y apasionado de todos y cada uno de los libros escritos por el autor Vargas Llosa, el mismo que ha formulado una teoría fabulosa sobre la catástrofe de la violencia en América Latina durante la Guerra Fría y la implicación de la visión miope de la política norteamericana en ella, no tiene absolutamente nada que ver con ese señor que apoyó a los corruptos y arrogantes Bolsonaro y Macri, aludiendo a la corrupción de Lula nunca probada.

Pero, como con el nombre de Vargas Llosa voy siempre emocionado a descubrir todos y cada uno de sus escritos, leí hace algunas semanas su artículo de El País “El caso del Perú”, con el que vuelvo a estar, menos en el tono impetuoso y visceral contra el presidente de México, casi completamente de acuerdo, tanto en la defensa de la necesaria neutralidad de Boric como en la responsabilidad e inepcia de Pedro Castillo. Porque es que su pulcritud lingüística atañe, sobre todo, a esa poderosa exactitud con la que describe a veces los más complicados ejercicios, siempre turbios, del poder. La Academia Sueca supo muy bien por qué lo premiaba. En eso, Vargas Llosa se queda al lado solo de mis dos otros maestros interiores.

Y entonces me pregunto: ¿por qué ese autor implícito no representado o escasísimamente representado no escribe para proponer un diálogo de mediación por la racionalidad, la democracia verdadera, sin apoyos partidistas a los corruptos del otro lado, para dar una visión equitativa, menos de derechas o de izquierdas, de nuestro mundo contemporáneo? ¿Será posible que el lúcido escritor de La fiesta del chivo siga sin erigirse en el intelectual independiente de nuestro tiempo? Lo llevo soñando muchos años y es una petición formal que le hago. Sé que, además de uno de los más grandes conferenciantes de nuestro tiempo, Vargas Llosa, la persona real de carne y hueso, es una persona respetuosa con el interlocutor (lo fue con mi compañera y directora del departamento de lengua para el que trabajo), dialogante para con todos (lo que no se puede decir de muchos otros intelectuales, por supuesto de menor talla que la suya) y es por eso que, osadamente, me atrevo a quedar a la espera de sus amables palabras.

Sobre este blog

En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquíConsulta nuestras normas y recomendaciones para participar.

stats